“La plata en los hospitales nacionales está mal distribuida”: el fuerte diagnóstico del ministro de salud en un congreso médico
Mario Lugones participó de un encuentro de cardiología en La Rural; en tanto, los profesionales exigieron el reordenamiento del sistema sanitario
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En el diagnóstico, todos coincidieron: el sistema de salud argentino es “un lío”, según coincidieron representantes de los sectores involucrados en su gestión y su funcionamiento durante un debate abierto en el 50° Congreso Argentino de Cardiología.
En una de las salas del predio de La Rural, durante dos horas, autoridades, prestadores públicos y privados, la universidad, entidades profesionales y la industria de insumos médicos y medicamentos revisaron por qué el sistema sanitario atraviesa un momento tan crítico. Acordaron en que está desordenado, con financiamiento insuficiente, sin datos confiables y con un deterioro del personal de salud que, de continuar, demandará no menos de una década para reconstruirlo.
“Todas las quejas que tiene la gente tienen razón. Los que dicen que los médicos ganan poco tienen razón o los que dicen que los enfermeros ganan poco también tienen razón porque lo que no hay es plata. Se la van robando de a poquito todos los meses un grupo de gente a través de, por ejemplo, las tercerizaciones de las obras sociales”, dijo Mario Lugones, ministro de Salud de la Nación, sobre contratos revisados en la Superintendencia de Servicios de Salud (SSS) con un margen de retenciones excesivas (hasta el 10,5%), según refirió.
“Esa plata se va del sistema. Se calcula que en los últimos 30 años se llevaron US$100 millones por año. Eso es lo que venimos a cortar. Es una sucesión de medidas para que eso pueda suceder”, continuó el funcionario, que fue el primero en hablar, por cuestiones de agenda, en el encuentro convocado por la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC), junto con federaciones y colegios de la especialidad.
Avanzó, entonces, con la gestión de los hospitales nacionales, bajo su competencia, y lo hizo con los dos en los que crecieron los reclamos en las últimas semanas. Primero, se refirió al Hospital Laura Bonaparte (ex Cenareso), especializado en salud mental y adicciones.
“Por la cantidad de camas que tiene y de consultas que atiende, si lo contrata IOMA [la obra social de la provincia de Buenos Aires] sale $108 millones por mes y si lo hace una obra social, alrededor de $250 millones. Si lo contrata OSDE, costaría $340 millones y, en forma privada, $650 millones. ¿Saben cuánto cobran por mes? –preguntó al auditorio en alusión al presupuesto del hospital–. $1600 millones. Hay gente que se está llevando la plata y no son los médicos ni los enfermeros. El dinero está, pero no donde la están buscando. Está en otro lado.”
Sobre el Hospital Garrahan, mencionó que la estructura jerárquica creció un 60% en la última década, mientras que los proveedores no variaron. “¿Dónde está la plata que reclaman los médicos? Está ahí –dijo Lugones–. Tienen que ayudar al nuevo Consejo de Administración del Garrahan, que conoce bien la situación, para poder recuperar los dineros para ellos. Plata hay en los hospitales nacionales. La plata está mal distribuida. Está puesta en contra de los médicos y el resto del personal sanitario.”
Mencionó, además, un convenio con PAMI para reducir un 50% el costo de compra de medicamentos especiales y, a través de la SSS, para los tratamientos de hemofilia tipo A. “No pidamos que se solucione todo de un día para el otro”, agregó el funcionario nacional.
“Es un desorden general”
Al tomar la palabra Fernán Quirós, ministro de Salud porteño, planteó que la Argentina está destinando el equivalente a US$1000 por persona por año en servicios de salud, lo que consideró insuficiente (mencionó que los sistemas europeos destinan unos US$5000 y, en Estados Unidos, US$10.000).
En una comparación con el porcentaje del PBI destinado per cápita en 2011, el funcionario de la Ciudad estimó que llegó a perderse la mitad del presupuesto sanitario en poco más de una década con las crisis económicas sostenidas en el país. “La tendencia es muy mala”, dijo al respecto.
En cuanto a la organización del sistema en la Argentina, consideró que “es un desorden general” porque está construido a partir de la seguridad social, con un porcentaje de los aportes derivados de los ingresos, pero en una sociedad con un 50% de la población en edad productiva que trabaja en la informalidad. “El problema estructural es muy grave”, agregó Quirós, sin coordinación entre los responsables en los subsistemas de salud de la planificación para los próximos años.
El ministro porteño se refirió también a a la situación de los recursos humanos en el sistema. “Cuando se rompe la estructura de prestación de los servicios o se pierde calidad profesional, lleva 20 años recuperarlo. Ahí está el punto más grave: todos [por el personal] nos dicen que no les alcanza para vivir, pero el sistema está funcionando con US$1000 por persona por año para atender a todos –insistió Quirós–. Estamos en un problema severo. Necesitamos organizar mejor todo y cerrar los pequeños grifos de las pérdidas que hay por todos lados. Pero, decididamente, la solución para el sistema de salud de la Argentina va a venir con el inicio de la mejoría económica del país. No hubo ningún sistema nacional en el mundo que haya podido resolver un problema estructural tan grave como el argentino si no fue en un período de bonanza económica.”
