Las huellas de la pandemia: qué prendas son las más vendidas y por qué hay un fuerte cambio en la forma de vestir en el país
La industria de la moda sufrió un duro embate por las restricciones y obligó a las marcas a adaptarse a los nuevos estilos de los clientes
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“Durante el último año y medio compré ropa de deporte o para estar en casa. Al no tener que ir a la oficina, las prendas más formales fueron desplazadas por otras más cómodas”, cuenta María Fernanda Augusto, de 45 años. Valeria García Moral, de 46, coincide: “En mi caso, al estar teletrabajando no compré mucha ropa porque no la necesité. Tal vez, algún buzo o una remera. Además, al no ir a la oficina y al no haber festejos de cumpleaños uno se arregla con lo que tiene. Tampoco compré mucho para mis hijos pequeños, solo ropa interior, medias y alguna que otra prenda cómoda como joggings o calzas”.
“Trabajo en eventos sociales y al estar suspendidos desde marzo del año pasado, con más tiempo en casa, no tuve necesidad de comprar ropa formal que uso para el trabajo, como trajes, camisas, zapatos. Como corro, sí compré algunas prendas de entrenamiento, pero no mucho más”, explica Pablo Guzmán, de 45 años.
Los tres testimonios muestran un gran cambio en el estilo de vestimenta de los argentinos, que aceleró las restricciones que impuso la pandemia del nuevo coronavirus el año pasado. Ahora, los pantalones tipo jogging, los buzos canguro y los suéteres están entre los más elegidos a la hora de renovar el guardarropa. De hecho, Claudio Drescher, presidente de la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria (CIAI). explica que, en los últimos 18 meses, el stay home (quedarse en casa) fue el protagonista. Las prendas para estar en el hogar ocuparon dos tercios de las colecciones de las marcas tanto en el mundo como en el país. “Las colecciones se volcaron a resolver lo que la gente necesitaba. Fue un fenómeno global que la mayoría de las marcas adoptaron”, señala. Y completa: “Con menores ocasiones para usar ropa de vestir, al no haber cenas en restaurantes, casamientos o cumpleaños de 15, las ocasiones de uso se modificaron sustancialmente y esto llevó a una inclinación hacia ropa más cómoda. Se desarrollaron prendas algodonosas, menos tomadas al cuerpo, ya que la mayoría de las actividades se concentraban dentro de la casa”.
Sin embargo, las restricciones no solo cambiaron el tipo de prenda que se usa, sino que también provocaron una fuerte caída en las ventas del sector. La crisis económica general, las limitaciones a la circulación y la baja en el consumo fueron factores determinantes que golpearon a la industria. “El mercado aún no se recuperó. Se vendió mucho menos, porque la gente estaba en la casa y si compraba algo, era una prenda más sencilla. La industria sufrió un embate que trajo aparejados centenares de miles de convocatorias. El sector fue muy golpeado a nivel global y se está empezando a recuperar en la medida en que la gente sale de las cuarentenas. Calculo que será una recuperación muy lenta. Hoy la industria en la Argentina está vendiendo un 30% menos respecto a 2019, que tampoco fue un buen año”, advierte Drescher.
Versatilidad
Las marcas respondieron con distintas propuestas a esta fuerte demanda de este tipo de ropa cómoda para estar en el hogar, pero con la que también se puede salir. Para María Marta Finelli, gerenta de producto de Mazalosa, empresa dueña de las marcas Portsaid, Desiderata y System Basic, fue muy claro hacia dónde fue el consumidor a partir de la llegada del coronavirus. “La pandemia aceleró lo que se venía dando, las líneas deportivas se incrementaron y claramente el consumidor viró hacia esa situación de uso. Las camisas y tops y todo lo que se usa a la noche no se vendió, las ventas de estas prendas cayeron un 30% respecto de 2019. La línea confortable es la que más vinieron a buscar y, en este caso las ventas crecieron entre un 20% y un 30%. Los que más se llevan son los joggers, jeans cómodos, suéteres confortables, buzos tipo canguro, camperas, zapatillas y ropa para entrenar”, explica.
“La pandemia aceleró procesos que ya venían desde antes”, coincide Pedro Wolfsohn, CEO de la marca de ropa masculina Equus. “En nuestras campañas siempre había un foco en propuestas más formales, pero en las últimas, el foco está en la ropa informal”, afirma y advierte que, efectivamente, la venta de prendas más de sastrería cayó a la mitad. “Imagino que el hecho de que no haya eventos impactó en la demanda de esos rubros. De todos modos, esto no significa que la gente no salga; sale, pero elige vestirse de otro modo”, concluye.
Javier Arroyuelo, autor y columnista especializado en moda, concuerda con los empresarios en que la crisis sanitaria no produjo un cambio profundo, sino que expuso una situación que ya existía. “Desde hace muchos años, la silueta es una silueta suelta, la pandemia sirvió como coartada para blanquear este asunto y terminar con el chiste de la ropa cómoda es de segundo orden”. Y completa: “Creo que la impronta de lo deportivo, de lo descontracturado, de lo amplio o bien de lo ceñido entendido como cómodo, que facilita el movimiento; las materias como los spandex, stretch, y lo que ayuda a que la prenda y el cuerpo vayan en armonía, son algo que ya data de hace cuarenta años”.
Adecuación
Para Magdalena Dowling, creadora y dueña de la marca de ropa femenina Prier, a pesar de la preferencia por la ropa cómoda, las videollamadas y reuniones de trabajo por Zoom llevaron a que se elija vestirse de manera más formal de la cintura para arriba. “No necesariamente hay que estar con un blazer, sino con una blusa que se ve en una videollamada y algo más relajado abajo se está perfecto”, explica y añade que las ropas más tradicionales como blazers, sacos y trajes se dejaron de usar y hoy ganan espacio los suéteres, remeras y pantalones anchos.
Rocío Pérez De Muro, jefa de producto de Portsaid, indica que la marca se tuvo que adecuar a la nueva realidad y hacer una propuesta más flexible. “Hicimos muchos pantalones cómodos y muchos buzos. Para aquellas mujeres que tenían que salir a trabajar y ponerse un pantalón de vestir también pensamos aquellos de sastrería, pero de tejidos de punto, súper cómodos. Decidimos también sumar pijamas, porque vimos una necesidad”, aclara.
En el caso de Wanama y John L. Cook, la estrategia, a partir del nuevo contexto, fue potenciar su línea confortable, que ya comercializaban. “El cliente optó por este tipo de prendas a diferencia de la categoría de ropa para salir como tapados y sacos. Se inclinó por ropa más versátil y cómodos con tejidos de punto, elásticos en las cinturas y texturas livianas”, señala Daniel Lago, gerente comercial de ambas firmas. También para la marca Delucca, las prendas más vendidas son los buzos, los conjuntos de pantalón y buzo y las babuchas, lo que refleja una transición hacia prendas híbridas que pueden usarse en diferentes momentos y que se integran a la vida cotidiana.
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