Las niñas, protagonistas de la marcha contra la violencia machista y a favor del aborto
"Si te parezco chica para marchar, imagínate para ser madre". Lucía Macagno tiene once años y el pañuelo verde atado a la muñeca. Sostenía su cartel para las fotos. Muchos la paraban para retratarla. La madre, asentía y acompañaba la cruzada de su hija. "Fue ella la que me pidió venir. Con sus amigas de la escuela hicieron los carteles y se organizaron. La nueva generación va delante de nosotras", dice Mirna, orgullosa mientras otra mamá del colegio maquilla con glitter a las compañeras de Lucía.
La presencia de chicas en edad primaria fue el termómetro de la convocatoria: cada vez más el reclamo feminista traspasa las fronteras de las edades y las generaciones. Abuelas con sus nietas, adolescentes con amigas, madres y padres que fueron a apoyar a sus hijas.
"Nunca me gustaron los juguetes de niña. Otras niñas piensan que soy rara. No lo soy. Lo raro y absurdo es decir que un juguete o un color tengan género", escribió en una cartulina blanca Micaela Muñoz, de 10 años, que fue a la marcha con su mamá Angela y un sombrero panamá fucsia. Después de verla armar su pancarta para la marcha, la mujer, que es mexicana y vive en el país hace diez años, decidió hacer el suyo. "Estoy aquí por todas las madres que no tienen fuerza para pararse por el dolor de haber perdido una hija. Y por mi hija. Quiero que siempre pueda caminar libre", escribió.
Pero no sólo fueron niñas las que marcharon. El reclamo también atravesó el género en las generaciones más jóvenes. Emanuel Firpo, de 6 años, llegó con su mamá y sus primas y un pañuelito violeta al cuello. Y una remera, hecha por la madres, que lo decía todo. "No soy un hijo del patriarcado".
No eran muchos, pero los hombres, de todas las edades, se sumaron a la marcha de las mujeres: Osvaldo Pico, de 53 llevaba su cartel: "El feminismo incomoda más que los femicidios". "Me cansé de escuchar a otros hombre hablar de que las mujeres están todas locas, que son todas feminazis. Si creemos en la igualdad de derechos, todos deberíamos ser feministas", opina.
Otros de los hombres presentes eran los que se dieron cita en el Congreso para aprovechar la oportunidad de negocio: vendían llaveros, pañuelos, choripanes y vasos de litro de Fernet con Coca Cola, a 200 pesos y latas de cervezas a 100 pesos.
La venta de pañuelos estaba casi saturada. La mayoría de las chicas llevaba el suyo, usado en otras marchas o atado a la mochila o cartera. Por eso, los reconvirtió en bandanas y moños para el pelo. Porque las pinceladas de verde y de violeta no se limitaron a los pañuelos. Muchas mujeres decidieron marchar vestidas con esos colores que en los últimos tiempos poblaron sus placares.
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