La primera bebé de probeta cumplió 40 años: cómo cambió al mundo la reproducción asistida
Cuarenta años atrás, en la ciudad inglesa de Oldham, nacía Louise Joy Brown, la primera bebé de la historia concebida mediante el método de fecundación in vitro (FIV). El nacimiento de esta mujer, conocida entonces como "la primera bebé de probeta", se produjo el 25 de julio de 1978 y revolucionó el campo de la medicina reproductiva.
Desde entonces hasta hoy, ocho millones de personas en el planeta nacieron gracias a diferentes técnicas de fertilización asistida de alta complejidad, como la fecundación in vitro.
La llegada de aquella beba de probeta fue, además, el primer gran hito de una larga carrera científica que no dejaría de evolucionar con el correr de los años, nutrida por el perfeccionamiento de los métodos de fertilización y por el asombroso avance de los estudios genéticos.
Todos estos progresos científicos fueron destinados a satisfacer el deseo profundo de tener un hijo que sienten miles de personas alrededor del mundo, deseo que en la Argentina lleva a realizar unos 21.000 tratamientos de medicina reproductiva por año.
Los orígenes
En aquel verano inglés de 1978, el nacimiento de Louise Brown marcó el final exitoso de la búsqueda íntima, que duró una década, de sus padres John y Lesley. Pero para la ciencia fue el triunfo de los esfuerzos de años de investigación llevados adelante por el biólogo Robert Edwards y el médico Patrick Steptoe, ambos de nacionalidad británica.
El método utilizado fue el de la fecundación in vitro, que consiste en lograr que la fusión del espermatozoide y el óvulo se produzca por fuera del cuerpo materno, en un recipiente vítreo llamado placa de Petri.
Por la primera beba de probeta, Edwards recibió el premio Nóbel de medicina en 2010. Steptoe había muerto antes. Brown, en tanto, dedicó su vida a difundir su historia como la primera bebé concebida de forma extracorpórea. Hoy, la mujer tiene una página web, da charlas y entrevistas en todo el mundo contando su vida, marcada por su origen.
En la Argentina, el primer caso exitoso de reproducción realizado mediante este método llegó en 1986, cuando una mujer tucumana dio a luz mellizos en la ciudad de Buenos Aires, bajo la tutela del equipo del Doctor Roberto Nicholson.
Stella Lancuba, médica especialista en reproducción humana y vicepresidente de la Sociedad Argentina de Medicina Reproductiva (Samer), explica el proceso de la fecundación in vitro: "Se depositan los óvulos dentro de la placa de Petri en gotitas de medio de cultivo. Allí se agregan unos 100.000 espermatozoides por óvulo. Se pone el recipiente en un incubador, en condiciones de cultivo y de humedad. A la mañana siguiente tenés óvulos fertilizados".
El número de óvulos que se exponen al procedimiento de fecundación in vitro varía según el caso. Depende de cada paciente, de la cantidad producida en su ciclo natural y de los óvulos que puedan obtenerse mediante el procedimiento de estimulación ovárica, que siempre es parte de este tipo de prácticas de fertilización.
Entre el segundo día y el quinto de la fertilización, se implanta el embrión en la mujer por vía vaginal con control de ecografía.
De los embarazos múltiples a la actualidad
Un femómeno que sucedía con frecuencia años atrás a causa de estos tratamientos de fertilización eran los embarazos múltiples, ya que en el procedimiento se solían colocar varios embriones, para asegurar al menos un embarazo.
Los quintillizos Riganti, que nacieron en 1992, o los sextillizos López, del ‘95, son solo dos ejemplos famosos de lo que podía ocurrir tras un tratamiento de fecundación in vitro, o métodos similares.
Hoy en día, no suelen producirse embarazos múltiples en estos tratamientos. La doctora Lancuba explica: "Ha mejorado la técnica, se cultivan los embriones hasta períodos más tardíos y se ponen menos. En la Argentina, además, hay una política de disminuir el número de embriones a transferir. En general, los centros acreditados en Samer, colocan no más de uno o dos embriones por ciclo".
