“Las familias van a reventar”: el creciente fenómeno que registran los colegios privados por la inflación imparable
Distintos sectores del ambiente educativo confirman la tendencia de cambiar de escuela a otra más económica, o directamente pública, para recortar gastos
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El año pasado, Maximiliano, un comerciante de 44 años, tuvo que cambiar de colegio a su hija de 14 años porque ya no podía pagar la cuota del instituto privado de Isidro Casanova al que asistía. “En la pandemia perdimos trabajo, se me acumularon muchas cuotas y no me quedó otra que cambiarla a una escuela pública. Uno se siente en una encrucijada, porque hay mucha distancia entre lo estatal y lo privado. O pagás o vas a la estatal, que deja mucho que desear a nivel calidad educativa”, dijo.
El caso de Maximiliano representa el de muchas familias argentinas que, ante la elevada inflación, deciden trasladar a sus hijos de colegio para reducir los gastos del hogar. Buscan instituciones privadas con cuotas más económicas o incluso, como Maximiliano, se pasan directamente a la gestión pública.
Otro padre que lleva a su hijo a un colegio porteño, parroquial y parcialmente subvencionado por el Estado, contó a LA NACION que mientras la institución está recibiendo a nuevos alumnos que vienen transferidos desde establecimientos vecinos con otro perfil –bilingües y de una cuota mucho más elevada–, hay quienes se retiran hacia escuelas públicas.
La inflación general de marzo fue de 7,7%, el dato más elevado desde abril de 2002, pero el incremento en el rubro educación fue aún más dramático: 29,1%, el mayor porcentaje de todo el Índice de Precios al Consumidor (IPC). Ante esta situación, los pases de escuela aparecen como una de las estrategias más elegidas para intentar paliar la crisis económica.
“Estamos viendo que hay un fenómeno dentro del subsistema de escuelas privadas de pasar a una de mayor cuota a otra de menor cuota, subvencionada o parroquial, buscando precios más económicos”, sostuvieron desde la Secretaría de Educación y Empleo de la Municipalidad de Vicente López.
Abel Barresi, propietario del Instituto Senderos Azules, una escuela privada situada en Monte Grande con 30 años de trayectoria, confirmó que efectivamente la matrícula bajó en su establecimiento y que no tienen la lista de espera que solían tener. “Algunos chicos vienen de colegios más caros y otros se van a los de gestión pública. El cambio se ve sobre todo en el jardín y en los pases de ciclo, es decir, primer grado y primer año de secundaria”, detalló.
Como consecuencia de la crisis económica, agregó Barresi, tuvo que becar a algunos alumnos o hacer arreglos con las familias que necesitaban ayuda. “No es falta de voluntad, sino imposibilidad. También tenemos papás que, por ejemplo, nos piden autorización para que el chico asista sin la campera del uniforme porque no pueden comprarla o papás que no pueden pagar las actividades extracurriculares porque representan un gran gasto. Eso afecta a los adolescentes”, describió.
En este contexto, desde la Asociación de Institutos de Enseñanza Privada de la Provincia de Buenos Aires (Aiepba) coincidieron en que se registra cierta migración de matrícula desde colegios privados con cuota media o media alta hacia otros de menores aranceles o directamente a establecimientos estatales, especialmente en el nivel inicial, en el que observan el mayor impacto de esta tendencia.
El Ministerio de Educación de la Nación dijo a LA NACION que en 2021 –el último año del que se tienen cifras– aumentó la matrícula de las escuelas públicas en todos los niveles con respecto al año anterior, pero que hay que esperar a contar con los datos de 2022 para poder realizar una comparación dentro de los parámetros habituales, ya que el período comparado contempla un hecho excepcional como la pandemia de Covid-19. Ante la consulta por la tendencia de cambiar de colegio como estrategia para morigerar la inflación, no realizaron comentarios.
En la Argentina, 3.183.938 chicos asisten a escuelas de gestión privada y 8.453.920 a escuelas de gestión estatal, lo que representa una distribución de 27% versus 73%. En 2018 esa proporción era 29%-71% y, desde entonces, la matrícula estatal viene creciendo pronunciadamente mientras que la privada desciende de igual forma.
Morosidad
De acuerdo con un relevamiento realizado por Aiepba y la Junta Nacional de Educación Privada (Junep) entre colegios privados de gran parte del país, en este momento el 35% de los establecimientos registra “más morosidad” en el pago de las matrículas mensuales que en 2022; en los establecimientos afectados, la morosidad ronda el 25%, 10 puntos porcentuales por encima de la cifra que arrojó la misma encuesta hace un año. Es decir, uno de cada cuatro alumnos presenta dificultades para pagar a tiempo el arancel mensual.
“La situación general del país hace que nosotros nos veamos afectados. A la gente no le alcanza la plata y eso repercute en el pago de las cuotas, que en muchos casos quedan relegadas como una de las últimas cosas por pagar”, indicó Gonzalo Peveri, asesor contable de Aiepba.
‘’En aquellos colegios donde la cuota es más baja, el padre hace un esfuerzo para poder mantenerlo y la morosidad es menor. En aquellos donde la cuota es más alta y la familia contempla cambiar al hijo, el porcentaje de morosidad es más alto’', añadió Peveri.
Por su parte, Adriana Etcheverry, propietaria de jardines maternales en Vicente López y fundadora de Escuelas Comprometidas de la Provincia de Buenos Aires (ECO), explicó que históricamente los gastos de una escuela en sueldos, aportes y contrataciones representaban entre un 65% y 70%, pero hoy ese porcentaje ronda el 85% o el 90%. “No podés trasladar ese aumento sideral a los padres, entonces se dificulta mucho sostener así a las escuelas y de alguna forma el recorte termina siendo en la calidad educativa”, admitió.
“Por el lado de las escuelas privadas, muchas tuvieron un impacto tal durante la pandemia que todavía no se recuperaron ni económicamente ni en el nivel de matrícula. Por el lado de los padres, la inflación es tan alta que uno se pregunta ¿hasta cuándo vamos a aguantar? Las familias van a reventar”, continuó.
En la misma línea, informó Peveri, dentro de un colegio el 80% o más del costo operativo es para afrontar sueldos y cargas sociales: ‘’El año pasado hubo una paritaria docente del 106% y para 2023 ya hay otra firmada hasta junio del 40%. La situación es crítica, ya que la mayoría de los colegios no tienen rentabilidad y están endeudados’'.
En ese sentido, los colegios también se ven obligados a pensar estrategias para atravesar la crisis. Por ejemplo, a partir de este ciclo lectivo las autoridades de un establecimiento bilingüe de la zona norte de la provincia de Buenos Aires unificaron algunos cursos por la caída en la cantidad de alumnos. Si hasta el año pasado la institución contaba con primer año “A” y primer año “B”, este ciclo inició con un solo grupo de dicho grado. Además, ofrecieron retiros voluntarios a los docentes, ya que la dotación no era necesaria en su totalidad por la baja matrícula.
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