Las esculturas de capocómicos, entre el vandalismo y el olvido
El Paseo de los Artistas incluye cinco obras sobre la avenida Corrientes; prometen que serán restauradas
A Tato Bores le pintaron la cara de rojo. La barra donde se apoya El Contra, el mítico personaje de Juan Carlos Calabró , está grafiteada con consignas políticas. Don Mateo, el peluquero interpretado por Jorge Porcel, ya no tiene sus tradicionales anteojos de marco grueso porque se los robaron. Olmedo y Portales se ven tan despintados que perdieron hasta el color de su piel. Minguito está sentado sobre unas escaleras que en naranja dicen "No a la Unicaca" (en referencia al proyecto oficial para crear una universidad docente en la ciudad). Y a Sandro lo sacaron de la puerta del Gran Rex después de que le rompieran una pata a la silla donde estaba sentado. El Paseo de los Artistas languidece sobre la avenida Corrientes, y los homenajes a los capocómicos argentinos parecen ruinas del siglo pasado.
Compuesto por cinco obras inauguradas entre noviembre de 2011 y abril de 2014, este paseo recorre desde el 1600 hasta el 1200 de la avenida Corrientes. Todos los homenajeados son íconos del humor nacional: Tato Bores, Juan Carlos Calabró, Jorge Porcel, Javier Portales, Alberto Olmedo y Juan Carlos Altavista. Cada inauguración implicó un acto importante para el gobierno porteño. Es más, Mauricio Macri participó de las cinco presentaciones cuando era jefe de gobierno. Ahora, las esculturas sobreviven entre el vandalismo, el descuido y el olvido.
"Las estatuas ubicadas sobre Corrientes requieren un mantenimiento constante dado que al estar en una zona de alto tránsito son vandalizadas con frecuencia. En el corto plazo serán retiradas y trasladadas para su restauración. Una vez que finalice la obra de peatonalización de Corrientes serán emplazadas nuevamente", explican desde el Ministerio de Espacio Público y Ambiente porteño.
La mayoría de los escraches actuales son mensajes políticos escritos en aerosol contra la reforma educativa impulsada por el Ministerio de Educación de la ciudad. Dos miércoles atrás, hubo una concentración en la Legislatura para manifestarse contra la creación de la UniCABA. Aquel grito quedó impreso en el respaldo de la silla de Tato Bores, en la barra de El Contra, en la escalera de Minguito. Pero más allá de los ataques, la pintura tampoco luce en condiciones: se ve sucia, erosionada. Así está, por ejemplo, el color de Calabró. Olmedo y Portales tienen telas de araña y basura detrás de sus espaldas. Y los inolvidables teléfonos de Tato Bores fueron violentados con spray rojo.
Desde Espacio Público y Ambiente revelan que la Ciudad gasta más de $28 millones mensuales en la limpieza de monumentos porteños. Sin embargo, el Paseo de los Artistas cuenta con una particularidad. "Es cuestión de que me llamen. Al día siguiente voy y las arreglo todas gratis", dice Fernando Pugliese, el artista plástico autor de cuatro de las cinco obras. Pugliese tiene 80 años y una gran trayectoria como escultor: hizo, entre otras, al Jorge Luis Borges que toma café en La Biela y al Diego Maradona emplazado en la sede de la Conmebol en Paraguay.
"Ya las reparé tres veces. El problema es que preciso que alguien me firme un papel y me autorice a estacionar mi auto en plena avenida Corrientes para poder trabajar con mis materiales", explica Pugliese. De momento nadie lo contactó.
"Me da mucha pena y me parece pésimo que las estatuas estén así. Creo que es un problema cultural y social porque nadie cuida nada", dice Daniela Ledesma, de 48 años, mientras sienta a su nieto en la tradicional silla de peluquero de Don Mateo para sacarle una foto. Poca gente se detiene a fotografiarse con las estatuas. Los ataques y la desidia no invitan ni seducen: los caminantes las miran de reojo con una mezcla de sorpresa y lástima. "No sabemos quiénes son", confiesa entre risas una pareja de brasileños sentada entre Olmedo y Portales. Los turistas son los únicos que se detienen a mirar a los comediantes.
Al otro lado del Obelisco hay una sexta estatua que completa el paseo. En 2012, el Teatro Gran Rex celebró los 50 años del debut artístico de Sandro con una escultura del cantante. La intención era lucirla en la puerta del teatro para que los peatones pudieran sacarse fotos con él. Inmortalizado por Pugliese, Sandro estaba en la vereda, sentado en un sillón con una rosa en su mano, cuando meses atrás un grupo se le subió encima y rompió una de las patas del asiento. Desde entonces las autoridades del teatro lo mudaron al hall. "Me peleaba todo el tiempo con la gente porque le ponían cigarrillos en la boca. No respetan nada. Deberían poner algún tipo de ley para proteger estas obras", se queja Marcelo, de 48 años, boletero del teatro. Luis Vizcardo, de 64 años, trabaja en la limpieza del Gran Rex. Todas las mañanas le pasa un producto a la estatua para conservar la pintura. Y así está el Gitano: impecable, pero solo, lejos del público.
"Ver a Tato Bores pintado me da mucha pena", dice Vizcardo. A Pugliese también le da no sé qué que estén así. De todas maneras, afirma que ninguna tiene una rotura estructural, y que los problemas son de pintura y vandalismo.
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