"Las cosas que duran menos de 5000 años me preocupan"
El escultor recibe al programa de LN+ en su enorme parque, museo y taller, donde trabaja y da cabida a otros artistas en un entorno natural que la gente puede visitar diariamente, con entrada libre y gratuita
PUNTA DEL ESTE.- Con la emisión de anoche –en la que estuvo como invitado el artista plástico y escultor uruguayo Pablo Atchugarry– llegó a su fin la Edición Verano del programa Hablemos de otra cosa, de LN+. Fueron nueve emisiones, con diez entrevistados, en catorce locaciones diferentes que abarcaron más de cuarenta kilómetros, desde Punta Ballena hasta José Ignacio.
Valeria Mazza, Carlos Rottemberg, Julio María Sanguinetti, Enrique Llamas de Madariaga y Denise Pessana, Carlos Perciavalle, Teresa Bo, Fernando Trocca, Carlos Páez y el mencionado Atchugarry llegaron a las pantallas cada domingo desde principios de año. Y todos los lunes, en la edición papel de LA NACION se reflejaron las partes principales de cada conversación, como se hace en la presente edición con el último de los entrevistados en el este uruguayo.
A partir de su próxima emisión, Hablemos de otra cosa vuelve a Buenos Aires y cambia de horario. Las nuevas entrevistas se estrenarán los viernes, a las 22, inmediatamente después de Terapia de noticias. Abrirá la serie la embajadora francesa en la Argentina, Claudia Scherer-Effosse, primera mujer que representa en nuestro país a esa nación europea. La ocasión será propicia, a pocas horas del Día de la Mujer, para repasar el nutrido temario de la agenda femenina, asuntos a los que no es ajena la diplomática, que tiene muy interesantes posturas en la materia.
Pero volvamos ahora a Pablo Atchugarry, el artista al que visitamos en su gran parque, museo y taller, de puertas abiertas –cualquiera puede visitarlo gratuitamente–, en Manantiales.
Atchugarry reparte su vida entre Uruguay e Italia. Y viaja de un lado a otro con sus pesados bloques minerales y obras en pleno proceso.
"Cuando tenía 11 o 12 años, aquí, en la escuela, me tocó hablar sobre Italia y yo terminé hablando del Lago de Como y del mármol de Carrara. Actualmente vivo en el Lago de Como y trabajo el mármol de Carrara. Entonces, o estaba escrito o es una gran casualidad", razona el escultor.
Pablo cuenta que su pasión por las artes plásticas se despertó, a los once años, viendo a su padre pintar, pero que pronto sintió la necesidad de conquistar la tercera dimensión, o sea, el objeto visto en el espacio. Nacía el escultor, que primero trabajó con elementos más humildes, arena y portland, "los materiales pobres –especifica– que yo encontraba para poder empezar mi primera experiencia en cuanto al volumen".
Rememora que el gran salto lo dio en 1979 cuando llegó a Carrara y tuvo la oportunidad de realizar su primera escultura en mármol.
El de Carrara, sin duda, es el mármol más celebre y requerido y Atchugarry nos revela la razón. "Es muy luminoso –señala–, se pueden hacer cosas muy finas. Es un mármol que se encuentra en un solo lugar del mundo, en los Alpes Apuanos", la misma zona de donde hace cinco siglos Miguel Ángel se abastecía de ese material para componer sus magníficas obras.
A continuación, algunos pasajes sustanciales de la entrevista con Atchugarry, que se emitió anoche, en Hablemos de otra cosa, por LN+.
–¿Ser escultor es un trabajo sacrificado y también con riesgos?
–Trabajo doce horas por día frente a un bloque, con amoladora, maza y cincel. Estoy lleno de cortes, martillazos, uñas negras. Es un cuerpo a cuerpo con la materia y el polvillo.
–Ahora que pasaron 40 años, ¿seguís con el mismo ímpetu? ¿No te cansó? ¿Cómo renovar el interés?
–Para mí el éxito es poder trabajar con entusiasmo y alegría, como con la primera escultura. Como el niño que juega con un juguete que le llegó en Navidad.
–¿Cómo es el proceso desde el mármol que está en la naturaleza hasta que finalmente termina hecho estatua? Y también, ¿cómo es el tema del traslado de bloques de tanto peso?
–El bloque récord, la escultura más alta que he hecho, es de 8 metros y de 56 toneladas. Imaginemos que la formación del mármol implica muchos millones de años. Si seguimos el concepto de Miguel Ángel de que la escultura está en el bloque, quiere decir que esa estructura está durmiendo en la montaña desde hace millones de años. Qué responsabilidad para el escultor que va a despertar, entre comillas, esa criatura, ese hijo de la montaña, para darlo a la vida cotidiana. Entonces, en ese proceso también está la gente que trabaja en la cantera. Recordemos que cada uno de estos bloques ha venido en un container desde Italia, desde Carrara. O sea, que hay un tema de logística también, porque aquí hay arte, pero también fuerza, camiones, tractores, grúas.