Evolución de las técnicas
Entre 1984 y 1986 continuaron los avances en materia de fertilización asistida y se crearon nuevos métodos para la transferencia de gametos –células sexuales masculinas o femeninas – o embriones al interior de la (posible) futura madre.
- Una de esas técnicas es la llamada GIFT – transferencia intratubaria de gametos -, que consiste en colocar óvulos y espermatozoides por separado en las trompas de Falopio para que la fecundación se produzca en dichos conductos, como ocurre por la vía convencional.
- También se desarrolló la técnica denominada PROST – transferencia de ovocitos pronucleados –,en la que se implanta el cigoto fertilizado, pero en el que aún no ha comenzado el intercambio genético de las células sexuales masculina y la femenina.
- Finalmente, otro método es el TET – transferencia de embriones dentro de las trompas de Falopio. En este caso, se implantan en las trompas él o los embriones ya en desarrollo.
La parte incómoda de estas tres técnicas es que, a diferencia de la fecundación in vitro, ellas necesitan realizarse mediante el procedimiento de la laparoscopía. Esto es, haciendo una pequeña incisión a la altura del ombligo para poder implantar, con un catéter, las células. El proceso requiere, además, anestesia general.
Donación de óvulos
En el año 1984 se produce otro hito de la fertilización asistida. Peter Lutjen, doctor de la Universidad Monash de Melbourne, Australia, logra por primera vez el nacimiento de un bebé concebido gracias a un óvulo donado. La paciente que logró embarazo gracias a este método pionero padecía una menopausia precoz y su caso abrió esperanzas a miles de mujeres en todo el mundo.
En la Argentina el primer embarazo gracias a la ovodonación se produjo en 1988. Actualmente, según informa la doctora Lancuba, en el país se donan entre 2000 y 2500 óvulos por año, estando la actividad totalmente estandarizada.
Los estudios genéticos
En Gran Bretaña, en el año 1990, se da otro de los grandes avances en materia de técnicas para lograr el embarazo con fecundación extra corpórea. Ese año se realizó por primera vez un estudio genético a los embriones obtenidos in vitro antes de su implantación.
Este procedimiento, conocido como DGP (Diagnóstico Genético Preimplantacional), busca detectar alteraciones genéticas o cromosómicas en los embriones, para evitar, entre otras cosas, la transmisión de enfermedades hereditarias de padres a hijos. Se suele realizar entre el tercero y el quinto día a partir del momento de la fecundación. El objetivo es que solo se implanten los embriones que no contengan alteraciones.
En 1991, un nuevo procedimiento realizado por el equipo del médico italiano Gianpiero Palermo en Bélgica iba a convertirse en un gran avance en el combate de la infertilidad masculina. Palermo desarrolla el método ICSI – inyección intracitoplasmática de espermatozoides – mediante el cual puede introducir con una especie de aguja un espermatozoide dentro de un ovulo con el fin de inducir la fecundación.
La técnica se expandió a todo el mundo y se aplica básicamente para los casos en que los hombres tienen baja concentración de espermatozoides, o cuando estas células sexuales tienen problemas de motilidad.
Genoma humano y terapia génica
En el año 2000, un grupo de científicos de diferentes países trabajando en conjunto presentan el primer borrador del Proyecto del Genoma Humano, un mapa completo de la composición genética de cada persona.
Con este mapa, completado definitivamente en 2003, se puede realizar una lectura de los genes sanos y patológicos, tanto en los individuos como de los embriones que van a ser implantados.
El esquema completo del genoma humano permitió entender la composición genética y gracias a eso, que se avanzara científicamente en lo que se conoce como terapia génica, que se aplica desde el año 2007. Es una técnica que permite cortar y reparar las moléculas genéticas dañadas para evitar enfermedades.
