El misterio de la plaza de Balvanera que hace 130 años fue un cementerio y aún hoy esconde un secreto
Ubicada en la calle Yrigoyen 2200, bajo el nombre Primero de Mayo, es un punto histórico en torno a la fundación de Buenos Aires
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En Buenos Aires hay cientos de rincones, espacios y edificios con una historia especial que atrapa a cada persona que los visita. Entre los 48 barrios que componen la Ciudad de Buenos Aires, Balvanera incluye un escenario más que turístico: es donde se encuentra el Museo del Agua, la parroquia Nuestra Señora de Balvanera o la popular estatua de Olmedo y Portales. Sin embargo, la reconocida plaza Primero de Mayo -ubicada en la manzana de Pasco, Hipólito Yrigoyen, Pichincha y Alsina- esconde una peculiar curiosidad: lo que hoy se ve como un espacio verde y natural, décadas atrás fue nada más y nada menos que un cementerio. En diálogo con LA NACION, Silvia Collin, presidenta de la Junta Comunal 3, reveló los llamativos detalles del lugar.
De los Disidentes. Ese fue el nombre que llevó aquella necrópolis que se inauguró en 1833, con el objetivo de que todo aquel que no profesaba la religión católica, ya sea por no estar de acuerdo con sus creencias o por permanecer a otra colectividad, tenga su propio lugar de sepultura. “En las primeras décadas del siglo XIX había una gran cantidad de habitantes en la ciudad que practicaban la religión católica apostólica romana. Por eso, a los que no estaban de acuerdo, se los separaba. El problema era que no tenían un lugar propio, ya que la imposición de la época era que no podían ser inhumados en los lugares que eran consagrados, es decir, en los templos católicos”, explicó Collin, quien se encuentra a cargo de los espacios verdes del barrio.
Antes de hacer hincapié en este lugar, es importante remarcar que en 1820, bajo la gobernación de Martín Rodríguez, ya habían realizado el primer cementerio para no disidentes. Estaba donde hoy se encuentra la Basílica de Nuestra Señora del Socorro, ubicada sobre la calle Juncal. Los motivos de su cierre y la simultánea inauguración del espacio en Balvanera se dio por un motivo particular: su capacidad se vio ampliamente ocupada y ya no había ningún sector libre para los entierros.
A partir de ahí comenzaron los esfuerzos por instalar el cementerio en un terreno más accesible. Tras una intensa búsqueda, finalmente encontraron un espacio llamado “El Hueco de los Olivos”, que se extendía en el lugar que hoy se conoce como Plaza Primero de Mayo: “El primer nombre que escogieron para titularla fue Plaza de los Ingleses, porque la mayoría de los no disidentes provenía de Inglaterra. Sin embargo, después lo cambiaron porque era más genérico”.
La necrópolis funcionó hacia finales de la década de 1890, momento en el que se resolvió la clausura y posterior habilitación de lo que se conoce como el Cementerio de la Chacarita. “Los motivos de su cierre se dieron porque también se colmó la capacidad. Eran épocas en donde la fiebre amarilla causó estragos, había una gran cantidad de cadáveres y la Ciudad tenía que encontrar un terreno más amplio. Por esa razón, se instalaron dentro de las 95 hectáreas ubicadas en las calles Guzmán, Jorge Newbery, las vías del Ferrocarril San Martín, Garmendia, Del Campo y Elcano. Cada colectividad tenía su lugar de entierro, y por eso hoy vemos que en la actualidad hay sectores separados para cada una de ellas”, precisó Collin.
Si bien en el cementerio de los disidentes en Balvanera para aquel momento no se realizaban más entierros, el trabajo que restaba era trasladar los restos de los difuntos a la Chacarita, un proceso que finalizó en 1923. “Al año siguiente comenzó la construcción de la plaza, que a partir del 14 de abril de 1925 tomó el nombre de Primero de Mayo, en homenaje al Día Internacional de los Trabajadores. Finalmente, fue inaugurada en 1928, junto con el monumento al trabajo que se encuentra en el centro, una creación del escultor Ernesto Soto Avendaña”, detalló.
No obstante, al día de hoy algunos de los cuerpos yacen en la profundidad de la plaza. Muchos de ellos no fueron reclamados y otros no fueron trasladados, como el caso de Elizabeth Chitty de Brown, inglesa y practicante anglicana.
En 2006 se encontraron algunos restos del antiguo cementerio en pleno Balvanera. El descubrimiento tuvo lugar en el momento en el que obreros que realizaban pozos de drenaje en la mencionada plaza -con el objetivo de hacer remodelaciones- encontraron una lápida que correspondía a la tumba de una joven alemana que falleció en 1866. A raíz de las investigaciones pertinentes, el espacio fue nuevamente puesto en valor en el 2012.
Quién fue Elizabeth Chitty de Brown
Nació el 7 de septiembre de 1787 en Deal Kent, Reino de Inglaterra. Fue la esposa del Almirante Brown, quien era de origen irlandés y devoto católico. Si bien tenían distintas religiones, esto no fue un impedimento para que se casaran el 29 de julio de 1809 en Londres. Allí nacieron sus hijos Elisa (1810) y Guillermo (1812).
Como una manera de recordarla, la Liga Naval Argentina realizó, junto con las autoridades de la Comuna 3, una ceremonia en abril de este año en la que colocaron una placa para homenajearla.
¿El motivo especial? Recordar a quien marcó parte de la historia del país, y que desde el 28 de julio de 1868 descansa en ese lugar, ya que, como muchos otros, no profesaba la fe católica. Los restos del Almirante fueron enterrados junto con los de su hijo en el Cementerio de la Recoleta.
Indudablemente la plaza, con los cambios y las innovaciones que hicieron en su interior, marca la nostalgia de un tiempo pasado y de un sitio que representa parte de la historia de la Argentina. De esta manera, es interesante recalcar la importancia del espacio y resguardar su memoria.
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