“La resistencia de Viamonte”: el grupo de hombres del club CUBA que no quiere socias mujeres
Desde las rejas que adornan la entrada se advierte que se trata de una construcción elegante. Por uno de los ingresos, escaleras arriba, se accede al comedor. Los hombres deben usar corbata allí. Y si no la tienen, se les provee una en el vestíbulo. No hay exigencias de ese estilo para las mujeres. No hace falta: no hay ninguna a la vista.
Escaleras abajo hay otro acceso. No hay cartel que lo indique, pero todos lo saben: a esa parte no pueden entrar las mujeres. "El límite es Viamonte", asegura un grupo de socios vitalicios del Club Universitario de Buenos Aires (CUBA). El histórico edificio, ubicado en la calle Viamonte al 1560, sede central del Club, hoy es foco de una disputa interna por ser el único lugar de la institución en donde las mujeres no pueden hacer deporte.
Cuba tiene 22.000 miembros, desde los cuatro años de edad en adelante. Entre otros personajes conocidos, son socios el senador Esteban Bullrich, el juez de la Corte Carlos Rosenkrantz y varios funcionarios del oficialismo. Unos 2000 socios son vitalicios y hay cerca de 6000 mujeres que forman parte del club. Son familiares de los socios hombres y tienen la categoría de adherentes o asociadas, pero no son socias.
Desde hace unos meses, la Comisión Directiva (CD) del Club viene trabajando en un proyecto que apunta a reformar el estatuto para eliminar esa diferencia de categoría y que las mujeres puedan ser socias plenas. El plan será sometido a votación el próximo 5 de noviembre. Votarán solo los socios, es decir, los hombres.
"Hemos convocado esta asamblea en la convicción de que la modificación propuesta refuerza las características de este Club, que es universitario y familiar, además de adecuar su Estatuto al Código Civil y Comercial de la Nación", sostiene la CD en un comunicado. Si bien el proyecto descarta modificaciones en el edificio de Viamonte, para algunos socios la disputa sigue en pie.
"Nosotros nos criamos en CUBA. Somos los de Viamonte", dice el periodista y conductor Rolando Hanglin, socio vitalicio del Club -ingresó a los 13 años y hoy tiene 70-. "Hay una institución muy importante que se llama UMA. Unión de Mujeres Argentinas. Yo no pedí entrar ahí. Hay docenas de círculos de mujeres y son todos discriminatorios, pero está bien, son asociaciones privadas, me parece perfecto. Yo voy a peluquerías de hombres generalmente. ¿Cuál es el problema?", compara.
Los socios que se autodenominan "los de Viamonte" sostienen que los quieren "presionar con el argumento del miedo". ¿Miedo a qué? A ser juzgados por no estar a la altura de los tiempos que corren. En un año en el que se debatió la ley del aborto, hubo numerosas movilizaciones reclamando por los derechos de las mujeres y la agenda de género se instaló en todos los debates, este grupo de hombres no se resigna a aceptar que se incorpore en el estatuto del club la categoría de socias.
La interna generó una pequeña batalla de afiches en las carteleras del Club. Por un lado, los que se oponen al cambio piden que se vote por el "No" a la reforma. "¡Viamonte no se toca!", sentencia el cartel. Por otra parte, quienes la apoyan piden por el "Sí" y aclaran que el disputado edificio se va a conservar "como está actualmente" si se aprueba la modificación del estatuto.
"El club no es discriminatorio, es altamente inclusivo. Lo que pasa es que ahora está de moda el Me too y todas estas... [se calla]. Nos acosan con una cuestión de género inexistente y te ponen como si fueras un retrógado. ¿Cómo vamos a ser enemigos de las mujeres, si nos gustan más que no sé qué?", dice Raúl Landini, que es socio de CUBA desde 1957.
Hanglin acota: "Y si somos retrógradas ¿cuál es el problema?. Es problema nuestro".
En la disputada sede se practica aikido, box, básquet, natación, judo, taekwon-do, waterpolo y yoga. Solo pueden participar de estas actividades los hombres, algo que no sucede en las otras ocho sedes que tiene el Club. La explicación oficial es que se trata de una cuestión de infraestructura: es la sede originaria del club, nació cuando no había mujeres en la institución y hoy no hay espacio para hacer vestuarios femeninos.
Pero los "custodios de la tradición" tienen otros motivos. "Estamos ejerciendo el derecho de asociarnos y de compartir nuestros espacios con los que queremos hacerlo. La sede Viamonte no la queremos tocar. Queremos que siga como está, que siga siendo la sede masculina que fue desde el minuto cero", resume Landini.
