Largos meses de esfuerzo, los secretos detrás de las carrozas del corso de Lincoln
Sobre un papel amarillento, que denota el paso de los años, Néstor Valfiorani, carrocero de 86 años, anotó, con caligrafía diminuta y perfectamente prolija, año por año los nombres de los motivos que diseñó para los carnavales de Lincoln. "Nunca perdimos, aunque parezca mentira", dice, orgulloso. Él, junto a su hijo, sus sobrinos y sus cuñados, mantuvo la tradición a lo largo de los últimos 70 años.
El primer motivo que realizó fue "Hoy Polenta", en 1950, con la instrucción de Enrique Urcola, el artista y creativo que introdujo la técnica de la cartapesta en el carnaval de Lincoln. Consistía en un muñeco de un chef que preparaba polenta en una olla y era acompañado por 11 jóvenes vestidos de cocineros, con delantal y gorro blanco, y máscaras de cartapesta similares a la cabeza del muñeco. "Urcola nos hizo hacer la cabeza para que aprendiéramos cómo hacerla, pero en el momento de salir al corso apareció con la que él había hecho. Nos completó el motivo porque la cabeza que habíamos hecho no estaba muy bien", confiesa Valfiorani, y se ríe.
Urcola instruyó a cientos de jóvenes y en 1928 hizo la primera carroza de cartapesta, llamada "Los peliculeros", y es gracias a él que hoy Lincoln, ubicada a 328 kilómetros de la ciudad de Buenos Aires, es la capital nacional del carnaval artesanal.
El iniciador de toda esta tradición linqueña fue Enrique Urcola, un joven que había ido a estudiar artes a Buenos Aires y que trabajó en el Teatro Colón, donde aprendió la técnica de la cartapesta que trajo luego a esta ciudad bonaerense.
Actualmente, su hija, Amanda Urcola, de 78 años, lleva adelante el museo de arte infantil y del carnaval artesanal, que es visitado por turistas de todas partes.
La familia Valfiorani participó en casi todas las categorías del carnaval: máscara suelta, marionetas, minicarroza y carroza. Marcelo Valfiorani, de 61 años, comenzó a ayudar a su padre en los carnavales a los 10 años. Debutó colaborando, en 1966, en la carroza "Reestructuración", la primera autopropulsada.
En 1971 hicieron "El circo de Marrone", en honor al mítico actor que hacía reír a multitudes. "A Marrone lo fueron a buscar en avión a Mar del Plata. Vino para hacer un show a beneficio, a raíz de que se enteró de que le hicimos la carroza", cuenta Néstor Valfiorani. La historia es corroborada por el recorte de la noticia que salió en el diario La Reforma, de La Pampa, que Valfiorani guarda junto a su álbum de fotos.
Valfiorani transmitió la técnica de la cartapesta a su hijo y a sus sobrinos. "Hasta 1962 se hacía una careta con molde de barro, que era muy sucio, lerdo y engorroso, y luego se pasó a trabajar con estructura de alambre, que se usó hasta 1968. A partir de 1970 se empezó a usar globo, y hace unos 15 años cambiamos a telgopor, que es más rápido", cuenta Marcelo Valfiorani.
Implementaron otras innovaciones, como el enganche de acoplados. También cuentan que fueron quienes introdujeron las minicarrozas y las marionetas. En 2011 presentaron a sus famosos venecianos, marionetas de 4,5 metros de alto. "Lo hicimos en una casa, en completo secreto, y a la madrugada cruzábamos la calle para probarlos en el patio de casa. Una vecina nos ofrecía cebarnos mate mientras trabajábamos porque quería saber a toda costa qué hacíamos", recuerda Néstor Valfiorani.
"Los venecianos fueron nuestro gran éxito. Todo Lincoln nos aplaudía, fue lo máximo", agrega, emocionado. Este trabajo lo hizo junto a su sobrino, Cacho Zunino, Marcelo y su señora, Cristina.
Cuando se termina un carnaval se va pensando en el motivo del siguiente y en septiembre se empieza a trabajar. Antes, cuando terminaba el carnaval, las carrozas, máscaras y marionetas se vendían a otros pueblos, que tenían corsos más chicos. "Otras veces los teníamos que quemar, porque no había lugar donde ponerlos", explica Néstor Valfiorani.
Al armar una carroza hay que ocuparse de la cartapesta y de los movimientos. A estos últimos se dedicaban su cuñado, Delmar Barbero, y sus sobrinos Zunino y José Díaz. "El trabajo se hace de noche cuando se vuelve de trabajar y durante los fines de semana. Nunca pasamos un verano en una pileta. Se sufre mucho calor en los galpones y talleres. Se hace en secreto y muchas veces es difícil conseguir dónde realizar el trabajo y esconder los diseños, por las dimensiones de las carrozas", explica Marcelo Valfiorani.
Tarea de tiempo y sacrificio
Participar de los carnavales como carroceros lleva tiempo y sacrificio. Hoy sigue la tradición Daniel Luengo, sobrino de Néstor Valfiorani. Luengo, de 66 años, comenzó a participar en carrozas a los 10. También aprendió dibujo y pintura en el Ateneo de la Juventud, donde Urcola daba clases. "Urcola era un tipo particular. Se fabricaba sus herramientas, porque en esa época era todo muy precario. Con lo que tenemos ahora somos Gardel", señala Luengo.
Hace 50 años que Luengo participa de los carnavales como carrocero en múltiples categorías. Participó en 15 carrozas que ganaron el primer premio, junto a Miguel Videla. En 2001-2002, con otro carrocero, Alberto Díaz, hicieron "Vacas Locas", una de las que más le gustaron al público, según manifiesta.
Los hijos de Luengo viven en La Plata, pero todos los veranos vienen a Lincoln a ayudarlo, igual que lo hacen su mujer, Mirta Barroso, y su hermana, Miriam Luengo.
"Este año trabajé con Agustín Romañano, fierrero, que se encargó de los movimientos. Yo hago el diseño, la cartapesta y la pintura", explica Luengo. La minicarroza que realizó para este carnaval se llama "Más vale tarde que nunca" y consiste en un carro tirado cuyo caballo y conductor son esqueletos móviles. La idea de fondo es que el transporte nunca llega a destino. "Mi hija, que es paleontóloga del Conicet, me ayudó con los huesos", indica Luengo.
Valfiorani, Luengo y otros vecinos de esa ciudad como José Díaz, Raúl Traverso y Batata Fernández son los exponentes de los últimos 50 años de los carnavales de Lincoln.
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