Tiene a su cargo la escuela de Puerto Almanza, una aldea de pescadores en Tierra del Fuego. Viaja desde Ushuaia y enfrenta temporales de nieve, escarcha y hielo para enseñar a cinco alumnos. Ella es la maestra más austral del continente: Liliana Juliá
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Liliana Juliá amanece a las cinco. Es noche cerrada en Ushuaia. Una hora después sale de su hogar en el barrio Alakalufes II, situado cerca del Parque Nacional Tierra del Fuego. Enfrenta la nieve, escarcha y hielo. Viaja 75 kilómetros desde Ushuaia para llegar a la escuela más austral del continente. A su escuela, en una pequeña aldea de pescadores, en Puerto Almanza. Aquí, con temperaturas de hasta ocho grados bajo cero, la esperan cinco alumnos para estudiar.
Pese a la pandemia de Covid- 19, mientras que en gran parte del mundo la educación se interrumpía o era virtual, Liliana dictó clases con regularidad, de lunes a viernes.
Ella es la única maestra en esta escuela que lleva un nombre simbólico para el país y en especial para los habitantes de la Patagonia: “44 Héroes del Submarino ARA San Juan”. El nombre de la institución conmemora al buque hundido el 15 de noviembre de 2017, en el océano Atlántico.
La escuela donde da clases Liliana tiene vista al mar. La mayoría de los alumnos son hijos de pescadores.
Tres de los pequeños están en nivel inicial. Dos en primaria. Pedro tiene diez años. Luca tiene siete. Keyla tiene cinco. Facundo y Benjamín tienen cuatro. “Son alumnos preciosos”, sostiene la maestra.
“La matrícula de la escuela es pequeña. Es plurigrado. Primaria jornada completa. Inicial un solo turno. Pero este año, por la pandemia, vinieron en turnos separados: primaria a la mañana, inicial a la tarde”, explica Liliana.
La escuela nunca cerró esta temporada, pese a la segunda ola de coronavirus que obligó a tener clases virtuales en muchas localidades del país. La ruralidad, la escasa cantidad de estudiantes y la férrea determinación de la maestra permitieron continuar con el aprendizaje presencial.
Ahora se prepara para extender la escolaridad de los niños de primaria para que puedan cumplir el turno completo de ocho a tres de la tarde. Los chicos de jardín de infantes seguirán asistiendo medio día, desde el almuerzo en adelante.
Liliana cubre los dos turnos, de todos los alumnos de la escuela. Se adapta a sus cinco estudiantes.
La mujer, de cincuenta años, lleva la mitad de su vida como maestra. Nació en Salta. Estudió en Formosa, en Comandante Fontana, a 180 kilómetros de la capital, la carrera de profesora de enseñanza primaria en zona rural y de frontera.
Hace 17 años eligió mudarse a Tierra del Fuego. Quería conocer la nieve y se quedó a vivir aquí, donde el clima es adverso la gran mayoría del año. Aquí donde nieva en invierno, en primera, en otoño y, ocasionalmente, también en verano.
Hace tres años está a cargo de la escuela más al sur del continente americano.
La escuela de Almanza es una escuela pequeña. Fue fundada en 2011 como sede de la escuela N°6 de Lago Escondido.
Tiene internet, cable y televisión. Está situada sobre el canal de Beagle. Desde la ventana maestra y alumnos ven el mar y la ciudad chilena de Puerto Williams, a lo lejos, en la otra orilla.
En Almanza hay muy pocas familias. Seis parejas con niños viven allí todo el año. La mayoría de los habitantes del poblado son hombres solos que se dedican a la pesca artesanal, a la cocina o al turismo. El pueblo es famoso por la ruta de la centolla.
“Me gusta este lugar. No es como una escuela de ciudad. Acá, soy muy libre para trabajar. Uno disfruta enseñar cada día. Ser maestra acá es mi satisfacción”, afirma la mujer que en 2018 se enteró que se abría el cargo junto a la inauguración del nuevo edificio escolar y se presentó de manera espontánea al acto público de designación para intentar un nuevo desafío.
“La carrera docente me dio la posibilidad de trabajar en este lugar tan hermoso. Acá no existe el estrés laboral. Cuando el tiempo lo permite salimos a caminar por la costa del canal de Beagle. Estoy feliz, aunque me tenga que levantar a las cinco de la mañana. Se disfruta mucho”, afirma.
Camino peligroso
Para sostener el cargo Liliana hace un esfuerzo grande cada día, de lunes a viernes: antes de salir de la ciudad para ir a la escuela rural limpia, ordena y deja su hogar en condiciones. Sale de su casa antes de que la luz del día ilumine a la ciudad de Ushuaia. Y se acerca, aún a oscuras, al ministerio de Educación situado en las calles Patagonia y Gobernador Campos. Allí se sube a una camioneta para ir a la escuela de Puerto Almanza. “Es una ruta complicada. Hay nieve, hielo, escarcha. En invierno viajamos con clavos en las ruedas”, afirma.
Recorre 75 kilómetros. Los primeros 40 kilómetros son por la ruta 3. Luego quedan 35 kilómetros por ruta J. Esta es la más peligrosa.
La jornada escolar termina, hasta ahora, a las tres de la tarde. Se extenderá en las próximas semanas. Entonces toca ordenar la escuela. Liliana no se va hasta que las aulas quedan listas para recibir a los alumnos a las ocho de la mañana del día siguiente.
Luego se sube otra vez a la camioneta para viajar por la nieve y la escarcha de regreso a Ushuaia.
Una vez por semana asiste a la escuela la directora del establecimiento, Mónica Hoyos, que también tiene el cargo en la escuela N°6 Lago Escondido. Las dos mujeres son compañeras a la hora de enseñar.
“Este año fue muy particular. Tuvimos que afianzar matemática, lengua, sociales porque el año pasado prácticamente no hubo clases”, relata la maestra.
La geografía del lugar invita a incorporar contenidos fuera de la currícula: “Trabajamos con los seres vivos. Acá por la ventana vemos lobos de mar, gaviotas, cauquenes. Hay hasta avistaje de ballenas. Pingüinos tenemos cerca. No fuimos aún pero ya vamos a organizar una visita a la pinguinera. Es un lugar privilegiado”, sostiene la maestra.
La escuela puede ir más allá de los conceptos básicos de la currícula dado que la enseñanza es casi personal.
“Trabajamos mucho sobre temas de soberanía, límites, hechos históricos. Reflexionamos sobre el conflicto bélico que existió con Chile. A doscientos metros aún están los cañones antiaéreos apuntando a Puerto Williams”, destaca. La historia y la soberanía del país están tan presentes en esta geografía que es parte sustancial de la identidad.
Almanza es la escuela más austral del continente americano. Más abajo solo queda la escuela de la Antártida.
La institución educativa se instaló en 2011 con un edificio prestado. El edificio propio recién estuvo listo en 2018. El nombre se puso porque el buque escuela ARA San Juan pasó por Puerto Almanza.
“Entró al canal quizá por equivocación, pero aquí todos recuerdan que lo vieron antes del naufragio”, sostiene la maestra.
Puerto Almanza se conmovió con la noticia del hundimiento del buque y pidió poner ese nombre a la institución educativa.
Liliana elige enseñar en esta comunidad que se compromete con el otro. “Acá la enseñanza es persona a persona. Nos miramos a los ojos. Los alumnos son parte de la familia”, sostiene la maestra.
“Nunca me arrepiento de ser maestra rural. Es un privilegio”, concluye.
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