Basado en una historia real del Portugal medieval, el mito tiene de todo, desde pasión juvenil hasta la coronación de un cadáver
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“Es una historia tan antigua como el tiempo: dos amantes injustamente separados. Pero, aunque el drama del rey Pedro I y su reina Inés de Castro tiene matices de Romeo y Julieta en su origen, termina en un lugar incluso más macabro: imagina la historia de amor de Shakespeare pero con un final de película de terror”.
Con esas palabras, la periodista y escritora Holly Williams describe para la BBC uno de los relatos más adaptados de todos los tiempos.
Basado en una historia real del Portugal medieval, el mito de Pedro e Inês tiene de todo -como dice Williams-, desde el amor juvenil apasionado hasta la coronación de un cadáver.
Según la crónica que escribió alrededor de 1440 el historiador portugués Fernão Lopes, unos 100 años antes el príncipe Pedro I se enamoró de Inés de Castro, quien era dama de compañía de su esposa y cuyo padre era un noble español.
El padre de Pedro, el rey portugués Afonso IV, no aprobó este amor y exilió a Inés. Pero tras la muerte de la esposa de Pedro, la exiliada regresó a Portugal, se reencontró con su amado y tuvieron cuatro hijos.
Pero la historia no tiene final feliz.
El rey Afonso y sus consejeros seguían en desacuerdo con esta unión. En 1355, decidieron que la presencia de Inés era un riesgo político demasiado grande para la línea real portuguesa y la mandaron a matar.
Ella fue enterrada en la ciudad de Coimbra mientras Pedro juraba vengarse.
El príncipe lideró un levantamiento contra su padre, iniciando una guerra civil dentro de Portugal. Cuando Pedro llegó al trono, tras la muerte de Afonso en 1357, buscó a los dos asesinos de su amada y les arrancó el corazón.
Pedro también juró hacer a Inés reina de Portugal, incluso en la muerte. En 1360, varios años después de su asesinato, desenterró el cuerpo en descomposición de Inês y lo llevó en procesión desde Coimbra hasta Alcobaça, donde fue enterrado de forma regia, para poder descansar siempre frente a ella. “Esta es una historia terrible y sorprendente, pero cuando se transformó en un mito ampliamente relatado, se volvió aún más oscura, y el inquietante final de la historia se amplió para incluir una visión más literal de la idea de coronar a una reina muerta”, escribe Williams.
De la historia al mito
La primera adaptación fue la obra de 1577 Nise Laureada, del dramaturgo español Jerónimo Bermúdez, en la que Inês no solo era trasladada a una nueva tumba, sino que su cadáver era coronado en una ceremonia.
“Desde entonces, la escena de un rey loco que insiste en que el cuerpo putrefacto de su amante sea vestido con las ropas de la coronación, apoyado en un trono, coronado y con su mano besada por los nobles, ha resultado irresistible para la mayoría de los adaptadores, formando una grotesca escenografía para decenas de obras de teatro, poemas, pinturas, óperas y novelas”, dice Williams.
Según la periodista y escritora, esta fascinación ofrece un lugar para explorar todo tipo de temas: el amor y la devoción, la inocencia y la injusticia, la política y la guerra, la locura y la obsesión, la muerte y el dolor, la feminidad y la masculinidad.
“Como hay tan pocos documentos históricos de la época, los artistas tienen mucho margen de maniobra”, dice Aida Jordão, académica luso-canadiense de la Universidad de York, en Toronto, que ha investigado ampliamente las representaciones de Inés de Castro.
Y realmente es difícil exagerar lo fundacional que es esta historia en Portugal.
“Está en nuestra memoria colectiva”, dice Jordão, quien nació en Lisboa. “La mayoría de los escolares portugueses conocen la historia en cuarto o quinto curso; ¡mi sobrino interpretó al asesino en la obra de teatro del colegio! Esto es muy común, aunque la historia está depurada”.Los adolescentes portugueses también se encuentran con Pedro e Inês cuando estudian a su poeta nacional, Camões, en la escuela, normalmente centrándose en el episodio en el que aparecen en su poema épico de 1572 Os Lusíadas.
“Camões es el gran responsable de que la historia sea una representación tan icónica de Portugal”, dice Jordão, y añade que fue la traducción de Camões a otros idiomas lo que “llevó a Inês fuera de Portugal y a Europa”.
De peón a reina
A lo largo de los siglos XVII y XVIII, Pedro e Inês se abrieron paso sin cesar por el Viejo Continente. Su amor condenado sirvió de base para óperas en italiano, inglés y alemán.
“Y en 1843, Inés fue objeto de un cuadro del artista ruso Karl Bryullov, que la mostraba suplicando por su vida de rodillas, vestida de blanco en un mundo de rojos y marrones oscuros, agarrada por dos niños pequeños: la imagen definitiva de la inocencia”, escribe Williams.Pero la investigación de Jordão no apunta a esta inocencia de Inês sino a su protagonismo, es decir, a dejar de ser un personaje secundario de su propia historia.
“La historia gira en torno a él: cómo declara la guerra civil, cómo tortura a los asesinos, cómo saca a Inês de su lugar de descanso”, dice Jordão y añade:
“Incluso en los cuentos infantiles y en la cultura popular del siglo XX, la feminidad sentimental y la pasividad de Inês están totalmente exageradas. Se la describe como alguien que es hermosa, pero que no hace nada”.
Es en parte por la frustración ante esto que Jordão ha escrito su propia obra -”Yo, Castro”- que tendrá una lectura escenificada este verano, que pone a Inês en conversación con otras mujeres ignoradas en la narrativa, como su hermana y la hija de Pedro.
En esta línea también se inscribe una novela histórica de la escritora portuguesa Isabel Stilwell, publicada el pasado octubre, cuyo eslogan es “espía, amante y reina de Portugal”.
En esta obra, Inês es una jugadora, más que un peón, en el juego del ajedrez político de su tiempo.
En todas sus versiones, históricas y míticas, Inês es -como la define Holly Williams- “una reina muerta que simplemente no será olvidada”.
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