Las pistas que sembró el acusado
MIRAMAR (De un enviado especial).- Según quien lo cuente, tiene entre 37 y 38 materias aprobadas de la carrera de Derecho, que cursa en Mar del Plata. Una más, una menos, lo cierto es que con 24 años ya acaricia el título de abogado.
Los pasos por seguir en un allanamiento que tantas veces revisó y explicó durante su formación universitaria ayer los vivió en carne propia, con un batallón de uniformados que requisaron cada rincón de su casa. El despliegue de móviles policiales alarmó a sus familiares, que viven enfrente, junto a un local de la Unión del Personal Civil de la Nación (UPCN). Su padre, Miguel Ramón, es dirigente local de este gremio.
Julián Ezequiel Ramón, a la par de su carrera universitaria, se desempeñaba como mozo en una parrilla y preparaba alumnos de manera particular. Desde el crimen de Gastón hasta el sepelio se lo vio quebrado. Pero mientras mantenía sus visitas a la familia Bustamante, generó sospechas por sus frecuentes escalas por oficinas judiciales y policiales.
Por eso, en los últimos días, se lo marcó de cerca. Escuchas telefónicas, la filmación de un supermercado que lo ubica cerca de la casa de los Bustamante a minutos del crimen y comportamientos extraños, sumado a la pérdida de peso, lo fortalecieron como sospechoso.
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