La falta de deseo puede aparecer tanto en mujeres como en hombres durante el puerperio; expertos consideran que en los cursos de preparto debería abordarse este tema y cuestionan el concepto de cuarentena; relatos sin tabúes de madres y padres
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“Me acuerdo de haber tenido los mismos miedos que antes de la primera vez. Ese temor al dolor, a que no me gustara, a sentirme incómoda… a que nos interrumpiera alguien, esta vez no mis padres, sino una criaturita bastante más chiquita y chillona”, recuerda Natalia, una licenciada en Comunicación que prefiere reservar su identidad, pero que considera que es necesario hablar sobre un tema poco tratado: cómo retomar la vida sexual en la pareja después de la llegada de un hijo.
El puerperio coincide con el reacomodamiento del aparato reproductor de la mujer que, se estima, tarda 45 días en recuperarse. Pero también implica cambios hormonales, psicológicos, emocionales y sociales, que pueden durar mucho más que ese lapso. Los hombres no están fuera de este proceso y también pueden atravesar dificultades de diversa índole.
Entender lo que sucede y saber que los obstáculos son habituales es un punto de inicio clave para los expertos, quienes también avisan que no hay reglas universales, es decir, que cada pareja hace su recorrido y no todas transitan el posparto de igual manera.
“Esa noche nos preparamos, hubo comida rica, velas y música para entrar en clima, pero también hubo tejidos flácidos y llantos punzantes que venían del cuarto de al lado”, cierra Natalia en su descripción.
Las hormonas en el posparto inmediato introducen a la mujer en un estado similar a la menopausia por el bajo nivel de estrógeno, explica el obstetra y ginecólogo Mario Sebastiani, miembro del Servicio de Obstetricia del Hospital Italiano. La presencia de prolactina, hormona vinculada con la lactancia, y oxitocina, relacionada con el apego que se desarrolla hacia el bebé, también impactan en la libido.
Todos estos fenómenos tendrían una razón antropológica de fondo: mantener bajo el deseo sexual es la forma del cuerpo de prevenir un nuevo embarazo en el corto plazo.
Por otra parte, el parto puede dejar cicatrices si es cesárea, desgarro o episiotomía, que tardan entre 20 y 30 días en sanar, indica el médico, autor de una tesis doctoral sobre el sexo en el puerperio.
Y no dejemos de lado lo emocional: el tsunami de sentimientos y sensaciones que trae la nueva vida. “A nivel anímico, hay una fuerte ambivalencia, alegría y felicidad, pero también angustia. La madre puede sentirse extraña en la nueva situación, aparecen los miedos ya presentes durante el embarazo y puede surgir una depresión posparto”, señala Walter Ghedin, psiquiatra y sexólogo.
Poco descanso, ¿poca libido?
La principal razón expuesta por las parejas entrevistadas para esta nota para demorar el reencuentro sexual no fue el cambio hormonal ni el dolor por las cicatrices, sino el cansancio.
“La poca energía que me quedaba de estar mal comida y mal dormida, la tenía puesta en el bebé, y a mi marido le pasaba lo mismo”, afirma Sabrina, periodista de 38 años que vive en Buenos Aires con sus dos hijos varones. La resequedad vaginal le provocaba dolor durante el coito, pero con geles recetados por su obstetra lo resolvió rápidamente.
“Cuando nace un bebé, trasladamos la libido a otro lado, sobre todo si es el primer hijo, que cambia totalmente la dinámica. Para los hombres también es una etapa distinta; al estar cada vez más involucrados en la crianza, ninguno de los dos descansa bien”, opina Marisa Geller, ginecóloga, especialista en fertilidad y directora médica de In Vitro Buenos Aires. “Estaba extremadamente cansado y no tenía ganas de tener sexo”, admite Elías Albrisi, cordobés de 40 años, director de una empresa de seguridad y padre de dos nenas.
Los “nuevos” padres
Según la mirada de Sebastiani, es sorprendente que no se hable de sexualidad en los cursos de preparto. “Un bebé te atormenta en el cansancio, te saca de quicio, ahoga el humor en la pareja. El discurso médico debería ser alertar que, tal vez, no la vayas a pasar tan bien en el puerperio”, advierte.
Entre las pocas investigaciones al respecto, un estudio australiano de 2015, que siguió a 1500 mujeres, reveló los síntomas más frecuentes en el primer trimestre del posparto: pérdida de interés, dolor durante el sexo, opresión vaginal y falta de lubricación. La falta de interés sexual de hecho se mantuvo un año después del nacimiento, en más de la mitad de las mujeres evaluadas.
