La polio vuelve a circular en Occidente: ¿qué implica esta transmisión?
El caso confirmado en Estados Unidos y los restos en las aguas residuales alertan a las autoridades sanitarias, que advierten del riesgo que corren las personas no vacunadas
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MADRID.— La polio vuelve a circular por Occidente. Un virus que estaba en vías de erradicación mundial ha sido detectado en los últimos meses en las aguas residuales de Nueva York y Londres. Esto no es insólito, ya que puede aparecer por los restos fecales de personas vacunadas con el patógeno atenuado. La novedad ahora es que hay una infección registrada en un adulto en Estados Unidos, algo que no sucedía desde hace una década, y que las muestras de Reino Unido sugieren que se ha producido transmisión local, según el Centro Europeo de Control de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés).
¿Cómo ha podido llegar ahí el virus? Para contestar esa pregunta hay que entender primero los dos tipos de vacunas que se usan: en los países donde la transmisión está erradicada se inocula una intramuscular con el virus inactivo, que es suficiente para evitar que se propague cuando el patógeno ya no circula en estado salvaje y hay una gran mayoría de la población protegida. La segunda formulación está compuesta unas gotas orales con el virus atenuado, que se aplica donde sigue circulando y confiere protección en sangre, pero, a diferencia de la otra, también en la mucosa oral e intestinal. “Con esta vacuna la persona inmunizada no desarrollaría la enfermedad ni tampoco podría contagiar a otros si se infecta con el virus silvestre”, explican los investigadores José Jiménez y Ana María Ortega-Prieto, del King’s College de Londres, en un artículo en The Conversation.
Los dos únicos países donde la polio sigue siendo endémica son Pakistán y Afganistán, con 12 casos y uno en lo que va de año, respectivamente. Normalmente, cuando se encuentran restos fecales en las aguas residuales proceden de la excreción de personas provenientes de estos países, algo que no supone mayor problema. Lo que ha pasado ahora es que más allá de circular atenuado por los desagües, el virus está contagiando a personas.
No es completamente seguro que esto haya sucedido en Londres, pese a que el ECDC considera que “los niveles de poliovirus y la diversidad genética entre los aislados sugieren algún nivel de transmisión del virus tanto en las áreas donde se encontraron muestras positivas como en las adyacentes”. Sí está confirmado en Nueva York, donde el caso identificado, que dejó con parálisis a la persona afectada, no es más que “la punta del iceberg”, según los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés). “Hay una cantidad de personas en la comunidad que han sido infectadas con el poliovirus. La propagación siempre es una posibilidad porque será silenciosa”, dijo un portavoz en la cadena CNN.
Es algo que la ciudadanía ha podido comprobar durante la pandemia de Covid: cuando se detecta un caso y no se conoce su origen, es normalmente sinónimo de que hay una transmisión no controlada. “Por cada caso de poliomielitis paralítica identificado, cientos más pueden pasar desapercibidos”, explicó Mary Bassett, comisionada de salud del estado de Nueva York, en un comunicado. Y esto con la polio se explica, en parte, porque la gran mayoría de los casos son asintomáticos. Solo en aproximadamente un 1% de los casos el virus causa problemas, cuando entra en el sistema nervioso central y puede causar parálisis y atrofia muscular.
¿Qué consecuencias pueden tener estos brotes? Las tasas de vacunación en las zonas que se han encontrado los restos de virus son en ambos casos menores que en el resto de sus respectivos países, por lo que el riesgo para sus niños, los principales afectados por esta enfermedad, aumenta. En Londres las autoridades ya han puesto en marcha una campaña de vacunación para inocular dosis de refuerzo a un millón de niños de entre uno y nueve años. Son todos los de esta edad, independientemente de si ya tenían la pauta completa. Con esto consiguen no dejar ninguno fuera, completar la protección en los niños que no la tuvieran y reforzarla en los que sí.
En España, desde 1996 la cobertura nacional con al menos tres dosis de vacuna de polio supera el 95%, según el Instituto de Salud Carlos III (la pauta se considera completada con cuatro). El porcentaje de niños primovacunados (al menos dos dosis) se eleva al 98%, según los datos del Ministerio de Sanidad. El último caso endémico de polio en España se registró en 1998 y desde 2004 se han detectado tres casos importados derivados de la vacuna.
Jiménez explica que con estas tasas de vacunación la polio “no debería generar problemas” en España, donde por el momento no se ha detectado ningún caso. “El principal grupo de riesgo incluye a personas no vacunadas. Actualmente, no existe cura para la poliomielitis, pero afortunadamente se puede prevenir con vacunas que llevan con nosotros más de 60 años. Por lo tanto, la mejor manera de protegerse contra la polio es asegurándonos de que todas las personas, en especial los niños menores de cinco años, han recibido las dosis correspondientes”, sostiene.
El camino a la erradicación
El recorrido de la polio es limitado, al menos en los países con altas coberturas. Pero estos casos muestran, al menos, que el riesgo no ha desaparecido y que el objetivo de erradicar al virus de la faz de la Tierra, algo que parecía al alcance de la mano, se complica.
La Iniciativa para la Erradicación Mundial de la Poliomielitis (GPEI) se puso en marcha en el año 1988 con el objetivo de lograr lo que hacía una década se había conseguido con la viruela: hacerla desaparecer. En términos generales, se puede decir que el programa ha sido un éxito: los casos en el mundo se han reducido en un 99% desde entonces.
Solo Pakistán y Afganistán, donde el integrismo islámico dificulta las campañas de vacunación, presentan unos cuantos casos cada año. Nigeria, el otro país donde había polio salvaje (no transmitida por las vacunas inactivadas), ya lleva desde 2016 sin notificar un solo caso.
El secreto para este logro es la vacunación masiva: primero con la vacuna en gotas y luego, cuando el país ya está libre de la enfermedad, con la inyectada. Mantener los niveles altos es crucial para cerrar el paso al virus. Y es algo en lo que durante la pandemia de Covid se ha bajado la guardia, ya sea porque los sistemas asistenciales estaban colapsados, por centrar los esfuerzos de las vacunas en el coronavirus, o por las dificultades de las personas para acudir a los centros de vacunación debido a las restricciones.
Según datos de UNICEF, el nivel de vacunación en el mundo ha bajado entre 2019 y 2021 un 5%. O, lo que es lo mismo: 25 millones de niños han dejado de recibir sus dosis. La tasa de vacunación es la más baja de los últimos 30 años: un 81% para la difteria, el tétanos y la tos ferina, que se consideran un buen indicador del resto de vacunas. Es decir, aunque no se mida la de la polio es muy probable que también haya caído en una proporción muy similar.
Por Pablo Linde
©EL PAÍS, SL
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