La ruta del metacrilato en el organismo: cada vez más cirujanos plásticos reciben consultas de pacientes que lo tienen en el cuerpo
La sustancia no está autorizada por la Anmat para su aplicación en glúteos; la modelo Silvina Luna denunció que le inyectaron el polímero durante una intervención; hoy está en terapia intensiva con una infección generalizada; los expertos advierten sobre los peligros para la salud de este material
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Es una sustancia que no está autorizada por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat) para cirugías estéticas como el relleno de glúteos pero que, a partir de 2010, frente al encarecimiento de productos de medicina estética importados y certificados, comenzaron a emplearse alternativas sin validación o que, incluso, estaban aprobados, pero para otros usos y otras concentraciones. Es el caso del metacrilato, ese material que es la clave de la crítica situación de salud en la que se encuentra la modelo Silvina Luna, internada en terapia intensiva en el Hospital Italiano, con pronóstico reservado y con complicaciones en la función renal. Según su denuncia judicial, esa fue la sustancia que le inyectó Aníbal Lotocki, el llamado “cirujano de los famosos”, durante una intervención en los glúteos, en 2010. Luego de esa operación, comenzaron los problemas de salud y tiempo después se sumaron los testimonios de otras mujeres que fueron operadas por el médico con distintas consecuencias para su salud.
Y hoy se conoció el fallecimiento del asesor de moda y panelista Mariano Caprarola, que se había intervenido con el médico. Si bien aún no se hicieron públicas las causas de su muerte, había contado que lidiaba con complicaciones de salud luego de someterse a un procedimiento estético con Lotocki, en 2010.
Lotocki fue procesado sin prisión preventiva como autor del homicidio simple con dolo eventual del paciente Rodolfo Zárate, ocurrido en abril de 2021. En febrero del año pasado había sido condenado a la pena de cuatro años de prisión tras las denuncias de Luna, Estefanía Xipolitakis, Gabriela Trenchi y Pamela Sosa.
Tener metacrilato en el cuerpo le provocó a Luna una intoxicación que derivó en un cuadro crónico de hipercalcemia e insuficiencia renal, por lo que tiene que recibir diálisis o esperar un trasplante. Ayer, su cuadro se complicó por la proliferación de una infección generalizada.
“Cada vez hay más consultas sobre estos cuadros y también más casos de personas que aplican tratamientos estéticos que son cirugías sin tener los avales. Distintos profesionales relatan que reciben más pacientes con la consulta de qué hacer si recibieron ese tratamiento. Y la indicación es removerlo porque las consecuencias para la salud pueden ser enormes, como el caso de Silvina Luna o como otros casos que han llegado a nuestros consultorios”, explica a LA NACION Edgardo Bisquert, el presidente de la Sociedad Argentina de Cirugía Plástica, Estética y Reparadora (Sacper).
“El metacrilato es un polímero, una macromolécula, lo que llamamos material plástico. Muy usado en aplicaciones médicas. Por ejemplo, las prótesis de cadera se fijan con PMMA [el nombre técnico del metacrilato], ya que para esa aplicación está demostrado que es biocompatible, pero no es compatible para cualquier uso. La dosis está en relación con la toxicidad, en concentraciones mayores y en usos no indicados el cuerpo genera una respuesta adversa”, explica a LA NACIÓN Gustavo Abraham, doctor en Ciencia de Materiales, investigador principal del Conicet en el Instituto de Investigaciones en Ciencia y Tecnología de Materiales, especializado en polímeros biomédicos.
“Estudiamos materiales poliméricos o plásticos que se usan en aplicaciones médicas. En el campo de la cirugía, el metacrilato se usa en bajas cantidades, en arrugas y pequeñas correcciones. O en odontología. Pero no está aprobado para glúteos, donde hay posibles migraciones de sustancias, cadenitas de bajo peso molecular, al torrente sanguíneo, que pueden dar origen a eventos que comprometan la vida misma de la persona”, detalla Abraham.
Efectos
“Entiendo que por el consultorio de Lotocki pasaban cientos de personas a las que se les ponía este producto. Yo misma he visto muchísimos pacientes con complicaciones gravísimas, por ejemplo, necrosis, que es cuando el tejido deja de tener oxígeno; enfermedades autoinmunes; diabetes; lupus; artritis reumatoidea, que es una respuesta del organismo que se confunde y reacciona de esta manera. Y, en los estadios más importantes, cuando empieza la hipercalcemia, ahí ya se produce la insuficiencia renal o, incluso, en algunos pacientes que han tenido desprendimiento, se producen embolias, trombosis y muerte súbita o infarto por estos rellenos”, detalla la médica Mónica Milito, especialista en cirugía plástica y reparadora, miembro de la Sacper.
Según enfatiza, recibir pacientes con consecuencias por ese tipo de cirugías es, lamentablemente, más frecuente de lo que se cree. “Esta es una práctica habitual. Yo recibo pacientes de ese señor [por Lotocki] y de muchos otros médicos y no médicos.. Lamentablemente, se siguen haciendo [este tipo de tratamientos] todo el tiempo. Es realmente muy alarmante la cantidad. La mayoría son, por supuesto, médicos truchos o no médicos, o gente que simplemente lo hace sin ser médico. Son falsos cirujanos plásticos. Desde hace años muchos años que de Lotocki se viene advirtiendo desde la Sacper que no es cirujano plástico, que produjo lesiones en varios pacientes conocidos y también no conocidos, que quizás no llegan a los medios, pero sí, a nuestros consultorios. Pero, lamentablemente, la gente siguió y sigue optando por tratamientos como estos”, apunta Milito.
