Ingresar a un mercado laboral cada vez más exigente conlleva una mayor demanda física y mental
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Sarah* siempre había soñado con trabajar en la industria de la moda. A los 21 años, decidió seguir su sueño, mudarse a Londres y encontrar un trabajo que le apasionara en el cual pudiera desarrollar una carrera. “Como muchos jóvenes, mi pasión era la moda”, dice. “Pero la realidad no fue tan glamurosa”.
Después de trabajar menos de un año en el sector minorista, Sarah consiguió un puesto de asistente de comercio electrónico en la sede central de una lujosa marca internacional. En ambos trabajos estuvo rodeada de veinteañeros con ideas similares a la suya: triunfar en el mundo de la moda.
“Es como cualquier industria creativa: los jóvenes siempre la ven como un trabajo interesante”, señala. “Y las ventajas son estupendas, incluidas las rebajas y los artículos que conseguimos con grandes descuentos”. Sin embargo, Sarah añade que siempre había mucha rotación de gente en la oficina, sobre todo entre el personal de bajo nivel.
“Una pasante de 18 años solo duró una semana tras darse cuenta de que su trabajo consistía básicamente en labores manuales no remuneradas y largas horas cargando y empaquetando la ropa que volvía de los rodajes y sesiones de fotos”, recuerda Sarah.
“Y aquellos que aguantaban algunos meses haciendo sus prácticas terminaban abandonando por agotamiento. Había un flujo constante de trabajadores jóvenes e impresionables y nunca se hacía nada al respecto; se convertía en una prueba para ver quién tenía más aguante”.
Mucha demanda
Aunque Sarah duró dos años en su puesto, la emoción de trabajar en la moda pronto dio paso a la frustración y el tedio por una gran cantidad de “tareas administrativas que requerían muchas horas y estaban mal pagadas”.
Y al sentir que sus jefes no le ofrecían una trayectoria profesional clara ni le transmitían una sensación de progreso, Sarah reconoció que su trabajo acabó por hundirla y lo dejó.
“Tanto los gerentes como los empleados sabían que era un lugar de trabajo competitivo, que siempre había mucha demanda. Si te ibas, te sustituían por otra persona joven que seguramente estaría muy entusiasmada por el simple hecho de estar allí”, reflexiona.
Los expertos afirman que hay muchas empresas que contratan específicamente a jóvenes que se acaban de graduar que quieren dedicarse a lo que les apasiona, a menudo en carreras muy competitivas y “glamurosas”.
Algo que en algunos casos puede ser positivo para quienes buscan una forma de entrar en un sector en el que creen conseguirán el trabajo de sus sueños.
En otros casos, sin embargo, se corre el riesgo de que los jóvenes recién empleados queden encasillados en funciones poco remuneradas y exigentes, ya que los empresarios saben que las vacantes siempre serán muy codiciadas.
Esta situación suele generar mucha presión y ansiedad en muchos jóvenes que inician una carrera con la esperanza de establecerse en un lugar y valerse por sí mismos, pero que terminan vulnerables al agotamiento o la desilusión desde su primera experiencia laboral.
Derecho de piso
Muchos puestos de trabajo se crean con la expectativa de que los trabajadores más jóvenes crezcan en ellos.
A menudo hay vías claras de promoción y objetivos que alcanzar, con empresas que ofrecen incluso programas de orientación y desarrollo para guiar a los empleados que comienzan en los niveles más bajos a subir en el organigrama.
Aunque el ascenso pueda ser duro, muchas empresas quieren invertir en sus trabajadores para que permanezcan en la organización.
Sin embargo, según los expertos, hay otras empresas que adoptan un enfoque diferente: crean infraestructuras en las que contratan a empleados jóvenes que tienen pocas oportunidades, o ninguna, de ascender, y luego les ordenan tareas muy exigentes.
Un escenario en el que los empresarios esperan que sus trabajadores abandonen la organización en algún momento, ya sea porque se encuentran en un callejón sin salida o por un burnout en el puesto, término que se refiere a esa sensación de desmotivación y pérdida de energía progresiva hasta llegar al agotamiento.
Entonces, suelen ser sustituidos por otros trabajadores jóvenes, destinados a correr la misma suerte.
Está claro que a menudo se espera que los jóvenes se esfuercen en los primeros años de su carrera mostrando ambición, persistencia, esfuerzo y resistencia en el lugar de trabajo, o dicho de otra forma, “pagando el derecho de piso”.
Atractivo
Según Helen Hughes, profesora asociada de la Escuela de Negocios de la Universidad de Leeds, en Reino Unido, no todos los trabajadores jóvenes que carecen de una trayectoria de crecimiento explícita se encuentran en empresas que intencionalmente rotan su fuerza laboral.
Hughes menciona, por ejemplo, el caso de las relaciones públicas, donde los puestos más bajos, que suelen ser los peor pagados, “encajan en la trayectoria profesional de una persona: la expectativa es que, en las primeras etapas, tienes que aceptar puestos de menor categoría antes de poder progresar”.
Sin embargo, algunas compañías deciden establecer lo que Hughes denomina un “modelo a corto plazo”. Y hay muchas razones por las que las empresas optan por fomentar este modelo de rotación de trabajadores jóvenes, en lugar de invertir en ellos.