Los hombres no están exentos de cambios hormonales. Diversos estudios demostraron cómo los niveles de testosterona bajan con la llegada del bebé, fenómeno que puede impactar en su deseo. Además, ellos también se enfrentan a cambios bruscos en sus relaciones y estilo de vida.
“La función parental se inicia durante el embarazo y se desarrolla durante el puerperio con muchísimos temores, que a veces nos guardamos, a que las cosas no salgan bien, a la crianza y a la responsabilidad”, plantea Ghedin. “Los hombres no deben sentirse desplazados, sino emplazarse activamente. Defender su lugar en la relación, estar y acompañar en el proceso a la madre”, añade.
“Creo fundamental conocer a la pareja, qué le gusta después de tener hijos”, plantea Elías. La construcción de ese nuevo entendimiento es fundamental para los especialistas.
Cuarentena en debate
En nuestra cultura es frecuente escuchar que se deben esperar 40 días después del parto para retomar las relaciones sexuales. Pero esto no sucede en otros países del mundo. ¿De dónde viene, entonces, la recomendación? La explicación está asociada a la religión. Un pasaje del Levítico, uno de los libros del Antiguo Testamento, estipula que deben pasar 40 días de “purificación de la sangre” tras dar a luz a un varón y el doble si es mujer. Sebastiani aporta que la indicación de esperar a que cesen las hemorragias se debería al riesgo de que se produzca una infección, aunque raramente suceden.
Lo cierto es que no existe un periodo preestablecido para el reencuentro: los reacomodamientos físicos y emocionales irán dictando los plazos y los modos de acercamiento. ”Quizás uno necesita más tiempo. Por eso, el médico debe ser prudente en no intervenir ni dar consejos sobre sexualidad, excepto que exista un riesgo concreto”, señala el obstetra.
Los sexólogos sí se animan a dar ciertas pautas y, en este sentido, coinciden en que de alguna manera hay que “nutrir” la sexualidad. “Es importante encontrarse de la manera que se pueda, con abrazos, caricias y otras formas de encuentros no centrados en el coito. No hay que dejar enfriar los cuerpos”, dice Ghedin. “No es que la mujer esté ‘asexuada’. Quizás lo que no quiera al principio sea el coito, pero sí otras cosas”, suma Sebastini.
“El sexo cambia profundamente por un tema físico y logístico”, resume Ignacio Cagliani, licenciado en administración de empresas. A los 35 años, este padre de dos hijos repasa sin tabúes los meses siguientes a los partos. “Tenés que organizarte para tener un poco de intimidad. Al ser más planificado, perdés un poco la euforia, pero las ganas creo que no cambian. En mi caso, con mi primer hijo, esperaba a los tres días volver a la misma acción que tenía antes”, confía.
¿Puede mejorar la vida sexual?
Como experta en fertilidad, Geller ha visto parejas tan enfocadas en tener relaciones para concebir que, tras haberlo logrado, pueden volver a conectarse desde el deseo y el placer. También aparecen causas físicas que eventualmente favorecen el encuentro. Ghedin explica que por un tiempo, después del parto, persiste la vasodilatación, que ayuda a aumentar la sensibilidad de la mujer.
Para Mariela Govea, psicoanalista y sexóloga, el puerperio será un tiempo para redefinirse y repensar la propia sexualidad, tanto para las madres como para los nuevos padres. “Puede ser que una mujer no tuviera previsto tener deseos sexuales después de ser madre y se sorprenda a ella misma. Muchas otras se encontrarán de golpe con un cuerpo, un marido, un hijo, una avalancha de exigencias y un trabajo, y tendrán que encontrar la manera de integrar maternidad y sexualidad”, indica.
La especialista advierte sobre un sentimiento que aparece con frecuencia durante las sesiones de su consultorio: la culpa por hacerse un espacio para el placer. “Estamos condicionados por una cultura donde maternidad y sexualidad no van de la mano. Hay que lidiar con muchos mandatos y mitos sobre cómo debería ser una madre”, sostiene.
Los expertos consideran que, si bien es un desafío a afrontar, no hay que dramatizar esta etapa. “Es importante que todo sea consensuado y dialogado en la pareja”, destaca Geller.
“Volver a una sexualidad parecida a la que teníamos antes nos llevó tiempo, energía y planificación. No es que se den espontáneamente esos ratos de a dos, como quizás pasaba antes de ser padres. Ahora, hay que planear y organizar más”, cierra Elías.
Reencuentro, redefinición y reaprendizaje aparecen como variables rectoras en este proceso. Los tiempos y los modos de acercamiento serán propios de cada pareja. Solo se deberían encender las luces de alarma si las dificultades para la intimidad se profundizan con el tiempo o se eternizan. De lo contrario, será un tránsito con claroscuros en el que el acompañamiento mutuo y la confianza harán todo más sencillo.
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