La ya larga tradición de celebrar lo mejor de nuestras vidas
¿Cómo se construye una tradición? ¿Cuántas veces tiene que repetirse un hecho para escalar posiciones y llegar a ser un hábito? ¿Se mide en cantidad de tiempo, en impacto, en extensión? Este diciembre advertimos que, para repasar los últimos doce meses, acudimos por quinto años consecutivo a un formato celebratorio. Nos preguntamos otra vez qué personas -aunque a veces se trata de fenómenos sintetizados en uno o más nombres- nos inspiraron en 2017. Con esa lista confeccionada -hacer listas: otro hábito que nos gusta- salimos a la caza de un autor para cada personaje preciosamente escogido. El procedimiento, hay que decirlo, no es tan sencillo aunque lo parezca, pero como casi todo lo que en la vida cuesta se disfruta más al final del camino. Hojeamos este ejemplar y vemos ahora a tantos grandes retratados en palabras de tantos otros grandes y confiamos en que la intuición haya funcionado. Ojalá el lector se haya conmovido, en cada caso, como nosotros. Quizás, en algún caso, este puñado de nombres le traiga algún descubrimiento.
Así es que ahora que ya pasó la tormenta, los cálculos y recálculos, y hasta las persecuciones a la luz de la última luna con tal de obtener el texto preciado, parece fácil reírnos, aprender y disfrutar de la cocina de esta Edición Aniversario que nos hizo conversar y compartir ideas con hasta cinco veces más talentos que los que finalmente se pueden ver en esta fábrica de parejas sin compromiso.
Es imposible pasar por alto que buscar un autor, en todos los casos, significó buscar a un autor necesariamente generoso, alguien capaz de correrse del cono de luz para, desde las sombras, reconocer a un colega que en algunos casos es de su misma talla. A veces no ocurrió, es verdad. En cinco años y después de 250 textos publicados -de una, dos, tres y hasta cuatro carillas- digamos que es mejor egresar de la escuela de los egos para ingresar en la de los asombros.
En esta edición, una autora de ficción argentina consagrada, como Liliana Heker, recibió nuestra certera invitación a escribir sobre un tenista internacional y, sorprendida de sí misma, nos confesó: "Me había jurado no aceptar un trabajo más a fin de este año, pero no puedo decirle que no a Federer. Sólo por eso lo haré".
Hubo sabrosos momentos de incertidumbre que nos dejaron de cuclillas y en la orilla, como quien espera a que llegue una botella arrojada al mar. Alberto Manguel, por ejemplo, aceptó por mail, con su estilo invenciblemente escueto, escribir sobre la gran protagonista de las letras en 2017, la canadiense Margaret Atwood, y él, que no usa teléfono celular ni redes sociales, nos hizo recordar el encanto de la dulce espera de la llegada de un retrato que, claro, arribó a tiempo y con maestría.
Como a Leonardo DiCaprio en Atrápame si puedes, salimos tras autores algo escurridizos, que nos hicieron caminar por la cuerda floja de los plazos (seremos respetuosos en no revelar las fuentes, tampoco esta vez). Y finalmente nos deleitamos con la mirada tecnicolor de Marcos López, el clamor de Luis Pescetti por una patria lutheriana, la justicia de Gioconda Belli, la inventiva de Fernando Vega Olmos, el canto de la Sole, la calidez de Paula Agliozzo Molina, mamá de un chico de 12 años trasplantado de corazón, para referirse al ejemplo que nos dejó Justina cuando se fue, y el agradecimiento y la sabiduría de todos los demás.
Creyendo que de alguna manera la tradición está cerca de nosotros, leímos transversalmente nuestros Anuarios, desde que en 2013 el Papa, Messi y Máxima (imposible repetir semejante trinomio) salieron en la portada hasta hoy mismo, en este diciembre, cuando es la influencia de los Beatles la que tiñe de pop nuestra tapa.
En estos cinco años hubo varios personajes que estuvieron de los dos lados del mostrador; fueron homenajeados y merecedores de tributo el basquetbolista Manu Ginóbili, el chef Germán Martitegui, el biólogo Diego Golombek, el escritor Eduardo Sacheri, la sommelier Paz Levinson, el fotógrafo Rodrigo Abd.
Encontramos, también, que algunos inspiradores en distintos años volvieron a inspirarnos: el Papa, Ricardo Piglia, David Bowie, Paula Pareto o Juan Martín del Potro, quien solito se llevó la imagen de tapa de 2016. También nos hicimos conscientes de algunos autores fetiche de este proyecto, como el artista Eduardo Stupía, la actriz Inés Estévez y el músico Juanchi Baleirón.
En números, los personajes del espectáculo nos inspiraron casi el doble que los deportistas, secundados por los de carácter social (se comprende por la amplitud de ese registro, que abarca desde protagonistas de tendencias y modas hasta seres anónimos que traen a nuestras páginas historias conmovedoras). Artistas, escritores y otras voces de la cultura comparten en número los otros dos cuartos de la torta con los de la ciencia y la tecnología (esta vez, con 9 exponentes cada categoría). Se escapa de las generalidades -y de la estadística- el tema político: la única vez que un funcionario ingresó en la lista de inspiradores fue en 2015, cuando Graciela Fernández Meijide retrató a María Eugenia Vidal como un corazón aguerrido en medio de la selva.
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