Las evidencias que proponen expertos locales para convencer a los que no quieren vacunarse contra el Covid
En la Argentina, hay 39.836.950 de personas que iniciaron el esquema de vacunación contra el coronavirus
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El mundo, y la Argentina no es una excepción, instrumenta distintas estrategias para convencer a quienes se resisten a vacunarse contra el Covid-19. No apuntan directamente a activistas antivacunas sino a quienes tienen otras inmunizaciones, pero rechazan esta en particular. Aquellos que esgrimen, entre otras razones, que todavía es un “ensayo”, que no se sabe qué contiene (hablan de aluminio, grafeno y mercurio) y que “no previene el contagio”. ¿Cómo y con qué argumentos se puede hablar con los escépticos? ¿Por qué parece que los argumentos en contra les pesan más que los a favor?
Los expertos consultados por LA NACION coinciden en que la información de calidad es la principal herramienta para tratar de que más gente se inmunice. También plantean que el debate y las controversias en torno a la inmunización contra el coronavirus no es el que se da respecto de otras vacunas.
Hasta hoy, según el Monitor Público de Vacunación del Ministerio de Salud, hay 39.836.950 de personas (87,8%) que iniciaron el esquema de vacunación en el país. Y ya son 35.350.803 que completaron las dos dosis (77,9%).
Gabriel Morón, investigador del Conicet, miembro de la Sociedad Argentina de Inmunología y docente de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), afirma que se transita una situación sanitaria “única” y ese es el contexto en el que se desarrollaron vacunas “rápidamente”.
“Fue así por una conjunción de hechos: por un lado se trata de un microorganismo relativamente fácil de combatir (no como el HIV); en algunas vacunas se usaron modelos ya desarrollados; se puso mucha plata y los mecanismos regulatorios fueron menos burocráticos, no menos estrictos”.
El infectólogo Martín Hojman, miembro de la Sociedad Argentina de Infectología, advierte que el argumento de que la humanidad es un cobayo de los laboratorios y que las vacunas son experimentales es incorrecto. Subraya que fueron aprobadas por todas las autoridades regulatorias de donde se usan. “No es un ensayo clínico, se demostró la eficacia y la seguridad; las fases que restan son de ajustes como la duración de la respuesta inmunológica que dan”.
Ese proceso, dice, incluye inspección, análisis y mediciones: “No se aprobarían si fueran perjudiciales; no es cierto que tengan grafeno ni ninguna sustancia contraproducente para la salud”.
Ambos especialistas apuntan que los militantes de la no vacunación —entre los que incluyen profesionales— plantean falsedades sin demostración científica. “La credibilidad está en la evidencia científica que hay detrás de lo que dice cada persona”, agrega Morón.
Efectos secundarios
Los contrarios a las vacunas contra el Covid-19 también sostienen que pueden generar efectos secundarios “graves”. Con alrededor de 9000 millones de inmunizaciones en el mundo, la absoluta mayoría de los detectados son leves y transitorios.
Viviana Re, viróloga investigadora del Conicet e integrante del Instituto de Virología José María Vanella, afirma que los efectos secundarios están asociados, en general, a la respuesta inmunológica. Compara la situación con la que se produjo frente a la vacuna del papiloma humano (HPV), “cuando surgieron muchos grupos antivacunas”.
“Ahora estamos en una suerte de crisis en la que, de repente, se despertaron muchos cuestionamientos que no se dan con otras vacunas o medicamentos, incluso cuando son usados en bebés”, dice, e insiste en el sistema de farmacovigilancia que existe en todo el mundo.
Morón ratifica que ningún medicamento es inocuo: “Todos pueden encontrar una sensibilidad especial en un paciente. Incluso el porcentaje de eficacia también que depende de cada uno”.
También se refiere a una de las diferencias entre vacunas y fármacos: las primeras se degradan rápidamente —”incluso se está buscando que en las de segunda generación el antígeno se mantenga más tiempo en el cuerpo”— mientras que los medicamentos van dejando acumulación en el cuerpo y dependen de cómo los procesan el hígado y los riñones.
Inmunidad
Las dudas sobre la eficacia de la vacuna es otra de las ideas que blanden los que no se quieren vacunar. Y esgrimen, por ejemplo, que incluso los inmunizados se contagian. Re sostiene que las vacunas para virus respiratorios son “profilácticas” y ejemplifica con las de la gripe. Morón añade que son virus en los que es “difícil” de evitar la reinfección.
“Los anticuerpos más funcionales en las vías respiratorios son los de la inmunoglobina A secretora. Los que se crean con las vacunas es la G que circula en sangre; puede haber contagio pero se reducen los riesgos. Entra en juego la otra parte de la inmunidad, la celular, destruye las células infectadas”, abunda el inmunólogo.
“Es ilógico plantear lo de la infección; la vacuna cambió la historia —repasa Hojman—. Vimos cómo se dejó de internar gente de 80 años, de 70, personal de salud y hago ese orden porque así fueron vacunados. Hoy entre los internados que mueren es dominante el no tener la vacuna. Es lo que vemos a diario, está clarísimo”.
“Objetivamente, viendo los resultados, no es lo mismo 2020 que 2022 —aporta Re—. En aquel momento puedo entender que no pusieran el brazo, pero ahora los datos son sólidos. Es paradójico, incluso que las vacunas que mucha gente ‘prefiere’ son las más nuevas mientras que dudan más de las que usan virus atenuados (como Sputnik V o Sinopharm), un modelo que lleva años”.
Los tres remarcan que buena parte del descreimiento y la confusión en torno a las vacunas contra el Covid-19 se vincula con que en la comunicación, muchas veces, se puso “todo en el mismo nivel, sin responsabilidad”. Incluyen también a profesionales no expertos en virus e inmunidad.
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