“La Virgen está enojada”: cómo se gestó la prohibición de la peregrinación a caballo a Luján
Detrás de la decisión se esconde una realidad dramática; hace muchos años que la actividad genera polémica en toda la zona
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Por primera vez desde 1945, la peregrinación gaucha que tenía lugar cada último domingo de septiembre al santuario de Luján fue suspendida por el municipio. Detrás de esta decisión, se esconde una realidad dramática.
Hace ya muchos años que la peregrinación a caballo genera polémica en toda la zona de Luján. Tanta que, desde hace tiempo, en el campo se corre la voz de que la razón por la cual para esas fechas llueve torrencialmente reside en que “la Virgen está enojada”. Sucede que la histórica peregrinación se fue degradando a medida que el entramado social de nuestro país lo hacía, y al agrandarse el cordón urbano fue perdiendo su esencia criolla.
A modo de diversión y por falta de controles, los carreros empezaron a acudir en masa, desvirtuando el espíritu de aquel primer desfile de 1945 cuando Monseñor Serafini organizó –con los centros tradicionalistas más cercanos, el Rodeo y el Martín Fierro– un desfile y una misa en la Basílica de Luján.
Ante el descontrol que había invadido y transformado la tradicional peregrinación con peleas a cuchillazos, alcohol y muertos (humanos y animales), diferentes asociaciones civiles y grupos proteccionistas, así como amantes de los caballos, fueron tomando la iniciativa para intentar controlar el desborde. Cuando llegaba la tan temida para algunos –y esperada por otros– fecha, una marea de voluntarios movilizaba para cubrir las entradas a la ciudad, ofrecer agua, comida y descanso, solicitar certificados de anemia de los caballos y controlar peso del animal, la carga y la edad. En los últimos años era común ver potrillos tirando de carros cargados con familias enteras.
“Se formaron diferentes puestos de control en los distintos corredores de acceso a la peregrinación. Al principio solo fueron un puñado de personas, ofreciendo agua y algunos auxilios básicos para los caballos, que no contaban con el peso para llevar la carga impuesta o que estaban desnutridos. Venían con familias enteras y todo el equipaje arriba pues se quedaban todo el fin de semana. Los caballos volvían andando, lastimados, con cólicos y quedaban muertos o moribundos por el camino. Nos han amenazado con facones. La situación era insostenible”, dice Claudia Favano, de Rescatistas Unidos Zona Oeste. “Generalmente esos caballos correspondían a los carreros que se agregaban de todo el conurbano”, agrega.
Desde la municipalidad, el secretario de Turismo, Nicolás Capelli, asegura: “Existe una necesidad de reconfigurar pragmáticamente la peregrinación con el espíritu de aquella primera de 1945. Luján es la casa de la Virgen y todos son bienvenidos, pero no podemos permitir que siga esto como venía sucediendo. Tenemos que reordenarlo, pensar en la seguridad de los habitantes de Luján, la urbanística, y evitar que haya maltrato animal”.
Para poner un ejemplo simple, añade, “en una de las reuniones que tuvimos con todos los actores desde un centro tradicionalista hablaban de los de accesos a la Basílica y nos decían que ellos ingresaban por el callejón de Luján. Pero hoy ese callejón es la ruta 34, por donde pasan camiones, colectivos, autos y motos a gran velocidad. Tenemos que evitar que se desborden los hospitales. En 2019 tuvimos dos personas fallecidas, una de ellas debido a faconazos y otra que amaneció ahogada. Diez caballos muertos y cantidad de perros heridos y abandonados como cada año”, enumera Capelli.
Laudato si’
“Queremos reflexionar a la luz de la encíclica Laudato si [sobre el cuidado de la casa común, del Papa Francisco]. No podemos pensar en una festividad que no cuide a todos los seres vivos. Estamos trabajando en una celebración que defienda la tradición gaucha y esta muestra de fe, ordenando, porque no queremos más las postales de sufrimiento y dolor que vemos desde hace mucho tiempo. Sabemos que gran parte de los tradicionalistas aman a los animales y los cuidan como parte de su familia. Esta actividad se fue transformando en algo que no debía ser”, explica Francisco Madero Marenco, artista costumbrista y nieto del gran Eleodoro Marenco.
En nombre del tradicionalismo, afirma: “Se llega a este punto por no haber hecho las cosas bien, porque no hubo los suficientes controles durante muchísimos años. Nació de una manera, como una peregrinación gaucha con gente que cuida sus animales y gente que sabe de caballos, que lo hace con un sentimiento que tiene que ver con lo religioso, pero relacionado con la defensa de la cultura gaucha. Culpa de gente que no tiene nada que ver con eso, que se fueron sumando a lo largo de estos últimos años, que no son de campo ni gauchos, que no cuidan a los animales y llevan alcohol y se descontrolan, terminan pagando las instituciones gauchas. El primer responsable es el Estado, que no supo regular ni coordinar y permitió excesos. No estoy de acuerdo con que se prohíba, sino que debe controlarse para que no se llegue al desastre en que se había convertido. Si hay voluntad, es fácil regularlo para hacerlo en forma ordenada, prolija y con el cuidado de los caballos que corresponde”.
El rector del santuario de Luján, y encargado de recibir a los peregrinos de a pie o a caballo, es el padre Lucas García, quien participó de las reuniones que se hicieron junto al intendente Leonardo Boto, representantes de las asociaciones gauchas, del proteccionismo animal y de las áreas de Seguridad y Turismo.
“El espíritu que queremos para la peregrinación es el amor por la vida, el trabajo y los animales, sin dejar de ver la realidad que vivimos en nuestro país. Está plasmado en el comunicado que sacamos –dice el padre Lucas–. Es una buena iniciativa para pensar la peregrinación en positivo, dialogar y trabajar. Revalorizar la figura del gaucho y simbolizar el verdadero espíritu de la peregrinación inicial, cuidando su esencia. En la última realizada, monseñor Agustín Radrizzani llamó a los sacerdotes a cuidar a los animales. Podemos dialogar y sacar lo mejor, ese es el camino”.
El intendente Boto concluye: “Todos los actores involucrados en la organización de este evento tradicional hemos coincidido en que no podía continuar de la misma manera. Era hora de adaptarse a las nuevas demandas y reconvertir la actividad en una propuesta que celebre la fe y las tradiciones, pero sin perjudicar a peregrinos, animales y vecinos. Tomamos esta decisión con la convicción de que expresa el sentir de la comunidad, con la vocación de construir una propuesta superadora y con la responsabilidad de ser garantes de la protección de toda la sociedad”.
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