La toma de rehenes también se globaliza
Lo expresó un ex agente del FBI que fue el mediador en la crisis de Waco
"Yo diría que la exasperación de situaciones críticas (familias fracturadas, desesperación por cuadros económicos insolubles, jóvenes devorados por una impaciencia que a veces se vuelve criminal, la cultura de la droga) es una de las principales causas de los episodios delictivos con toma de rehenes, modalidad que hoy parece ser una constante en muchos países."
El autor de esta reflexión sabe de lo que habla. El profesor London Howard, que ha pertenecido por 33 años al FBI de Dallas, Texas, se especializa en negociación con rehenes y le tocó mediar en el dramático caso Waco (1995), cuando el grupo de 109 davidianos terminó trágicamente junto con su jefe, David Koresh.
Howard, que en los últimos cinco años se ha desempeñado como coordinador de Negociaciones y Entrenamiento del FBI, también condujo el equipo de negociación cuando fue sitiado el pueblo de Jordan, en Montana, por un grupo terrorista.
Invitado a Buenos Aires por Domingo Cavallo y Gustavo Beliz y por la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, dialogó con La Nación sobre el tema que justamente conmociona a la sociedad argentina en las últimas semanas.
-Usted dijo que en la salvación de rehenes ganar tiempo es primordial. ¿Siempre es así?
-No en todos los casos. Cuando tiene una situación en la que alguien se está desangrando o ha sufrido un infarto, el nivel de urgencia obviamente aumenta, pero yo diría que la regla que indica la tradición subraya el valor del tiempo en manos de quien domina la situación.
-Usted dijo la semana última por Radio Mitre que, por ejemplo, en la tragedia de los Davidianos de Waco había un elemento importante que se encarnaba en el líder de la secta, David Koresh. Un hombre que no paraba de hablar y que le gustaba escucharse. Quizá las pérdidas no habrían sido tantas si se hubiera empleado un día más en conversaciones.
-La tragedia de Waco es un punto doloroso para mí. Waco no es un buen ejemplo de un proceso de negociación o de una situación con presencia de rehenes. Se dieron circunstancias límite en muchos sentidos. La forma en que se tomaron las últimas decisiones no tuvo nada que ver con las negociaciones. Fue una decisión táctica. Nosotros hicimos lo que pudimos. Teníamos 37 hombres negociando (en el FBI), esforzándose más allá del límite.
Esperábamos terminar bien. El operativo concluyó, como se sabe, mal. Los médicos encontraron 33 cadáveres en el interior de Waco. De ellos, 25 eran niños. Una situación que no es obviamente habitual. No me gustan las comparaciones. (Se detiene y recuerda.) Es verdad. Koresh era verborrágico y con una personalidad muy dominante. Para él lo más importante era no perder el dominio de los hechos. Tenía a la gente controlada físicamente de la misma manera que se había apoderado de sus almas. Koresh estaba dispuesto a que los Davidianos lo siguieran hasta el final.
-Quizás un día más de negociación habría salvado muchas vidas.
-¡Un día más, cincuenta días más! Mire, un año después de Waco tuvimos Montana. Un caso del que la prensa habló demasiado poco. Negociamos durante 81 días y no hubo que lamentar una sola pérdida de vida. Llegamos a una solución pacífica y, quizá por eso, no tuvo tanta difusión. Era una milicia vinculada con la gente que voló el edificio de Oklahoma, atemorizaban a la población de Montana. Allí logramos, por medio de la persuasión, un buen desenlace.
De todas formas, no hay dos casos iguales y la responsabilidad siempre es agobiante para aquellos que deben tomar decisiones. No se olvide de que en este momento los hechos delictivos con toma de rehenes parecen ser una constante en distintos países. En los Estados Unidos debo decir que, lamentablemente, la toma de rehenes aumentó. Hay mucha gente en crisis: desesperación por situaciones económicas insolubles, familias fracturadas, jóvenes devorados por una impaciencia que a veces se vuelve criminal, la cultura de la droga.
En fin, son muchos los factores que contribuyen a crear una atmósfera criminal. Los episodios muestran diferencias: a veces los rehenes sirven para pedir dinero. Otras, para ejercer algún tipo de venganza. Yo diría que la exasperación de las situaciones críticas conduce a este tipo de episodios.
-Mucho se discute sobre la influencia de la violencia en los medios masivos de comunicación.
-Es un tema difícil. Yo creo que en la primera infancia alguna influencia tiene. Cuando yo era niño veía a Roy Rogers o "El Llanero Solitario". Hoy, aun en los jueguitos electrónicos, los chicos tienen siempre una pelea como línea argumental. Sin embargo, no podría afirmar que los medios masivos sean los culpables. Es una influencia de las varias que moldean la personalidad del individuo actual. Los individuos en situación límite como aquellos que han protagonizado los atentados escolares en los Estados Unidos tienen una total familiaridad con la violencia como parte aceptable de la vida.
-¿La venta libre de armas está ligada a estos hechos?
-En este momento tenemos en los Estados Unidos una gran controversia al respecto. Algunos juristas sostienen que el control de armas debería ser estricto. Otros señalan que la Constitución norteamericana prevé que los ciudadanos tengan el derecho a armarse. No creo que sea un tema por resolver rápidamente. Si usted retira las armas del mercado o restringe su uso quizás haya una disminución de la violencia. Pero la gente que quiere matar lo va a hacer entonces con un cuchillo y si usted prohíbe los cuchillos, ¡terminará haciéndolo con una piedra! Lo que tenemos que lograr es conciencia y responsabilidad. Si usted tiene un arma deberá ser responsable por ella.
-¿Por qué se especializó en el rescate de rehenes?
- En los años setenta, en el FBI tuve la oportunidad de verme comprometido en este tipo de procesos y recibí adiestramiento en la Academia de Virginia. Era un tema desconocido para mi, pero confieso que a medida que me interioricé en él, me interesó cada vez más. Coincidía con mis prioridades, con mis propios valores. Yo siempre he sido partidario de la negociación. Creo que es algo que funciona y disfruto con todas sus aristas.
Negociar supone una relación importante con la gente; significa comprometerse con seres humanos en crisis, tratar de ayudarlos. Le diría que también se trata allí de evitar que la violencia se adueñe de la situación. Yo no soy una persona violenta y esto ha influido en todas mis mediaciones.
-Usted dijo que no es violento pero, en realidad, toda su trayectoria está rodeada de violencia ¿Es esto un dilema en su vida?
-Pertenecer al FBI no es el equivalente a ser un policía en la calle. Nosotros somos una agencia de investigaciones. Nosotros llegamos después del crimen y reunimos evidencias. Muchos de nuestros casos son crímenes de guante blanco: delitos económicos, crímenes pasionales. Nuestro trabajo no incluye escenarios de violencia.
-Es otro tipo de violencia. Tan atroz como aquella...
-Trabajamos mucho en el tema de la droga. Investigamos. Es por eso que nunca me he sentido a gusto ocupándome de robos de bancos o secuestros. Prefiero ocuparme de corrupción tanto en lo público como en lo privado.
Una cosa es el asalto a punta de pistola y otra ocuparse en averiguar qué ocurre tras la puerta del banco.
-En otras palabras, nada de sangre para el señor Howard.
-Así lo espero.
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