La planta incineración cerca de la Torre Eiffel que es modelo para la Ceamse
Mientras la Legislatura debate elproyecto para permitir la incineración de la basura de los porteños, prohibida por ley en 2005, quienes se dedican a tratar los residuos de la ciudad y de 40 municipios del conurbano bonaerense alertan que en cinco años colapsará el sistema de relleno sanitario del Complejo Ambiental Norte III. Y aunque 2023 parezca lejano para los ciudadanos, para la Coordinación Ecológica Área Metropolitana Sociedad del Estado (Ceamse) se trata de muy poco tiempo para determinar qué hacer con los desechos que no podrán enterrarse.
Por ese motivo es que estudiaron modelos europeos de termovalorización de residuos en París, Viena y Amsterdam. Se trata de sistemas mucho más complejos que la simple incineración de residuos, luego de la recuperación de materiales reciclables, que les permite generar energía eléctrica y calefacción para las propias plantas y para las ciudades donde están instaladas.
En febrero pasado, una visita del presidente de la Ceamse, Gustavo Coria, y del gerente de Nuevas Tecnologías, Marcelo Rosso, y del subsecretario de Higiene Urbana de la Ciudad, Renzo Morosi, con periodistas a plantas de esas tres ciudades permitía intuir que ése era el modelo que más les interesaba instalar en el área metropolitana. Aunque para alcanzar ese objetivo, debía modificarse la legislación.
Cerca del Sena
Esa planta o las visitadas en Viena y en Amsterdam tienen características similares de funcionamiento y de cercanía con la población. En Viena, la planta de Spittelau tiene el sello artístico de Friedensreich Hundertwasser. Solo la chimenea remite a su razón de ser. Construir en Europa una de esas plantas tiene un costo cercano a los 200 millones de euros. Se estima que en tres años puede estar en funcionamiento. En París, está prevista la inauguración de una nueva planta para mediados del año próximo.
"Si no hacemos que el problema sea de todos no lo vamos a resolver", sostenía ante LA NACION Coria, tras recorrer la planta de París y ponía énfasis en que debía plantearse lo antes posible "para no sufrir una crisis en cinco años". Y advertía: "No tenemos un horizonte complicado, pero no es prudente ni sensato no llevar soluciones. En el borde del abismo, siempre se pusieron parches".
"El tema de la basura tendría que ser un tema técnico, no un tema político. Estudios efectuados con la Facultad de Ingeniería de la UBA nos anticipan que para 2030 cada ocho días llenaremos un estadio del tamaño del Real Madrid de basura. Actualmente es cada 11 días. Los rellenos sanitarios tienen vida útil y, si bien tenemos cinco años por delante, el tiempo pasa rápido", explicaba Coria.
"Termovalorización"
Ninguno de los tres representantes del manejo de residuos que compartió esas visitas a las instalaciones europeas usaba la palabra "incineración", preferían el término técnico de "termovalorización", porque el sistema permite generar energía eléctrica y calefacción. De hecho, en la planta HVC de Alkmaar, a 42 kilómetros de Amsterdam, el asesor Wiebe Bosma admitía: "Incinerar traía malos recuerdos de los días de la Segunda Guerra Mundial y de los inicios, hace casi 100 años, de esa manera de manejar los residuos en Holanda". Y recordaba que hasta mediados de los 60, los canales que circundan Amsterdam eran el lugar donde se arrojaban los residuos. "Hoy la ciudad está entre las tres más limpias de Europa e incluso la reina argentina Máxima nada en el canal en una competición anual para fomentar la actividad ecológica", agregaba Evert Lichtenbelt, asesor externo en temas de residuos del gobierno holandés.
A su criterio, y en coincidencia con el responsable de reciclaje y valorización de los RSU de Francia, Loic Lejay, y con Martina Ableindinger, representante de la comuna de Viena en el manejo integral de los residuos de esa ciudad, la clave de aceptación social de las plantas de termovalorización son tres: "Hay que ser limpio, transparente y honesto".
Por eso, es que en los tres modelos visitados por la Ceamse, los controles sobre la operación de las plantas de termovalorización los hacen el Estado nacional y las comunas. En algunos casos, como en el de Amsterdam, hay diálogos con las ONG dedicadas al cuidado del ambiente. Y en casi todas las ciudades, se puede seguir por Internet la emisión de los vapores que se envían a la atmósfera luego de todo el proceso.
En todos los casos, la incineración de basura es parte del sistema y no el centro de la solución. París todavía de manera incipiente, Viena y Amsterdam con más vigor, llevan adelante sistemas de reciclaje de residuos desde el mismo momento en que una persona descarta algo que no necesita en su hogar. No solo hay contenedores dispuestos en distintos lugares de las ciudades donde se puede desechar material orgánico, residuos verdes, cartones y papeles y vidrios, sino que cuentan con "puntos verdes" donde gratuitamente se pueden entregar muebles, materiales de construcción, electrodomésticos o electrónicos en desuso y hasta libros.
Diferentes modelos
A diferencia de lo que sucede en la ciudad de Buenos Aires, donde el vecino paga la tasa por alumbrado, barrido y limpieza, en Amsterdam y Viena se paga específicamente por la recolección de residuos domiciliarios. Y Viena, aunque no lo aplica con rigor, tiene un sistema de penalización para quien no cumple con el proceso de reciclado o de disposición de residuos en los contenedores designados.
En Viena, además, cada seis años la comuna revisa el programa de gestión de residuos. "Actualmente, en distintos talleres se elaboran estrategias entre empleados, científicos y personas que trabajan con el medio ambiente para definir cómo vamos a seguir adelante", contaba Ableindinger a los periodistas que viajaron a conocer el sistema de termovalorización.
"Debemos trabajar en la prevención de la generación de los residuos, en la recolección y la separación de los materiales para aprovechar mejor el proceso. Y hay que entender que incinerar la basura es el último recurso y no el principal. Todos tenemos que lograr una economía circular a partir de los desechos", concluía.
Tras la publicación de La Nacion en noviembre pasado sobre que la Ciudad comenzaba a pensar en la incineración de residuos , siete ONG ambientalistas alertaban sobre los riesgos para la salud y el hábitat del procedimiento. En ese momento, Cecilia Allen, de la Coalición Ciudadana Anti Incineración, advertía: "Es una fuente de emisión de una gran cantidad de compuestos tóxicos para la salud, incluyendo varias sustancias cancerígenas. Además, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, tres millones de personas mueren al año en el mundo por causa de la contaminación del aire. Sumar contaminación aérea a ciudades ya saturadas de contaminantes, como Buenos Aires y otras del conurbano bonaerense, implicará un nuevo deterioro en los índices de calidad del aire".