Las principales secuelas psicológicas que está dejando en los chicos el consumo de pornografía
Expertos en psicología infantil y sexología precisaron que la edad promedio en que una persona consume pornografía por primera vez es entre los 8 y 12 años
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Infinidad de categorías y páginas web gratuitas. Así es la oferta de pornografía desde la llegada de internet, y sus consumidores se incrementan cada año. Pero por la facilidad de acceso que tienen estas páginas, también llegan niños y adolescentes que terminan consumiendo contenidos no recomendados para su edad.
El uso de la pornografía como modelo distorsionado de educación sexual, el impacto de la violencia de las imágenes y la persecución de estereotipos corporales, además de frustración y ansiedad son algunos de los efectos que puede causar el consumo de pornografía al que acceden niños y adolescentes sin supervisión de los adultos para intentar saciar su curiosidad sexual. Así lo advirtieron a LA NACION expertos en psicología infantil y sexología, que precisaron que la edad promedio en que una persona consume pornografía por primera vez es entre los 8 y 12 años.
La psicóloga Raquel Disenfeld, integrante de la Campaña Autogestiva Contra el Abuso Sexual en la Infancia y exmiembro del Centro Integral a la Salud Infanto-juvenil, afirmó que el consumo de estas imágenes violentas y no aptas para la edad de niños y adolescentes “puede generar dopamina y estrés, y pueden caer en un uso problemático de adicción al ver porno continuamente, al manifestar conductas hipersexualizadas, que necesitan cada vez contenidos más fuertes para satisfacerse”.
Y añadió: “Esta conducta adictiva se crea por las cantidades de dopamina liberadas durante la visualización del porno. También crea ansiedad en los niños, por generar confusión entre la sexualidad y la violencia; además de miedo y baja autoestima por los estereotipos ideales”.
Lucía Díaz, sexóloga clínica y terapeuta de pareja del equipo Psisyp, argumentó: “Cuando la pornografía se utiliza como método de aprendizaje, produce un efecto formativo en niños y adolescentes. La alarma debería encenderse cuando se recurre a la pornografía para dar respuesta a determinadas inquietudes: cómo se inicia una relación sexual, qué prácticas sexuales son habituales o la respuesta que se espera de la pareja (sonidos, intensidad). El porno tradicional muestra imágenes que no representan la realidad del sexo en múltiples aspectos, desde el tamaño del pene que prima entre actores, la facilidad para conseguir el orgasmo por parte de las mujeres, la absoluta disponibilidad sexual por parte de ellas hasta la rigidez de las erecciones y la velocidad con la que se logran”.
Díaz detalló: “Debido a la etapa evolutiva en la que se encuentran los niños y adolescentes, es fundamental considerar la neuroplasticidad de su cerebro, la capacidad de establecer nuevas conexiones neuronales. Cuanto más intensa y repetida sea la exposición al material pornográfico, mayor impacto generará en la conducta. Se debe cuestionar si estos cerebros aún en desarrollo cuentan con la capacidad de procesar estos estímulos o si tienen las herramientas para discernir entre la ficción y la realidad dentro de la sexualidad”.
Y amplió: “El consumo de la pornografía es un factor determinante para la construcción del deseo sexual en la adolescencia y niñez. La ansiedad de rendimiento o de ejecución es la consecuencia psicológica más evidente que encontramos en la práctica clínica: la evaluación del propio desempeño sexual genera grandes frustraciones cuando no se condice con lo que se observa en los videos”.
Justamente la cantante y compositora estadounidense Billie Eilish, que ahora tiene 20 años, reveló hace pocos meses haber sufrido un trauma y que tuvo muchas pesadillas tras consumir pornografía a los 11 años: “Dañó mi vida sexual”, sentenció.
“La pornografía muestra placer y orgasmos continuos que son irreales. El porno no educa sexualmente. No enseña cómo se nombran las partes del cuerpo, cuáles son las maneras de prevenir infecciones de transmisión sexual o qué tipo de relaciones pueden tener las personas. Muestra a un hombre viril, con un pene erecto durante 40 minutos, y a una mujer siendo penetrada por varios hombres sin preservativo por todos sus orificios. La pornografía malinforma a los niños y adolescentes, que intentan reproducir estas imágenes en su intimidad”, señaló a LA NACION Diana Zilbermal, perteneciente a la Asociación Argentina de Educadoras y Educadores Sexuales y miembro del Parlamento de las Mujeres de la Legislatura porteña.