En primer lugar, están las implicaciones financieras. Los recién graduados empiezan en la parte baja de la escala salarial y no tienen la expectativa de ganar lo mismo que los empleados con más experiencia.
“Las empresas suelen contratar a los recién graduados porque pueden pagarles menos”, dice Dominik Raškaj, director de marketing de la web de empleo Posao.hr, con sede en Croacia. “Es efectivamente una fuente de mano de obra barata e infravalorada”.
Además, los trabajadores que son principiantes pueden ser más maleables y estar más dispuestos a aceptar ciertas condiciones laborales.
“Cuanto menos experiencia tiene el empleado, más abierto de mente es y, en general, está más dispuesto a aceptar las condiciones del entorno laboral que se encuentra”, dice Hughes. “No están condicionados por la experiencia, lo que tiene ventajas para el empresario: son más fáciles de moldear”.
El riesgo
Sin embargo, esto puede dejar a los jóvenes trabajadores que buscan abrirse camino en una carrera susceptibles de que se les ofrezcan empleos equivocados o entornos de trabajo tóxicos.
“Los recién graduados pueden verse expuestos a la explotación si no han adquirido la experiencia necesaria para saber lo que está bien y lo que no”, afirma Hughes.
“Pueden tener la sensación de que se trata de un campo realmente competitivo, por lo que se sienten desesperados por aceptar un rol muy desafiante que puede que no tenga las mejores condiciones. “Puede deformar la visión de alguien”, asegura.
En estas situaciones, el riesgo a corto plazo es el burnout, el agotamiento extremo.
Los jóvenes pueden verse agobiados por largas jornadas laborales, enormes cargas de trabajo o tareas menores y, debido a su falta de antigüedad, son incapaces de defender sus intereses. Esto puede dejar a los trabajadores frustrados o, en casos como el de Sarah, sometidos a mucho estrés.
Muchos, sin embargo, sienten que no tienen más remedio que aguantar, sobre todo si intentan abrirse camino en determinados sectores que suelen tener muchas barreras para poder entrar en ellos.
Una realidad que puede ser muy dañina para una persona joven desesperada por establecerse en una carrera competitiva que acepta ser sometida a largas jornadas y malas condiciones de trabajo. “Algunos deciden quedarse y resistir al máximo porque están empezando”, dice Hughes.
“Pero sin experiencias anteriores que sirvan de referencia, el riesgo es que acepten que eso es lo que se requiere para poder estar en ese lugar, que las malas condiciones se normalicen y que esa persona acabe pensando que eso es todo lo que vale”.
Esto puede tener repercusiones a largo plazo para estos jóvenes, ya que puede crear falsas expectativas sobre lo que significa estar en el mercado laboral.
“Los trabajadores empiezan a retraerse, a no esforzarse y a mostrar comportamientos de abandono silencioso”, afirma Jim Harter, científico jefe de gestión y bienestar en el lugar de trabajo de la empresa estadounidense de análisis Gallup. “Esto puede deformar la visión de lo que significa una carrera profesional y su relación con el trabajo”, comenta Harter.
“Los recién graduados pueden estar tan preocupados por conseguir un trabajo que piensan que cualquiera les vale”, añade Hughes.
Pero trabajar muchas horas, mal pagadas y sin una proyección a la vista tiene consecuencias a largo plazo. “Te adaptas a las normas que te rodean -malas normas- justo al principio de tu carrera”.
Hay alternativas
La buena noticia es que el actual mercado laboral, favorable a los empleados, puede dar opciones a los jóvenes trabajadores si descubren que están en un puesto en el que sienten que están siendo explotados, sin posibilidades de progresar, o que les está resultando demasiado difícil.
“Ahora también se plantean más preguntas sobre los empleos para personas graduadas”, dice Hughes. “Y hay más denuncias de malas prácticas laborales en las redes sociales, lo que significa que hay más presión para que las organizaciones que no cuidan a sus empleados más jóvenes cambien”.
Sin embargo, incluso en una era de escasez de personal y de comentarios en internet, muchos de estos entornos difíciles perdurarán.
Esto significa que puede que siga recayendo en los hombros de los empleados principiantes la carga de reconocer cuándo se encuentran en una mala posición.
Pero identificar esto puede ser más fácil de decir que de hacer, ya que los empleados con poca experiencia laboral pueden no saber lo que es normal en el puesto que están trabajando o lo que es ir demasiado lejos.
En el caso de Sarah ella reconoció que su trabajo la había llevado al límite y se marchó. Pero en lugar de insistir en el mismo sector por el que había soñado en un principio, tomó otro camino y ahora trabaja para una agencia creativa ajena al mundo de la moda.
Dice que es mucho más feliz en su nuevo puesto, que le ofrece una progresión clara, un trabajo estimulante y tareas diarias variadas.
“Puede que [la moda] me pareciera un lugar impresionante para trabajar”, dice. Y agrega: “Pero me di cuenta de que es más importante tener un trabajo satisfactorio que un nombre llamativo en el currículum”.
*El apellido de Sarah lo mantuvimos en secreto por motivos profesionales.
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