La playa se despide con clima inestable, estadías cortas y gastos reducidos
MAR DEL PLATA.- Se alojan durante tres o cuatro noches, el nivel de consumo promedio es más que moderado, aprovechan las actividades y propuestas gratuitas y la playa solo es alternativa de a ratos, cuando el sol acompaña, la temperatura sube y las lluvias pasaron o están por venir. Es la descripción de la dinámica de este fin de semana extralargo, pero bien podría ser la de toda esta temporada de verano que se despide signada por la inestabilidad climática, el turismo a ritmo de escapadas cada vez más cortas y presupuestos que cuidaron hasta los centavos.
En medio de ese escenario común para la costa atlántica aparecen mejor posicionados destinos como Pinamar y Cariló, escalas históricas y frecuentes del viajero ABC1, que mejoraron hasta un 30% en ocupación y demanda. En esta oportunidad, condicionado por un dólar alto que encarecía cualquier aventura por el exterior, ese cliente se reencontró con las playas que durante años recientes -y en particular el último verano- habían sufrido y mucho la tentadora oferta de países vecinos.
Feriados más que exitosos durante temporadas anteriores, estos carnavales prueban suerte corridos en el almanaque, ahora en el casillero de marzo y ligados a un siempre conflictivo inicio de clases. El resultado es más que prometedor porque la ocupación general promedia el 90%, aun cuando el pronóstico meteorológico avisaba bien temprano que en estas cuatro jornadas se volvería a lidiar con lluvias y bajas temperaturas.
Como casi no se había visto en estos dos primeros meses del año, las rutas a la costa volvieron a tener un tránsito muy intenso. Aubasa, concesionaria de la autovía 2, informó que durante la mañana de anteayer habían pasado por el peaje de Samborombón más de 15.000 autos, ritmo que se mantuvo hasta últimas horas de esa noche.
Es otra muy buena inyección de billetes a destinos que no vieron cumplidos pronósticos más que alentadores lanzados antes de fin de año, cuando se creía que la nueva paridad cambiaria derivaría en una explosión de turismo interno que derramaría los mejores resultados en los balnearios bonaerenses.
También es muy probable que estos cuatro días marquen el techo de arribos de esta temporada. En ese caso hablará muy mal -y muy claro- de lo que fue enero, a los saltos entre jornadas grises, chaparrones y, muy cada tanto, días ideales para playa. Contracara de un febrero que -en especial la primera quincena- desbordó de sol y esperó algo más de turistas. "Hemos cerrado una buena temporada, con una primera mitad de enero con ocupación casi total y casi un 40% más de alquileres por mes completo", explica a LA NACION Jorge Santamarina, uno de los responsables de la inmobiliaria que lleva su apellido en Cariló. La segunda quincena tuvo 90% de plazas cubiertas, y febrero, un buen rendimiento, con demanda repartida a lo largo del mes.
Afirma que, con respecto al año pasado, tuvieron un 30% más de movimiento. "Siempre que el dólar deja de ser tentador para viajar al exterior, un sector de gente tiene como primera opción Cariló", describe sobre un destino que también fue cuidadoso en los precios, con aumento de alquileres del 25%, la mitad del índice inflacionario de 2018.
Algo parecido se dio en Pinamar, que cierra este verano con números positivos. No porque la cifra lograda sea espectacular, sino también porque arrancaba de un piso bajo, como fue la temporada anterior, que no conformó.
Por Mar del Plata desaparecieron las estadísticas oficiales. Las mediciones son sensaciones de cada sector. Allí donde se pregunte hay algo en común: no fue la mejor temporada. Igual o peor que la anterior, según a quién se consulte. Enero, con el clima en contra, estuvo lejos de aquel de hace un año, cuando se rogaba un día con nubes para descansar de tanto sol. Entonces lo disfrutaron y esta vez lo sufren los propietarios de balnearios. "Si el tiempo no acompaña, la gente no alquila sombra", destacó Esteban Ramos, directivo de la Cámara de Empresarios de Balnearios, Restaurantes y Afines (Cebra). En gastronomía y alojamiento entienden que fue "aceptable". Se añora como nunca a la clase media, que vino poco y con poco. Y eso, aquí, se siente y sufre demasiado.