Sueldos
En el PAMI, la situación también apremia, con un crecimiento de la cantidad de afiliados de más de 65 años que empiezan a utilizar los servicios de la obra social de los jubilados y pensionados a la par de sus padres debido a una mayor expectativa de vida y el envejecimiento de la población, según manifestó su director, Esteban Leguízamo, que es médico pediatra, especialista en salud pública y auditoría. “A futuro, se producirá un estrés importante para el sistema y la institución”, anticipó, en relación con el crecimiento del consumo de salud a partir de los 75 años. Más de 1,1 millones de beneficiarios supera los 80 años de edad. El 90% tiene por lo menos una enfermedad. “Sin una administración ordenada, no podemos ser eficientes. Sin datos confiables, no sé de qué se enferman los afiliados para poder definir las políticas de atención”, continuó. “El envejecimiento es algo que vamos a tener muy en cuenta. El financiamiento va a ingresar a un estrés que nos obligará a definir con cuidado a dónde dirigir los fondos”, agregó.
En representación de la medicina privada participó Hugo Magonza, presidente de la Unión Argentina de Salud (UAS). Opinó que el “problema de base” es que la salud está en el 14° lugar entre las preocupaciones de la población y que, para quienes acceden a las prestaciones, “no es tan mala” la atención en el sector público, privado o de la seguridad social, sobre todo por la respuesta del recurso humano capacitado, según expresó, a partir de dos relevamientos hechos. “En los últimos 150 meses, el salario de un enfermera aumentó un 17.300%, con un costo de vida que lo hizo un 25.800%. Se aplica lo mismo para los médicos. Es decir que, hoy, una enfermera universitaria está por debajo del índice de pobreza –agregó–. A los prestadores se les transfirieron menos recursos, con más costos que tuvieron que ver con el avance de la medicina. Estamos yendo en contra de la sostenibilidad del sistema si no aparecen los recursos.” Y eso, para Magonza, requiere otro modelo de sistema. “La gente aporta entre dos y tres veces a un sistema que no es eficiente. Y eso se paga con dificultad de acceso y disminución de la calidad de los servicios y del pago a lo más importante que es su recurso humano, que representa el 60% del gasto en salud del país”, resumió.
Carlos Damín, del Hospital Fernández, y Marcelo Marchetti, del Hospital Italiano, aportaron la opinión de los directores de los centros de atención. “Este desorden que se ve en el sistema de salud también se ve en la organización del hospital. Al ver sus números y la productividad, se podría mejorar. No es fácil trabajar por resultados cuando se paga por sueldo”, expresó Damín. Para Marchetti, “cuando algo es un desorden total y se ponen parches, no es un sistema”, a la vez que “las brechas se amplían cada vez más”. Señaló que, al respecto, está faltando mayor conocimiento de parte de la población sobre el estado de situación y el funcionamiento del sistema de salud.
Formación
La preocupación por la formación de los futuros profesionales en las universidades, como así también la deserción en las residencias médicas surgió durante el debate. “Estamos tratando con una nueva generación. Los jóvenes son distintos: teníamos pasión por lo que hacíamos. Los alumnos tienen que tener esa pasión. Hoy, buscan la inmediatez”, dijo Martín Donato, secretario de Asuntos Académicos de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Buenos Aires. Una actualización curricular redujo la carrera de Medicina en un año, con mayor flexibilización porque, según explicó, un 50% de los alumnos necesita trabajar. “La carrera dura siete años, pero hoy demanda entre ocho y nueve años más los cuatro años de residencia, con lo que ese profesional se incorporará al sistema con más de 30 años. Esa persona desiste y busca otras posibilidades”, agregó Donato, que sumó a eso los bajos ingresos que perciben los residentes.
En el cierre, Víctor Mauro, actual presidente de la SAC, repasó que el 80% de los residentes piensan en emigrar y lo mismo sucede con el 60% de los médicos cardiólogos, de acuerdo con una encuesta realizada por la entidad. “El 75% estamos enfermos de burnout y estamos detectando que el perfil metabólico de un médico es similar al de la población con menos cuidados de su salud”, expuso.
“El sistema es un gran lío. No es un sistema. Alguien lo tiene que arreglar”, cerró Jorge Valdecantos, miembro de la SAC, que coordinó el debate con el presidente electo de la institución, Pablo Stutzbach. “Estamos transitando el peor escenario del que tengamos recuerdo alguno: aun en la crisis de 2001, contábamos con personal médico numeroso, especialistas capacitados e instituciones viables. Todo eso se fue deteriorando y, hoy, no lo tenemos”, había dicho Stutzbach el lunes pasado en la sede de la SAC al anunciar el debate abierto de la primera jornada del congreso de la especialidad.
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