La redención
Aquella fresca mañana de verano, de esas que dan ganas de manejar despacito, mientras la brisa matutina entra por la ventanilla abierta, y en las que más tarde, con el sol alto, habrá que encender el aire acondicionado, me encontraba circulando por unas callecitas del barrio Las Cañitas, cuando al llegar a una esquina vi a un joven que estaba limpiando los vidrios de un comercio. En esa cuadra por las dos aceras no hay menos de treinta locales.
Entonces recordé a aquel muchacho de veintitrés años que había torcido su vida terminando primero en un reformatorio y ya mayor por otros ilícitos, detenido y con una "probation", que en la nota publicada el 19 de octubre de 2009 bajo el título de "Con un ladrón abordo", les había relatado. Seguramente los lectores seguidores de estas columnas recordarán el artículo y la historia.
Como decía José Passarella, mi abuelo materno, "solo las montañas no se encuentran". Pero aquella mañana tuve la alegría de volver a cruzarme con aquel muchacho que había entrado a robar una tarde en un restaurante de Villa Urquiza y ahora lo encontraba realizando un trabajo decente.
Detuve el taxi y me acerqué a él, me reconoció inmediatamente y me saludó diciendo:
- Como está "Don", tanto tiempo, vio que acepté su consejo.
Lo miré unos minutos y le respondí:
-Mirá amigo, yo no soy nadie para dar consejos, simplemente aquella noche solo te di una sugerencia, y me alegra que aquella propuesta no cayera en saco roto.
Me dio un apretón de manos y me dijo que si lo esperaba un rato terminaba su tarea y podríamos tomar juntos un café. Cuando terminó fuimos a un boliche de la zona y allí pudimos conversar un sobre su vida actual.
Me contó que esa noche después que bajó del taxi, estuvo pensando mucho en mi sugerencia y durante varios días recapacitó y se dio cuenta que era mejor llevar una vida decente, contraria a la que venía desarrollando hasta ese momento.
Después de un par de días y al volver a convivir con su pareja y la hija de ambos, charló con su mujer sobre la propuesta, y ésta le dijo que le alegraba que tomara una decisión así, que les permitiera vivir, aunque humildemente pero sin sobresaltos con el dinero que pudiera obtener en trabajos decentes y no tener que estar pendiente que algún día le golpearan la puerta para decirle que a su marido lo habían matado durante un robo.
Leandro continuó con su relato y me manifestó que después de algunos meses se fueron a vivir a una casita en el fondo de la casa de los suegros en la localidad de Moreno.
A partir de aquel momento continuó con su trabajo comunitario en el Colegio de Monjas, que le había asignado el juez en la "probation", y cada vez que era requerido por el Juzgado se presentaba como correspondía y los informes de las monjas y la asistencia social siempre fueron buenos. Hoy es un hombre libre, con casi treinta años, trabajador y con una familia bien constituida. Tienen previsto casarse en la Iglesia del Colegio de Monjas donde Leandro realizó los trabajos comunitarios.
Su mujer, Nelida, está embarazada de cuatro meses, ahora esperan un varón, ya saben que se llamará Mateo, mientras que sus suegros cuidan de Guadalupe, la hija que hoy tiene seis años, cuando ella sale a trabajar por horas en casas de familia de la Capital.
Fue evidente que en la vida de Leandro se produjo un cambio positivo. Nos despedimos con un abrazo y un fuerte apretón de manos, intercambiamos nuestros números telefónicos y quedó en avisarme cuando naciera su hijo.
Subí nuevamente al taxi y mientras me alejaba, recordé que en cierta oportunidad, hablando con Juan Carlos Mareco "Pinocho" en los estudios de Radio Colonia, junto a Beba Vignola, me comentó algo que siempre decía su amigo "Wimpi", humorista y autor uruguayo de importantes obras: "Si la gente que roba o delinque, se dieran cuenta que "buen negocio" es ser decente, serían decentes por un buen negocio".
Hoy le he contado buenas noticias, saber que Leandro encontró la senda correcta en su vida, acompañado por su familia y con el deseo que nunca mas pierda el camino del trabajo honrado, el respeto hacia él y las instituciones y que la felicidad sea una constante en el transitar suyo por esta vida.
La otra buena noticia es que pasé por el famoso monumento a "Caperucita Roja" en los bosques de Palermo, que había sido pintado por un grupo de vándalos, ahora fue restaurado y puesto en valor por el personal del M.O.A. Monumentos y Obras de Arte, que depende del Gobierno Autónomo de la Ciudad de Buenos Aires, demostrando que aún con un exiguo presupuesto pudieron reparar la estatua y está nuevamente ubicada en su sitio para beneplácito de los turista y de los habitantes de la ciudad.
Será hasta nuestro próximo encuentro.
¿QUÉ LUGAR DE LA CIUDAD ES? DEJE SU RESPUESTA, EL LUNES PRÓXIMO, SE REVELARÁ LA INCÓGNITA
La respuesta de la semana anterior
Quería simplemente felicitarlos por haber descubierto que la foto publicada corresponde a las mansardas del Palacio de Tribunales sobre la calle Uruguay, en alguna próxima nota contaré la historia del Palacio que es muy interesante.
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