¿La última noche? "Es volver para atrás", se quejan los gastronómicos porteños
En Plaza Serrano, en Palermo, el personal de los diferentes bares y restaurantes espera sobre la calle sosteniendo el menú, ofreciéndolo. Relojean el caminar de los peatones, observando si alguno de ellos elegirá su local para tomar algo. Son las nueve de la noche de ayer y salvo por la presencia de algunos clientes, muchas de las mesas permanecen vacías.
La ciudad aguarda ansiosa la publicación del decreto presidencial, que restringirá la circulación nocturna en todo el país. Desde el gobierno afirman que actuará como una "recomendación", y que será cada gobernador el que tendrá la última palabra. La ciudad de Buenos Aires, además de Córdoba y Mendoza, ya había anunciado que no acatará el condicionamiento. Espera el anuncio para saber cuál es su margen de acción.
Federico Vélez, encargado del bar Valk, permanece junto a dos mozos en la puerta del local. Todos llevan puesto barbijo. De materializarse, considera que la medida será drástica."El horario nos mataría a todos porque es justo cuando viene la gente. Además, esto haría que se acumulen más: van a venir todos a la misma hora. Para subsistir vamos a ofrecer delivery y abrir más temprano: nosotros abrimos de cinco de la tarde a tres de la mañana, y pasaríamos a abrir a la una del medida. Ni eso va a alcanzar. Es volver atrás de nuevo, sobretodo por la cantidad de protocolos que nos hicieron implementar. Es simple, básicamente estamos gastando plata", opina.
Por la vereda camina Sofía García, de 20 años, mientras charla con una amiga de su misma edad. Aunque no comparte la preocupación del encargado, dice estar en contra de la redacción del decreto. "Yo le diría a la gente que siga saliendo, que vaya a la casa de amigos; yo voy a hacer eso. Me cuidé todo el año porque tengo familiares de riesgo y recién ahora estoy retomando mi vida social. Igual algo se va a inventar, siempre nos la ingeniamos", asegura.
Julián Suárez, de 24 años, esta sentado junto a un amigo en la plaza. "Si se llega a implementar el decreto sería directamente arrancarles la esperanza a los del sector gastronómico y dejarlos que caigan de nuevo". Salir no es su mayor inquietud, pero sí afirma que se va a seguir juntando con la gente que conoce. "Lo responsable siempre es avisar a quienes ves, por si alguno tiene trato con población de riesgo o personas mayores. Tenemos que cuidar al de al lado", sostiene. Su amigo asiente.
En la zona de Núñez, la escena es parecida. Los bares continúan abiertos aunque sin grandes aglomeraciones. Sobre la calle Sucre, un grupo de cuatro amigos comparte un plato de papas fritas mientras toman cerveza. "Yo estoy cansado, como todos. Si se lleva a cabo la prohibición de circular, la respetaría los primeros días. Después sí me juntaría a tomar algo con amigos. No haría locuras, pero sí iría a una terraza, a hacer lo mismo que estoy haciendo ahora. Esto también es salud", dice Hernán Castelli, de 25 años.
A su izquierda, Juan Cruz Somoza, de su misma edad, admite que no acataría el toque de queda. "Seguiría haciendo lo mismo que vengo haciendo ahora: juntarme con amigos, ir a fiestas". Agustín Ramos lo mira y sonríe. "Yo lo respetaría, pero sé que mi grupo de amigos no. Igualmente, habría que aprovechar que es verano para salir, vernos al aire libre, sobretodo después de este año tan duro. Además, ¿no viene la segunda ola?", piensa mientras los demás lo miran sospechosamente.
Frente al Cementerio de la Recoleta se encuentran una serie de bares y locales gastronómicos: parrillas, cervecerías, restaurantes de pizza y de hamburguesas. En Bullers, hay una pequeña fila esperando por una mesa. Dista de ser una aglomeración. Santiago Costa, de 21 años, está esperando su turno junto a una amiga. "Si se hace, me voy a seguir juntando con las mismas personas que veo desde que rompo la cuarentena. Las fiestas clandestinas van a seguir, el cambio es que quizás en lugar de empezar a la noche, las van a hacer a la tarde, o más temprano. Es absurdo que se pongan en contra de la juventud. ¡No se la pueden agarrar con los adolescentes!", enfatiza.
Dentro del local, Adrián Merino, el encargado, lamenta la posibilidad del toque de queda. "Si se acata la medida, es volver para atrás. Nosotros, igualmente, esperamos que el gobierno nos dé la oportunidad de trabajar hasta la hora máxima. Lo ideal sería hasta las 12 de la noche. Espero que sean flexibles con el sector gastronómico porque nuestra economía viene muy golpeada. El laburo fuerte ahora está siendo la comida, de 9 de la noche a 11, por eso nos complica el horario. Más aún si tenemos en cuenta que el personal se tiene que ir: tiene que tener la certeza de que puede circular tranquilo a esa hora", opina.
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