"CUBA nace como un club masculino y las mujeres entran a través del parentesco de un socio varón. Esto es así y es lo que queremos mantener. ¿Por qué vamos a cambiar la esencia del club? El único derecho que no tienen las mujeres es el de votar y el uso de la sede central (Viamonte)", insiste Landini y añade: "No digo que votar sea un derecho menor, pero esas mujeres ingresaron como adherentes a este club. Pueden ingresar a otro club si quieren".
La mayoría de los argumentos de los que no quieren el cambio se escudan en "la tradición". "Esto es CUBA. Club Universitario de Buenos Aires. Y estamos muy orgullosos de que sea así. Tiene un sello. Tiene una forma de vida. Nosotros defendemos esa tradición", enfatiza Hanglin.
Para dejar sentadas las bases y evacuar las dudas, el club publicó en su página web las respuestas a "preguntas frecuentes" de socios y asociadas con respecto a los cambios que se implementarían de aprobarse la reforma.
Una de estas preguntas frecuentes es: "¿Cambiará el uso y destino de la sede Viamonte?". La respuesta es: "No: el uso de las instalaciones deportivas de ese edificio seguirá siendo exclusivamente para los socios varones". La explicación que da el club es desarrollada en cuatro puntos: "Es una limitación que existe desde 1928, cuando se inauguró la sede"; "Es previa y anterior a la admisión de mujeres en las sedes de campo"; "Es razonable, ya que todos los deportes que allí se practican pueden desarrollarse en otras sedes del club"; "Existen cuestiones edilicias, funcionales y presupuestarias que justifican sobradamente mantener el estado actual de uso y destino de Viamonte".
Sin embargo, el grupo de socios vitalicios que se opone a la reforma no cree que se pueda mantener el status quo de Viamonte. "En el momento en que haya una socia mujer, va a tener los mismos derechos que un socio varón", reclama Alejandro Bretto, de 47 años, que también entró al club en su adolescencia. "Hoy esgrimen que son las mujeres las grandes discriminadas del club. Si mañana viene una persona transgénero, por ejemplo, y nos dicen ‘ustedes son discriminatorios’, ¿vamos a cambiar de nuevo el estatuto?. Y después va a venir alguien a decir ‘No aceptan mascotas, son discriminatorios’, ¿Y vamos a cambiar de nuevo el estatuto? ¡Así no terminamos más!", se queja Bretto.
El reclamo no se circunscribe solo a las mujeres. Para este grupo de socios, la modificación del estatuto puede abrir la puerta a otro cambio al que también se oponen: el carácter universitario del club.
"Esta apertura indiscriminada de que puedan ingresar a club mujeres universitarias que no tengan parentescos con socios significa también que van a poder ingresar con sus maridos, que no van a necesitar ser universitarios. Por lo que la condición esencial que aglutina a los socios del club, que es la de ser universitarios, va a quedar desvirtuada", intenta graficar Landini.
Muchos de estos hombres tienen esposas e hijas y, según aseguran, ninguna de ellas está de acuerdo con que se modifique el estatuto. "A nuestras mujeres no les interesa en absoluto ir a Viamonte", dice Héctor Ferreyra, socio del club desde hace 45 años. Sin embargo, esa no es la opinión general de las mujeres del club. En una nota publicada por LA NACION, varias asociadas expresaron su apoyo a la reforma del estatuto y, si bien reconocieron que hoy están integradas a la mayoría de las actividades del club, manifestaron la importancia de ser aceptadas como socias y tener los mismos derechos que los socios hombres.
Por su parte, Santiago Caride, que pertenece al club desde los 13 años, está casado y tiene dos hijas mujeres y un varón, afirma: "La familia está totalmente integrada. Pero es un club donde hay una tradición, y yo tengo la libertad de asociarme, yo decido con quién".
"Es un club privado", remarca Bretto, para dejar en claro la negativa al cambio. "Tenemos libertad de asociación", insiste.
Mientras estos señores no dan el brazo a torcer, el club se apresta a concretar el cambio histórico el próximo 5 de noviembre. Ese día se necesita el consenso de las dos terceras partes de los hombres asistentes a la asamblea para tratar la reforma del estatuto. Luego se define por mayoría simple. ¿Podrán finalmente las mujeres adquirir la categoría de socias plenas? . "Amamos a CUBA como es y no la van a cambiar, no lo vamos a permitir. Y el daño que hicieron lo van a pagar", amenaza Hanglin. Todo está por verse.
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