La roca lunar fue muy visitada pese a la tarde de sol
Como un melón: este fragmento fue recogido en la Luna en 1972 por los astronautas de la Apolo XVI; se exhibe hasta hoy en el museo de la Facultad de Ingeniería, gracias a la gestión de un argentino.
Una roca lunar traída a la Tierra por la misión Apolo XVI, iniciada el 17 de abril de 1972 por los astronautas Mattingly, Duke y Young, será hasta hoy exhibida en el Museo de Ciencia y Técnica de la Facultad de Ingeniería de la UBA, gracias a la gestión del argentino Miguel Moreno, quien trabaja en la NASA desde hace 12 años. Esta roca es tan sólo un fragmento de los 390 kg que se extrajeron de nuestro satélite, en sucesivas expediciones, con el propósito de conocer las características de la Luna con más exactitud.
Bajo el rótulo de "muestra 60016", el fragmento es tan grande como un melón, con lo que supera en tamaño a las pequeñas muestras del Planetario.
Desde la NASA
¿Cómo llegó esta piedra desde la NASA a la Argentina?, preguntó La Nación al doctor en Física, Miguel Moreno, quien desde el pasado viernes responde frente a la roca toda clase de inquietud que asalte a los interesados en el tema lunar. "La NASA permite a los científicos que allí trabajamos tomar materiales extraídos del espacio para ser expuestos en distintas partes del mundo. Como soy argentino, nacido en San Juan, en vez de llevar la roca a Alemania u otro país, quise que los argentinos tuvieran la posibilidad de saber más sobre la Luna y su superficie." Este hombre, de voz suave e inocultable resabio cordobés en la cadencia con que habla, no oculta su entusiasmo. "El hombre siempre se ha visto atraído por los misterios del espacio y la posibilidad de vida en otros puntos", dijo.
Mientras él habla, grupos de 30 personas, entre jóvenes, adultos y chicos, se agolpaban frente a la roca, envuelta para su protección en un prisma transparente, e interrogaban al científico acerca de las características de la superficie lunar, su gravedad y temperatura-, así como sobre la posibilidad de vida en Marte y en Júpiter.
El tamaño de la curiosidad
"Pensaba que era blanca y más grande", dijo Jesica Servidio, de 17 años, quien se acercó a la muestra para saber más sobre la Luna, tema que siempre le atrajo. En el mismo sentido se manifestó otro joven, Pablo Erba, de 15 años: "Pensé que sería más grande, igual es muy interesante observarla y hablar con el científico. Me gusta saber acerca de la vida en el espacio".
Conocedor del tema, el director del Observatorio del Colegio Nacional de San Isidro, Conrado Federico Kurtz, señaló la importancia de la exposición como difusora de temas científicos y disparador de inquietudes al respecto.
Kurtz coincidió con la opinión de los niños. Para él, el material lunar presentado era "un poco pobre", ya que esperaba ver un fragmento mayor del satélite de la Tierra.
Parecida a una piedra pómez
A primera vista la roca lunar exhibida no se distingue demasiado de un fragmento de piedra pómez, debido a la coloración grisácea y los poros de su superficie. ¿Cómo advertir, entonces, que esta roca es realmente un fragmento de la Luna?
Según explicó el científico Miguel Moreno, "existen elementos constitutivos que por medio de técnicas especiales permiten determinar con certeza que dicha muestra es de la Luna".
En primer lugar, la roca lunar es más antigua que todas las de nuestro planeta, tiene 12 veces más concentración del elemento titanio, no tiene agua y cuenta con una muy baja concentración de carbón.
Ya la Luna estuvo entre nosotros
Hace más de un cuarto de siglo, otros fragmentos de la Luna, recogidos por la histórica misión Apolo 11, la primera expedición humana en suelo selenita, fueron admirados durante 15 días por varios miles de personas en el teatro Municipal San Martín, donde se formaban largas filas de curiosos e inquietos porteños de todas las edades.
El 16 de abril de 1970, el ex presidente de los Estados Unidos de Norteamérica Richard Nixon donó, por intermedio del ex embajador norteamericano John Davis Lodge, al ex primer mandatario argentino teniente general Juan Carlos Onganía cuatro trozos de la superficie del satélite recogidos por los astronautas de la misión Apolo 11.
Junto con ese obsequio, Nixon envió a Onganía una pequeña bandera argentina, la misma que Neil Armstrong, Edwin Aldrin y Michael Collins llevaron en la cápsula espacial durante el viaje que culminaría con el primer descenso del hombre en la Luna, el 20 de julio de 1969.
Durante la entrevista que Lodge mantuvo con Onganía en el Salón de Invierno de la Casa Rosada también le exhibió la piedra lunar que los astronautas recogieron en el Mar de la Tranquilidad, fragmento a la vez de un ejemplar que en la Luna pesaba 350 gramos, seis veces menos que en nuestro planeta.
Gira terrestre
Ese trozo de Luna estuvo expuesto a la vista del público dentro de una esfera de plástico y su presentación en la Argentina fue sólo parte de una gira que el objeto extraterrestre realizó por este planeta. La muestra realizada entonces en el teatro General San Martín había sido inaugurada con un acto, al que asistieron el ex embajador norteamericano Lodge; el ex intendente municipal de la Capital general (RE) Manuel Iricíbar; el ex secretario del Consejo Nacional de Ciencia y Técnica doctor Alberto C. Taquini;el ex secretario de Cultura de la Municipalidad doctor Alberto Obligado, y otros funcionarios.
El embajador de los EE.UU. expresó en su discurso que, pese a su apariencia material insignificante, la piedra lunar "es más valiosa que cualquier piedra preciosa, por ser el resultado tangible de la aventura más fantástica soñada desde el amanecer de nuestra historia".