La falta de lluvias en la zona alta de la cuenca provoca un nuevo episodio de aguas muy bajas que afecta la navegabilidad y enciende alarmas ambientales
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ROSARIO.– Desde hace varios días, el tramo argentino del río Paraná volvió a parecerse al de la bajante histórica 2019/2023, que llevó el caudal de agua de ese gigante fluvial a niveles pocas veces visto y que se anotó el récord de ser el estiaje más prolongado de la historia, al menos desde que existen registros.
Con una altura en la escala hidrométrica del puerto de Rosario que esta semana ronda un metro (contra una altura promedio para el mes de agosto que durante el período 1997/2023 fue de 2,71 metros), el Paraná padece la escasez de lluvias en las zonas altas de la cuenca (Brasil y Paraguay) y se encamina a permanecer en situación de aguas bajas por un tiempo indeterminado, según los pronósticos que de manera periódica actualiza el Instituto Nacional del Agua (INA).
De hecho, el bajo nivel podría empeorar para llegar a una altura de 0,67 metros en Rosario el próximo 27 de agosto y de 0,51 metros durante la primera semana de septiembre, valores no muy lejanos del pico de la última bajante, que fue de -0,49 metros el 12 de enero de 2022.
La falta de agua genera problemas de todo tipo, tanto en los usos humanos del río (navegación, generación de energía, comercio exterior, toma de agua dulce para potabilizar) como en la salud del ecosistema de humedales característicos del Paraná, en el cual el agua es parte fundamental y un gran aliado para mantener a raya a los incendios asociados a prácticas productivas como la ganadería de Islas.
Situación de la cuenca
Según el INA, el nivel del río Paraná en territorio argentino (el río atraviesa las provincias de Misiones, Corrientes, Chaco, Santa Fe, Entre Ríos y Buenos Aires, hasta su desembocadura en el estuario del Río de la Plata) “persiste con tendencia de descenso de base en aguas bajas y disminución en la amplitud de punta y base semanales sobre el tramo Corrientes/La Paz, y con amplitud todavía más atenuada aguas abajo de La Paz, rumbo a Rosario”.
A este escenario se suma una probabilidad del 49% de que se desarrolle una fase fría (La Niña) durante el trimestre agosto-septiembre-octubre, evento que genera una inhibición de las precipitaciones en las cuencas bonaerenses, tramo medio e inferior del río Paraná y río Uruguay. En ese punto, desde ese Instituto remarcaron que se prevé un trimestre con lluvias inferiores a lo normal en la región central de la Argentina.
Según Juan Borus, experto de ese organismo oficial, el escenario general “tiene cierto parecido con lo que vimos entre 2020 y 2022″ y agregó que mientras que la cuenca del Uruguay se sostiene en buenos niveles, la parte sur de la cuenca alta del Paraná en Brasil “tuvo pocas lluvias”. “Al ser una zona muy agriculturizada, cuando hay un escenario de seca cuesta mucho luego saturar los suelos cuando llueve para que generen excedente y mejoren los ríos”.
Particularmente grave es la situación del río Paraguay, que atraviesa un escenario de agua bajas similar a 2021. Esto genera que esta semana la altura de ese curso de agua en Asunción ronde su mínimo histórico, con posibilidad de superar su peor medición, que fue de -0.75 metros el 6 de octubre de ese año.
Precauciones para navegar
Desde Defensa Civil de Rosario indicaron que se está haciendo un monitoreo permanente de la zona de la costa central de la ciudad, que en los últimos años tuvo varios hundimientos en sectores que alojaron infraestructura portuaria hace un siglo atrás, ya que la falta de agua favorece este tipo de desprendimientos. A la hora de navegar, ninguna precaución está demás: por eso se pide “muchísima prudencia” y circular con precaución y a distancia prudencial de la costa, ya que “en épocas de bajante es muy frecuente la aparición de troncos que flotan, así como la irrupción de nuevos bancos de arena” explicó Gonzalo Ratner, a cargo de esa dependencia.
También aconsejó estar muy bien informado antes de embarcarse, ya que la fluctuación en los niveles de agua “genera cambios significativos en los cursos y algunos circuitos pueden no estar aptos o seguros para el tránsito”.
Además, es clave navegar con la velocidad mínima necesaria para trasladarse y dejar la zona del canal principal despejada para los buques mercantes de gran calado: “Las embarcaciones de menos de 20 metros de eslora deben navegar fuera del canal de navegación”, dijo el funcionario.
Problemas para los puertos
El Gran Rosario alberga más de dos docenas de puertos agroexportadores que constituyen uno de los polos graneleros más importantes del mundo. Si el río está bajo, la operatividad de los buques transoceánicos que transitan a diario su cauce se dificulta, lo que los obliga a realizar mayor cantidad de maniobras y reduce su capacidad de carga, encareciendo el flete.
Guillermo Wade, gerente de la Cámara de Actividades Portuarias y Marítimas, señaló que el calado de despacho hasta el martes pasado estaba en 32,03 en la zona de San Lorenzo, contra la medida promedio de 32,06 para esta época del año: “estamos dos pies por debajo de lo normal. Por cada pie que se pierde, se resignan unas 2.300 de toneladas de carga en un barco de gran porte como un Panamax”. “No estamos en épocas de lluvias y el río seguiría bajo al menos un mes más, antes de recuperar un poco de caudal. Hasta que no llegue el verano y llueva en toda la cuenca, difícilmente se recupere”, agregó Wade.
La bajante extrema 2019/2023 dejó millonarias pérdidas al sector agroexportador, tanto por la severa merma en los cultivos de soja y maíz, como por las dificultades para que los grandes buques operen en el río y el encarecimiento de la logística. Según varios informes de la Bolsa de Comercio de Rosario, el costo estimado de pérdidas durante ese lapso fue cercano a los 838 millones de dólares.
Alerta por incendios
El ecosistema de humedales del corredor del Paraná es tan vasto e importante como el propio río y siente los impactos de la falta de agua en su propio equilibrio natural. Durante el tiempo que duró la última gran bajante, los incendios en la zona del valle de inundación del río, así como en su delta generaron pérdidas incalculables y afectaron de forma grave la biodiversidad de la región, así como la salud de la población de las ciudades ribereñas que durante meses respiraron aire contaminado por el humo emanado de las quemas.
Hace algunas semanas, el Centro de Estudios Territoriales de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) publicó un informe que advierte sobre la acumulación de vegetación seca en las Islas, así como una disminución de la cobertura de agua en ese humedal, que ronda el 15%, contra el 50% en el mes de febrero. “El ciclo 2024/2025 podría tener condiciones predisponentes mucho más propensas a incendios del tipo de los ocurridos en 2020 a 2022, debido fundamentalmente al bajo nivel del río Paraná, lo que incrementa la superficie pasible de ser ocupada por acumulaciones de biomasa vegetal”, alertaron los expertos.
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