Las fatigas de "Manucho" en el bloque comunista
El escritor argentino desnudó muy temprano la pesadilla detrás del sueño político
10 de junio de 1958
Detrás de la Cortina de Hierro
Me aprestaba, en Atenas, a preparar mis maletas para Italia, cuando fui invitado a hacer una etapa en Rumania. Confieso que vacilé bastante antes de resolverme a modificar mi itinerario. Pesé cuidadosamente el pro y el contra de las perspectivas que me ofrecía la nueva e inesperada posibilidad y terminé diciéndome que mi empecinado conservadorismo debería ponerme a salvo de la sospecha de un cambio fundamental en mis principios e ideas (ya que todo el que cruza hacia el Este la Cortina de Hierro es tildado, con justificada razón, de abrigar por lo menos una simpatía hacia los comunistas) y que la oportunidad -rarísima para quien no comulga con las máximas y procedimientos de ese sistema- de observar directamente la vida de un país gobernado por los discípulos de Marx y de Lenin es algo que no debe desperdiciarse. (...) Traigo de Bucarest, como fruto de mi permanencia, dos impresiones esenciales: la del fracaso económico y social del sistema comunista y la de la noble calidad espiritual del pueblo rumano (...) El comunismo es frío, dictatorial, ciegamente violento; el rumano es cálido, tierno, expresivo, generoso. El comunismo, el arrollador ciclón rojo, es asiático y el rumano es latino. Las dificultades materiales se trasuntan en las casas, en el modo de vestir, en la modestia de las tiendas, en el costo enorme de vida, en el mal estado de los caminos. Y las zozobras espirituales se reflejan en la expresión de la gente, que con una tendencia innata a la risa y a la broma, va por las calles sin levantar la voz?
Los trabajadores no pueden declararse en huelga porque, como la ficción política pretende que el gobierno está formado por obreros (mientras que en realidad lo integra una nueva aristocracia burocrática), cualquier tentativa de huelga es considerada como una traición contra la clase trabajadora. (...) Nadie, ni los que militan en un campo ni los que sirven en el opuesto, nadie vive como si esa vida fuera la vida real, establecida, perdurable, sino algo inseguro y tenso, que tendrá que pasar como una oscura pesadilla cuando se haga la luz de la libertad.
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