–Aquí vemos bloquecitos. ¿Qué se supone que son?
–Todos estos bloques son esculturas que duermen desde hace millones de años. Esperan que alguien les dé la forma con la varita mágica. Como decía Miguel Ángel, la escultura ya está adentro del bloque. Lo que tiene que hacer el escultor es quitar lo superfluo, lo que sobra.
–¿Cuántos mármoles distintos hay?
–Trabajo sobre cuatro tipos de mármol: el estatuario de Carrara, que es blanco; el rosado de Portugal; el negro de Bélgica, que es un material muy cristalino, muy difícil de trabajar, pero de un color extraordinario, y el gris, que viene también de Italia, de la Toscana.
–¿Cuál te da más trabajo en cuanto a resistencia?
–El mármol en sí mismo es carbonato de calcio. Mientras más blanco más puro es el carbonato de calcio y es más blando. Acá tiene un poco de hierro, entonces es un poco más duro. A su vez, los cristales, digamos la grana, es un poquito más gruesa.
–¿Siempre trabajás con grandes dimensiones?
–También estoy muy atraído por las pequeñas obras, como un descanso, algo más íntimo. Permite reposar mentalmente porque en una obra grande son varios meses de trabajo y, a veces, años. En cambio, en una obra pequeña es más inmediato el resultado.
–Tu Piedad dialoga claramente con La Piedad, de Miguel Ángel, pero desde un punto de vista vanguardista.
–Bueno, pasaron 500 años desde "las Piedades" de Miguel Ángel, que en realidad fueron tres: la de San Pietro, que era La Piedad juvenil, realizada entre los 23 y 25 años, hasta la última, que tenía 89 años y que dejó inconclusa, La Piedad Rondanini. Me influyó mucho Miguel Ángel y esta es una especie de homenaje a él.
–Sos de los artistas más cotizados, por supuesto de Uruguay, pero también del mundo. ¿Cómo se ponen los valores en el mercado del arte?
–Todo es muy relativo en el mundo del arte, incluyendo las provocaciones. Lo cierto es que las cotizaciones se van haciendo un poco por oferta y demanda. También por la carrera del artista que a veces viene premiada desde el punto de vista económico comercial. Lo importante es el valor de la obra en sí misma y que perdure.
–Mucha gente, desde 2007, viene aquí a ver obras tuyas y de tus colegas, con entrada libre y gratuita. ¿Quién mantiene todo esto?
–Esto se mantiene básicamente con el esfuerzo privado. Trabajo todo el año para que pueda funcionar. Es un sueño y un legado para el país, en un lugar tan estratégico como Punta del Este.
–Estuvo por acá, más de una vez, al final de su larguísima vida de 101 años David Rockefeller y se preguntaba cómo se banca esto. A él fue que le hiciste una representación gráfica. ¿Cómo fue?
–Fue una experiencia magnífica porque es un hombre que tuvo una curiosidad hasta el final de su vida. Me acuerdo de que dijo que era un privilegio estar acá y me preguntó cómo se mantenía. Yo estaba cubierto de polvo así como ahora y le digo: "50% con este bolsillo". Un poco más tímidamente me pregunta: "¿Y el otro 50%?", y yo golpeo el otro bolsillo.
–¿El mármol sería una suerte de cápsula del tiempo? Tu obra podrá apreciarse, tal vez, en 5000 años.
–Las cosas que duran menos de 5000 años me preocupan. Para no preocuparme les digo a los artistas que elijan un material que dure varios milenios y que resista a la intemperie.
–El tema de encargar una obra sigue teniendo, del Renacimiento hasta hoy, muy buenos resultados.
–Sí, sí, claro. El Renacimiento italiano floreció gracias a los mecenas que ponían su atención y sus recursos para que naciera una determinada obra. Actualmente sigue pasando lo mismo. Por lo caro y por el tiempo, yo no podría dedicarme tres o cuatro años a una obra si no sé su destino final. El mecenas es el que ayuda a nacer las obras.
–El mármol, con sus 5000 años, contrasta con la cultura de lo efímero y de lo virtual.
–A veces pensamos que todo está en el celular y, simplemente, es un traductor de la realidad, no la realidad, a la que hay que tocarla, sentirla, respirarla. Estamos perdiendo contacto con la naturaleza. El ser humano es un niño que está jugando con fuego. Nosotros somos inquilinos de este planeta.
–La naturaleza es la fuente de inspiración del arte, si no fuera así, ¿dónde nos inspiraríamos?
–Exactamente. Todo en definitiva lo tenemos alrededor. Es nuestra gran fuente de inspiración. Es la gran madre.
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