“Existe un mal uso de este material por interpretar que se trata de un polímero biocompatible, pero solo en determinadas concentraciones y en ciertas partes del organismo, que son los usos autorizados por Anmat. La biocompatibilidad indica que ese material es propia de un material en una aplicación específica. En otra podría no serlo”, señala Abraham.
Marcelo Berstein es cirujano y miembro del comité de comunicación de Sacper. “Nosotros insistimos en que los pacientes consulten si el cirujano es miembro de la sociedad, si es idóneo, si se lo evalúa, si usa criterios válidos. El metacrilato se utiliza en odontología en pequeñas cantidades y en productos específicamente autorizados por Anmat, pero no hay ningún producto que tengan metilmetacrilato que sea para uso de relleno de glúteos. Está indicado en casos traumatológicos, en reemplazos de cadera para poner prótesis, se lo utiliza como cementante, en una mínima cantidad, entre la prótesis y el hueso. También se lo usaba en neurocirugía para hacer pequeños segmentos óseos que se perdieron. Hoy ya no se usa más. Estaba indicado para uso cosmético en muy pequeñas cantidades, para arrugas, pero tampoco hoy la Anmat ya no la permite”, apunta. LA NACIÓN consultó a los voceros de la Anmat para conocer los usos permitidos del metacrilato, pero no obtuvo respuestas.
“Para que se entienda, el metacrilato es un polvo de acrílico, que en esas cantidades no tiene un uso médico, sino hogareño. Es el material de las repisas o de los vidrios de los cochecitos de colección. No está permitido su uso en pacientes”, detalla Berstein.
Migraciones de la sustancia
¿Cómo ocurre la intoxicación por metacrilato? “Hay partículas que pueden migrar por el torrente sanguíneo y llegar al riñón. Al tener un cuerpo extraño en el organismo, el cuerpo lo reconoce y lo quiere eliminar. Como no lo logra, porque está encapsulado, entonces se producen series de infecciones sucesivas. Cuando eso ocurre, se deben aplicar corticoides para evitar el rechazo generalizado del cuerpo a ese material, pero esto le baja las defensas al paciente. Se debilita el sistema inmunológico. En este contexto, se pueden acantonar más bacterias. Acantonar significa que se depositan y se multiplican en forma feroz. Incluso, las micobacterias”, explica Berstein. “El cuerpo quiere eliminar las partículas microscópicas que se depositaron en el riñón y no lo logra. Se forman nódulos. Al inmunodeprimirse con corticoides, le bajan las defensas y puede producirse una infección generalizada”, completa.
Según relatan distintos especialistas consultados, Lotocki no sería el único en aplicar el metacrilato en cirugías estéticas. Sobre todo, después de 2010, otros cirujanos relatan recibir frecuentemente en sus consultorios pacientes operados por otros médicos e, incluso, personas que no son profesionales, que recibieron esa sustancia y les produjo problemas para la salud. “En algunos casos, se colocó Subiton, que es también metacrilato, pero específicamente es un producto que se usa para hacer las uñas esculpidas”, apunta Milito.
“Dentro de las complicaciones que produce el uso de metacrilato o lo que le llaman biopolímero, que no es más que un aceite industrial de silicona, se puede producir una induración local: que el cuerpo lo rechace, que se haga un nódulo, una piedra dura que comprima, por ejemplo, un nervio, provocando dolor local, infección, inflamación. Esa es la primera complicación. La segunda es que eso, a veces, no se puede sacar porque se mete dentro de los músculos, dentro de los tejidos y el organismo genera una respuesta muy fuerte y no hay manera de quitarlo. Hay que tratar de remover lo que se pueda, pero no siempre es posible. Removiendo una cantidad de producto, baja un poco la incidencia de enfermedad, pero lamentablemente, mientras el producto esté en el cuerpo, es un tóxico importante”, explica Milito.
¿Qué hacer?
¿Qué es lo que tiene que hacer la persona que tiene este producto en el cuerpo? “Concurrir a un médico serio y evaluar la situación a fin de ver si es posible remover la mayor cantidad de producto. Hacer un estudio, una tomografía. Es muy difícil visualizar el producto, hay que hacerlo por un estudio bastante complejo que se llama electroforesis, que es bastante complejo hacerlo en Argentina, pero se puede hacer. Y tratar de hacer una biopsia para ver qué producto tiene la persona y actuar en base al síntoma”, indica Milito.
En algunos pacientes, se explica, lo que se produce tras recibir el metacrilato en esas cantidades es el llamado Síndrome de Asia (Autoimmune Syndrome Induced by Adjuvants, por sus siglas en inglés, y cuya traducción es Síndrome Autoinmune Inducido por Adyuvantes). Se trata de una poco frecuente reacción autoinmune o inflamatoria, atribuida a una sustancia extraña al organismo. “Es un síndrome inflamatorio, una respuesta autoinmune que genera el organismo para defenderse de la sustancia. El organismo reacciona muy fuerte para defenderse.”, dice el cirujano plástico Michael Guibert.
“A partir de la difusión de casos como el de Luna, recibimos muchos pacientes que consultan por colocación de biopolímeros. Cada vez vienen más y más preocupados. En algunos casos, explican que hace un tiempo les pusieron ese producto. Los problemas ocurren, sobre todo cuando se colocan grandes cantidades. Como en los glúteos. Es menos frecuente en los labios. El producto puede migrar, deformar la zona, y traer problemas inmunológicos o traer algún problema en un órgano puntual. Lo que les explicamos a los pacientes, es que como se va impregnando en el tejido sano, son muy difíciles de retirar. A veces, los pacientes van a tener que continuar con los controles para chequear que no les traiga problemas a largo plazo”, agrega Guibert.
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