Zilberman adhirió: “Después de ver el porno, muchos chicos se angustiaron y traumatizaron. Hacen comparaciones con sus padres y se preguntan: ‘¿Así te trata papá? ¿Eso no duele?’. En ocasiones genera dificultad para vincularse con el otro. El principal problema es que el sexo sigue siendo un tabú y hay mucha falta de información, que busca encontrar respuesta a sus inquietudes en el porno”.
Disenfeld, además, incluyó el impacto que causa, principalmente en las niñas, el intento de copia de los estándares del porno: “Los adolescentes toman como modelo lo que ven en el porno. Muchas chicas buscan imitar esos cuerpos o el no uso del preservativo. Y contribuye a la aceptación de la violencia hacia las mujeres, su degradación y su manipulación sexual”.
Según el último informe del Observatorio de Internet en Argentina (OIA), que es de 2016, y se hizo a través de Facebook a 1534 personas, con preguntas cerradas de opción múltiple y semiabiertas, el 81% de la población argentina consume pornografía en internet. El estudio reveló, además, que las búsquedas de “porno” en la web aumentaron un 45% con respecto a los dos años anteriores.
Según el informe mencionado, la culpa se incrementa en relación con los usuarios que pagan por este tipo de contenido: mientras que en los resultados generales solo el 7% declaró sentir remordimiento al mirar pornografía y el 25% “un poco”, dentro del 4% que pagan por mirar pornografía el 71% admitió sentir culpa.
Violencia
Las expertas destacaron que la pornografía mainstream está cargada de un alto contenido violento y que pueden producir daños físicos y emocionales, tanto a los actores y actrices de esta industria como a los consumidores jóvenes de los videos eróticos.
“Después intentan alcanzar ese supuesto placer que muestra la pornografía y se sienten muy frustrados. No se habla de las infecciones urinarias que se generan o del dolor si no hay una dilatación previa en las penetraciones anales y vaginales seguidas”, señaló Zilberman.
Cecilia Borghetti, psicóloga y sexóloga clínica y cofundadora de Sexología Actual, argumentó: “El porno está dirigido a representar fantasías masculinas, donde se presenta a la mujer cosificada y sometida para satisfacer el deseo del varón. Es muy habitual que entre niños y adolescentes los primeros acercamientos a escenas sexuales hayan sido a través de alguna escena de pornografía, porque nunca nadie les enseñó nada”.
Educación sexual
El consumo de videos pornográficos en internet a edades cada vez más tempranas es un fenómeno a nivel mundial. En busca de una solución, en la provincia española de La Coruña, en Galicia, España, se impulsó el programa Risco Cero, de la mano del Colegio Oficial de médicos de la provincia. ¿En qué consiste? Imparten charlas sobre sexo seguro en institutos de Educación Secundaria Obligatoria (ESO) desde 2018, que son impartidas por estudiantes de Medicina y médicos residentes. Este programa también incluye una aplicación móvil con el mismo nombre, a través de la cual los estudiantes encuentran respuestas fiables a sus inquietudes sobre anticoncepción y enfermedades de transmisión sexual (ETS).
Zilberman, en tanto, apuntó que la visión de películas pornográficas “puede servir como estimulante o erotizante” y que “muchas personas encuentran creatividad o copian poses y les produce placer”. Pero recalcó: “Solo en las relaciones adultas, no como pedagogía en la adolescencia”.
“La ESI es la mejor manera de educar a los niños, niñas y adolescentes en sexualidad. Es nuestra forma de sentir y de expresarnos, de vivir. Nos atraviesa en todo momento, en vínculos y espacios. Cuanta más educación sexual recibimos, más formados e informados estaremos para conocer nuestros derechos, métodos anticonceptivos y las infecciones que pueden aparecer”, agregó.
Borghetti destacó la necesidad de desmitificar el sexo como tabú y crear un espacio de diálogo con los niños y adolescentes: “Acompañando y explicando de manera clara... Es importante que conozcan su cuerpo, qué les gusta y poder establecer límites claros de respeto. La importancia del consentimiento también forma parte de la educación sexual integral y es necesaria nuestra presencia como adultos responsables”.
Y Díaz dijo: “Es muy necesaria y trascendental la ley de Educación Sexual Integral (ESI) en el desarrollo sexo-afectivo, no solo como fuente de información, sino también como medio para anticiparse a la pornografía y compensar su carácter influyente, permitiendo a los chicos desarrollar una visión crítica”.
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