La voz que vibró con varias generaciones
Desde 1967, "El Flaco" inauguró una manera muy particular de componer en idioma español
"Y deberás amar/amar, amar hasta morir/y deberás crecer/sabiendo reír y llorar/la lluvia borra la maldad/y lava todas las heridas de tu alma" ("Quedándote o yéndote")
Fue un gran rayo de luz. El hombre sabio del rock se fue en silencio y dejó detrás de sí una estela fulgurante de música y vida que marcó el rumbo del rock argentino, desde que fundó la patria cancionera con Almendra en 1967 y obsequió, como último gran regalo a toda una generación, aquella noche de gloria en 2009 junto a Las Bandas Eternas, en Vélez.
Fue el músico que amábamos todos. Sí, porque ni siquiera aquellos que decían extrañamente que no entendían su música y su lenguaje metafórico pudieron escapar a sus canciones himno, aquellas incrustadas en el inconsciente colectivo, que marcaron el tiempo de todos y de cada uno.
En algún estribillo, en algún riff, en alguna melodía que trepaba con ese hilo de voz, Spinetta volverá una y otra vez en "Muchacha (ojos de papel)", "Todas las hojas son del viento"; "Barro tal vez"; "Bajan"; "Plegaria para un niño dormido", "Quedándote o yéndote"; "Despiertate nena"; "Alma de diamante"; "Cantata de los puentes amarillos", "Rutas argentinas", "Ella también", y una obra que supera lejos las trescientas composiciones.
El código Spinetta se descifraba y transfería desde un estado de pura sensibilidad. Cada banda tenía un mensaje para su época. Spinetta era el medium que catalizaba un clima musical, un momento, una atmósfera, un punto de luz. Y sobre todo, reflejaba su propio cosmos interno.
Con Almendra –que integró con Emilio del Guercio, Edelmiro Molinari y Rodolfo García– grabó dos discos fundantes, que marcaron a fuego la historia en el rock local, y de todas las bandas que vendrían después. La alquimia del cuarteto regó de himnos para siempre al rock vernáculo: "Muchacha (ojos de papel)", "Fermín", "Ana no duerme" y "Tema de Pototo". En 1970 se disolvieron para juntarse una década después para grabar El valle interior y un disco doble de los shows en Obras de 1980, que tuvo la trascendencia en su tiempo de otros regresos como el de Serú Girán y de Soda Stereo.
Después de un viaje a Francia, Spinetta volvería para grabar un disco solista en 1971 y, en poco tiempo, le daría forma a otra banda clave: Pescado Rabioso. Con ese grupo echó a rodar una bola sónica, con el blues y el rocanrol como materia, donde emergía la crudeza y aspereza de los tiempos violentos por venir.
La banda sacudía con esos riffs pesados que explotaban en la lírica rebelde y directa de este power trío liderado por Spinetta y con Black Amaya en batería y Bocón Frascino en bajo (fue suplantado por David Lebón), y el posterior ingreso de Carlos Cutaia. La banda implosionó en el corazón del rock de los setenta con discos como Desatormentándonos primero y Pescado 1 y 2, (un disco doble), que concluiría ese cónclave eléctrico. Después llegaría el emblemático Artaud (1973), que acentuaría su viaje onírico poético-instrumental con el nombre de Pescado Rabioso, pero sin sus integrantes y con Spinetta como único capitán del barco.
Artaud fue la puerta a su próxima agrupación, Invisible. Con Machi en bajo y Pomo en batería, "el Flaco" le pone al poderío sónico de su anterior agrupación un vuelo cósmico y psicodélico, con arreglos que exploran un tinte más urbano y hasta tanguero en Durazno Sangrando (1975) y El jardín de los presentes (1976), donde aparecía la sombra de la dictadura cerniéndose como una nube negra.
Con esta agrupación Spinetta vuelve a conseguir el apoyo masivo del público para sus conciertos despedida en el Luna Park ante un total de más de 25 mil personas. Pero a principios de 1977, Spinetta vuelve a cambiar el rumbo de su música, como un salmón navegando contra la corriente del pop y alumbrado por el jazz rock. Edita el solista A 18 minutos del sol, con un sonido más jazzero todavía; vuelve con Almendra para una gira de regreso que finaliza en 1981 en La Falda; registra un experimental disco en inglés, Only love can sustain, y cranea el nacimiento de otra nave de sofisticación musical y rock progresivo llamada Spinetta Jade.
Con Diego Rapoport en teclados, Beto Satragni en bajo, Juan del Barrio en teclados y Héctor Pomo Lorenzo en batería editaría cuatro discos, alternando con su labor solista con discos como Kamikaze (un álbum que no puede falta en ninguna discoteca), y Mondo di cromo (1983), con un sonido más eléctrico, sintetizadores a lo Stevie Wonder y hits como "No te alejes tanto de mí".
La irregularidad de las presentaciones de Spinetta Jade, un discurso musical complejo y aquellos exquisitos paisajes instrumentales, transformaron a esta formación, en una banda de culto para sus fanáticos. Sin embargo, el recital que compartieron con Serú Girán en la primavera de los ochenta fue uno de los grandes eventos del año. A partir de 1982 y de obtener notoriedad con discos como Bajo Belgrano, y realizar conciertos masivos en Barrancas de Belgrano cuando presentaron Madre en años luz, el proyecto Jade se fue diluyendo y ganó terreno el cantautor solista que habitaba en el Flaco: mentor del sonido, las obras, los arreglos y la dirección musical de todos sus discos.
Como figura del rock local, Spinetta empezó a compartir ideas con colegas. Con Charly García encaró un proyecto que no terminó de madurar pero dejó un tema a dúo que se convirtió en otro himno, "Rezo por vos", (incluido en su disco Privé); y después se unió a Fito Páez para grabar La la la en 1986. Dos años después, a partir de Téster de violencia de 1988, se inicia un trayecto solista con grandes discos ?Don Lucero (1989), Pelusón of milk (1991), Spinetta y Los Socios del Desierto (1997), Para los arboles (2003) y Spinetta y Las Bandas Eternas (2010)– que marcaron un rumbo y dejaron un camino de luces.
Están sus discos para volverlo a escuchar. Y están aquellos momentos en vivo, que pasan como un rayo fugaz para iluminarnos por un momento, o para toda la vida.
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