La primera panadería para perros está en Caballito y es “human friendly”
“Chumbis” abrió hace tres años y es un éxito entre los amantes de las mascotas; “No lo vemos como un trabajo”, dice una de sus fundadoras
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“Permitido el ingreso de humanos solo bajo el consentimiento de su perro”, dice un cartel en la puerta de entrada, tras la cual no hay nada que se vea -ni huela- como una confitería tradicional. Esta no es una panadería en la que se pueda sentir el aroma a una medialuna recién horneada. Tampoco hay olor a balanceado, a pelo embarrado ni a pipeta para pulgas. Un largo mostrador ofrece un nuevo universo de panificados que invita a los clientes de cuatro patas a entrar rápidamente, con la cola yendo de un lado a otro y, entre ladridos, esperar el momento en que los premien con un bocadito. Los que pasan el local no pueden evitar dejarse atraer por el olor de las delicias exclusivamente diseñadas para ellos: a tirones de correa conducen a sus dueños a “Chumbis”, la primera panadería saludable dedicada exclusivamente a animales que, además, es “human friendly”.
En los últimos años, los perros se convirtieron en un miembro más de la familia y los dueños comenzaron a organizar fiestas de cumpleaños y e incluso buscan formas de volverlos parte de celebraciones clásicas como Navidad o Pascua. Con esta premisa, y el objetivo de fomentar una alimentación más saludable en las mascotas, Rocío Domínguez y Nicole Verdier decidieron fundar el local ubicado en el barrio porteño de Caballito.
Con el asesoramiento de una veterinaria especializada en nutrición animal, madre e hija preparan alimentos que imitan a los consumidos por humanos pero que son aptos para animales. Chocotorta, empanadas, pretzels, carrot cake, medialunas, galletitas, budines y hamburguesas son algunos de los productos que se pueden ver en el mostrador, y que ambas cocinan ese mismo día desde las siete de la mañana. “Es el camino que encontramos nosotras de una manera más lúdica, más divertida y más sencilla de concientizar sobre la importancia de la alimentación natural. Queríamos que a través de nosotras la gente descubriera este mundo”, dice Rocío a LA NACION.
Sin embargo, esto no es lo único a la venta: velas, carteles de “Feliz cumpleaños” para las tortas y hasta bonetes son otros de los artículos que se pueden adquirir para hacer una celebración digna de ser colgada en el corcho de fotos de clientes que adorna una de las paredes del local.
A diferencia del clásico alimento balanceado -que se produce a partir del descarte de muchos comestibles y usa una gran cantidad de conservantes- el tipo de alimentación que promueven busca que las mascotas dejen de consumir ultraprocesados y opten por comida hecha en casa y que sea acorde a la especie, a las necesidades nutricionales y a la edad del animal. “Esto suplementa el método de alimentación que lleva el animal, pero no recomendamos que lo reemplacen por su comida”, advierten y resaltan que todos los productos son una especie de “golosina” que no debe consumirse habitualmente.
Nicole es periodista y Rocío es psicopedagoga y personal trainer, pero ambas dejaron sus trabajos para dedicarse de lleno al proyecto que comenzó en la pandemia como un emprendimiento en su casa y luego se extendió al negocio ubicado en la calle Franklin, entre Virasoro y Honorio Pueyrredón. “Queremos a los animales por sobre cualquier persona o lo que sea que exista en este mundo”, enfatiza Nicole sobre los motivos que las llevaron a comenzar con el proyecto.
Entre uno de los factores principales también estuvo Tadeo, el perro de la familia. “Murió de viejito, pero siempre tuvo problemas digestivos. Nosotras recorríamos muchas veterinarias, nos cambiaron el alimento balanceado y él seguía mal. Un día la doctora nos dijo: ¿por qué no van por la alimentación natural? Entonces nos empezamos a informar y arrancamos toda la transición de lo que él estaba comiendo y que no le estaba haciendo bien”, explica Rocío y agrega: “Nos metimos en todos lados, hicimos cursos, íbamos a todos lados. Ahí la vida de Tadeo mejoró un mil por ciento y quedamos muy interesadas por el tema de la nutrición animal”.
La historia cambió cuando la hermana de Nicole adoptó un callejero al que nombró Chumbi. “Para el primer año de la adopción pensamos en qué le podíamos regalar y se nos ocurrió hacerle una tortita. Fuimos con toda la familia a la casa, le pusimos un globito y le cantamos el feliz cumpleaños entre nosotros. Ahí vimos cómo se generó un ambiente súper lindo: el perro había tenido una historia horrible en la calle y de repente lo veías ahí, comiendo feliz”, cuenta Nicole. Frente a esta situación, su mamá comenzó a insistirle con la idea de empezar un emprendimiento en el que pudieran hacer felices a otras familias perrunas.
“Mamá, no nos va a comprar nadie una torta para el perro. Los únicos locos que le festejamos el cumpleaños somos nosotros”, contestó ella. “Creé la cuenta de Instagram como para decir ‘la dejo tranquila, que me deje de molestar y en tres meses muere todo’. Y acá estamos”, recuerda y considera: “Para los que amamos a los animales, celebrar la vida de tu perrito no es un detalle menor; a veces se festeja más que cualquier otra cosa porque la compañía que dan ellos es incomparable con cualquier otro tipo de cariño”.
“Crecimos tanto que ya no entrábamos en mi casa. La gente misma nos pedía que abriéramos un local porque querían ver todos los productos”. Así fue como en 2022 abrieron las puertas del -hasta ahora- primer local a la calle de Chumbis. “Siempre fue nuestro sueño tener una cafetería para perros con opciones para humanos. La gente nos decía: ‘Che, tienen que tener una opción para nosotros porque sino le compro todo a mi perrito y yo me quedo con las ganas’. Pero nosotras pensábamos, ¿en qué momento nos vamos a poder poner a cocinar algo?”, relata. Poco más de un año después llegó la respuesta que necesitaban: Nicole conoció a Federico -su actual novio-, que es cocinero y sumó el granito de arena que necesitaban para concretar la alternativa “human friendly”. De esta forma, además de decenas de opciones para las mascotas, ahora ofrecen café, medialunas y pastelería para que los dueños puedan llevarse al paso mientras le compran una golosina a sus perros.
“A veces tengo que cambiar el recorrido del paseo porque si paso por la puerta no se quieren mover. Son muy grandotes y se plantan ahí”, cuenta Leandro, vecino de la zona y dueño de tres perros que se pelean por ver quién entra primero a Chumbis. “Moro”, el más grande de ellos, cruza la calle a toda velocidad y va directamente a apoyar sus dos patas delanteras sobre el mostrador, mientras llama la atención de las dueñas con sus ladridos. No contiene su emoción cuando ve que la mano de Rocío agarra un trocito de budín de la heladera y atropella a sus hermanos perrunos para conseguir la mejor porción. “Ellos saben que vienen acá y los tratan bien”, agrega.
“A nosotras nos gusta mucho cocinar de aficionadas y también nos gusta mucho comer. Entonces, de repente estamos en una reunión, vemos una chocotorta y decimos ‘esto lo tendríamos que hacer para perritos’. Ahí empezamos a pensar con qué molde lo podemos hacer, consultamos los ingredientes y pensamos en cómo prepararlo. Para nosotras esto no es un trabajo, es algo que nos gusta y nos hace felices”, indican y resaltan la importancia de consultar con un veterinario especializado para conocer los requerimientos de cada perro: “Lo más serio es que consulten a una nutricionista y que después se den un gustito y pasen por Chumbis”.
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