Aplicando esta técnica, en agosto del año pasado, un grupo de científicos de Estados Unidos, China y Corea pudieron reparar una mutación genética en un embrión humano que provocaba la patología de miocardiopatía hipertrófica. Si bien el embrión reparado no fue luego implantado – estas técnicas aún están en sus etapas de experimentación -, la terapia génica abre una puerta extraordinaria para el tratamiento y la disolución de todo tipo de enfermedades de origen genético.
Los debates éticos
La manipulación de la información genética y de los embriones, el desarrollo de la fecundación fuera del cuerpo de la madre, el destino de los embriones que no se usan, son temas no exentos de discusiones filosóficas, científicas y religiosas.
"Como ocurre en otras sociedades, en la Argentina tenemos que entender que en estos temas la ciencia no camina sola. Los científicos se tienen que sentar a discutir todo con comités de ética y equipos multidisciplinarios para decidir donde se quiere llegar", dice Lancuba.
"Se debe entender que la genética está al servicio del beneficio de la humanidad y del paciente – agrega la especialista -, pero se tienen que generar consensos sociales, éticos y jurídicos. En la Argentina todavía tenemos vacíos legales, como por ejemplo no saber qué se puede hacer con los embriones congelados, ni sabemos cuándo el embrión adquiere derechos para la ley".
La edad para la reproducción
La Sociedad Argentina de Medicina Reproductiva reporta la realización de unos 21000 tratamientos de fertilización de alta complejidad anuales en Argentina. La tasa de embarazo en estos procedimientos es del 24%.
Este registro es el único que existe en el país y está conformado por el aporte de datos que realizan voluntariamente los centros de medicina reproductiva acreditados en la Samer.
Un dato llamativo en relación al registro es que, en el país, el 75% de las mujeres que se realizan estos tratamientos son mayores de 35 años.
La estadística dice que los mejores resultados en los tratamientos de fertilización de alta complejidad se dan en mujeres menores de 35 años. De hecho, en este grupo etáreo, la tasa de embarazo lograda a partir del tratamiento es del 35% por mes. En tanto, en las mayores de 35, cuando la calidad de los óvulos empieza a deteriorarse, esta tasa disminuye para ser del 15 % mensual.
A pesar de los avances técnicos y científicos, la edad continúa marcando cierto límite en estos procesos reproductivos. Aunque nada es absoluto en este campo, en general, a partir de los 42 años, la mayoría de las mujeres que logran quedar embarazadas por técnicas de reproducción asistida, lo hacen a través de óvulos donados.
"Hay una tendencia de la mujer a postergar la edad de maternidad. Una técnica posible para preservar la fertilidad es congelar los óvulos, mucho mejor antes de los 30 años", señala Lancuba.
Los hombres, en tanto, disminuyen su capacidad reproductiva a partir de los 42 años, a causa de lo que se llama el "envejecimiento espermático", lo que produce tasas de embarazo en algunos puntos menores de la media y puede producir también, según últimos estudios, abortos espontáneos.
El costo de los tratamientos
El costo de los tratamientos de fertilidad de alta complejidad es alto, porque tiene insumos del exterior y por ende sus costos están dolarizados.
La doctora Lancuba señala: "En Estados Unidos, uno de estos tratamientos cuesta unos US$ 20.000. En la Argentina, el promedio es de $30.000".
En nuestro país, a partir de la ley 26862, del año 2013, las obras sociales y prepagas deben cubrir la realización de estos tratamientos. La norma especifica que la cobertura debe contemplar hasta cuatro tratamientos de baja complejidad por año, y hasta tres de alta complejidad en el mismo período.
También es posible realizar estos tratamientos en algunos hospitales públicos del país. Según el listado de establecimientos de salud con fertilización asistida elaborado por el Ministerio de Salud de la Nación, actualmente, entre privados y públicos, existen unas 130 instituciones donde se realizan estos tratamientos.
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