Austero, elegante, solemne, el templo judío de la calle Libertad puede llegar a pasar desapercibido por quienes transitan a diario por la ajetreada Plaza Lavalle, en la zona de Tribunales. Sin embargo, la Sinagoga de la Congregación Israelita de la República Argentina es una joya del patrimonio arquitectónico porteño y la más antigua de Buenos Aires. Empezó a ser construida a fines del 1800 y representa una pieza fundamental en la historia de esa comunidad en la Argentina. Entre sus visitantes ilustres encontramos al actual Papa Francisco, a Albert Einstein y Angela Merkel, entre otras personalidades.
El templo tardó 35 años en construirse y fue declarado Monumento Histórico Nacional en 2001. Está catalogado por el gobierno de la ciudad dentro los 50 edificios más valiosos levantados entre 1920 y 1970. Si bien la piedra fundamental fue colocada en 1897, debido al notable crecimiento de la colectividad judía el edificio construido en Libertad 785 –frente a donde se encontraba el llamado Palacio Miró, en el barrio de San Nicolás– fue modificado y finalmente inaugurado en 1932, con su fisonomía actual. El proyecto estuvo a cargo de los ingenieros Alejandro Enquin y Eugenio Gantner. En su seno nacieron las principales instituciones judías de la región: Jevrá Kedushá, hoy AMIA; el Hospital Israelita; el Comité contra el Antisemitismo, hoy DAIA; la primera Conferencia Consultiva de Sinagogas Latinoamericanas y el Seminario Rabínico Latinoamericano.
En la Argentina se estima que hay aproximadamente 230.000 judíos; alrededor de 160.000 viven en Buenos Aires, mayormente en Belgrano, Villa Crespo, Once y Flores, que también acuden al templo de San Nicolás. Su estilo posee influencias de las sinagogas alemanas de mitad del silgo XIX. La fachada se compone de un conjunto de arcos de medio punto rodeados por molduras. Está ornamentada con símbolos judíos: en el centro se destaca el sello de David, es decir, la estrella de seis puntas, que puede verse desde varios metros de distancia. "Sobre las puertas se observan unas manos que representan la forma de bendecir de los sacerdotes antiguos. En lo alto de la fachada se divisan las tablas de los Diez Mandamientos y las rejas poseen motivos alusivos a las doce tribus", explica el director institucional y cantor litúrgico del templo, Hernán Rustein, en una recorrida por la sinagoga con LA NACION.
La construcción está organizada a través de tres naves de gran altura. Tiene paredes internas revestidas con revoque símil piedra, piso de mosaicos graníticos y columnas de mármol. Posee capacidad para 700 personas, quienes se ubican en los antiguos asientos de madera con los nombres de los benefactores. Sobre el extremo oriental hay un ábside con vitraux que da luz natural sobre la Torá. Este ábside culmina en una media cúpula decorada con forma de ostra de color dorado, en cuyo centro se halla la estrella de David. "Especialmente los vitraux, fueron hechos imitando el estilo de la sinagoga alemana de la ciudad de Essen, destruida por los nazis", agrega Carlos Vitas, secretario de la Congregación Israelita de la República Argentina. En el subsuelo se encuentra un templo más pequeño para oficios varios.
El año pasado, la canciller alemana Angela Merkel inauguró la joya del templo, el órgano que estuvo años descompuesto. Se trata un delicado Walker construido en 1931 especialmente para este escenario; es uno de los tres Walker fabricados para sinagogas que actualmente sobreviven, ya que los instalados en templos judíos de Alemania fueron destruidos por el nacionalsocialismo. Además de Merkel, el entonces arzobispo de Buenos Aires, cardenal Jorge Bergoglio, visitó el templo en 2007. También el científico Albert Einstein pasó por el edificio cuando llegó a la Argentina en 1925 para dar conferencias.
La historia
Las autoridades del templo como parte de Fundación Judaica son parte fundamental del nuevo Instituto Rabínico Reformista. Cuentan con representantes católicos y del islam que pronuncian unas palabras frente a la comunidad en Iom Kipur, el Día del Perdón, que es el día más importante del calendario hebreo iberoamericano. "El edificio fue levantado cuando San Nicolás estaba poblado de judíos, en general dedicados a la banca, la joyería o peletería. El cambio en las ocupaciones, así como de las modas residenciales, provocaron una diáspora del barrio", explicó Vitas. Hoy la sinagoga se encuentra un barrio cuya población es mayormente católica, a pocas cuadras de las iglesias San Nicolás de Bari y Nuestra Señora de las Victorias.
La crisis económica de fines de los 90, junto a los cambios de hábitos de la sociedad porteña, hicieron que el templo estuviera a punto de ser clausurado. Pero luego se ingresó en una etapa de renovación que fue posible gracias a la creación del primer Minián igualitario. El Minián es un quórum mínimo de diez personas adultas requerido para la realización de ciertos rituales, el cumplimiento de ciertos preceptos o la lectura de ciertas oraciones. Tradicionalmente son diez varones la cantidad necesaria para crear el Minián, pero en sinagogas conservadoras igualitarias o reformistas como el templo Libertad, pueden ser mujeres. También luego del 2001 se reabrió el museo contiguo, urgido de una renovación. Y se dio nuevo impulso al diálogo judeocristiano y las relaciones con el Islam. Este año, por primera vez en América Latina, un matrimonio de dos hombres, uno judío y otro católico, celebró el ingreso a la tradición judía de su hija adoptada.
La sinagoga está rodeada de otros dos edificios que pertenecen a la comunidad. En un petit hotel lindero (Libertad 773) funciona el Centro Comunitario de la Congregación y en el edificio de Libertad 769, el Museo Judío de Buenos Aires Dr. Salvador Kibrick, que narra la historia de los judíos inmigrantes de la Argentina y exhibe muestras de arte contemporáneas. Si uno toca timbre, atraviesa la puerta de madera y sube unos escalones, entra al Gran Hall. Allí se puede elegir caminar hacia la derecha para visitar el museo o subir hasta el primer piso de la sinagoga, donde las mujeres acostumbraban rezar.
El museo recibe 3000 visitantes regularmente por año, más otros 5000 durante la Noche de los Museos. Se puede ingresar entre las 10 y las 18; tiene un valor de $80 para los argentinos y de US$10 para los extranjeros. La entrada es gratuita durante los conciertos a las 13 de los miércoles, entre marzo a diciembre, y en los horarios de rezo.