La pesca con redes lesiona el lecho del mar como si fuera un bosque arrasado
Como si fueran topadoras pero a 130 metros de profundidad. Las redes de pesca arrasaron con el suelo marino de una zona conocida como el Agujero Azul, cerca del Mar Argentino. Esta información se desprende de un estudio que realizó la ONG Greenpeace con cámaras de última tecnología que descendieron hasta el fondo del mar. Las imágenes revelaron un lecho marino en el que había casi exclusivamente especies carroñeras y basura, como envases plásticos de mayonesa. Las redes de los pesqueros tienen cerca de 100 metros de ancho y 200 de largo. Estas destruyen todo a su paso, incluyendo mamíferos como delfines que quedan atrapados y ni son utilizados con fines comerciales.
El Mar Argentino está regulado hasta las 200 millas. En 2016 se extendió el límite externo hasta las 350 millas, es por esto que la regulación sobre el lecho del Agujero Azul correspondería a la Argentina, aunque eso aún no está reglamentado.
"Los barcos pesqueros que utilizan redes de arrastre emplean unas cadenas muy pesadas las cuales se entierran en el fondo y rompen todo a su paso, como si fueran una topadora. Así, además de capturar el objetivo comercial de la pesca, atrapan incidentalmente cualquier otra fauna que se encuentre a su paso", explica Martín Brogger. biólogo marino e Investigador adjunto del CONICET.
El Agujero Azul es un lugar codiciado por la industria pesquera de países como China, España, Corea del Sur y Taiwán. Se encuentra amenazado por la intensidad de la actividad desde hace 5 décadas. Actualmente, más de 400 buques al año llegan a esta zona para operar. Es una área de poco más de cincuenta mil kilómetros cuadrados, a la altura de la provincia de Chubut y norte de Santa Cruz. La mayor parte de esta zona la ocupa un fondo marino relativamente poco profundo, entre 100 y 400 metros, y esto la convierte en un lugar ideal para la pesca.
"Se trata de una zona de alta productividad, principalmente gracias a los nutrientes que llegan desde el sur por la Corriente de Malvinas. Esto hace que allí se congreguen varias especies de aves, mamíferos marinos, peces y calamares, entre otros. Estas peculiaridades favorecen el desarrollo de ecosistemas muy particulares, como arrecifes de coral de aguas profundas, jardines de corales blandos o campos de esponjas marinas. Los corales y esponjas marinas son lo que los biólogos denominan "ingenieros ecosistémicos", es decir que su sola presencia provee hábitat para muchos animales, lo que los hace un ecosistema por sí solos" agregó Brogger.
El científico explica que la pérdida de estos ecosistemas marinos impacta directamente sobre la biodiversidad. Se ha estudiado que en zonas donde existe una intensa actividad pesquera y, especialmente donde se utilizan redes de arrastre en el fondo, hay menor cantidad de individuos, menos especies presentes y los ecosistemas resultantes son menos complejos. Además se destruye el lugar de reproducción de los peces y se rompe la cadena trófica, que es la transferencia de sustancias nutritivas a través de las diferentes especies de un ecosistema.
"Observar en vivo y directo un fondo marino que ha estado sujeto a una intensa actividad pesquera a lo largo de tanto tiempo me impactó mucho más de lo que hubiera podido pensar previamente. A pesar de haber especulado con anterioridad lo que podíamos encontrar, observar tan baja diversidad y ver algunos organismos trepando en los restos rotos de esponjas marinas para poder llegar lo más alto posible, donde debieran estar cazando su alimento, no dejó de darme una sensación de desilusión. Creo que las demás personas presentes percibieron mi estado, ya que simplemente hubo mucho silencio durante todo el tiempo que estuvimos observando", recordó Brogger.
"Lo que evidenciamos en alta mar es una muestra de que los océanos necesitan ser protegidos con urgencia. La falta de control y regulación de las aguas internacionales y del Mar Argentino le permite a las pesqueras saquear y vulnerar el Atlántico Sur, dejando al océano al borde del colapso. Es por esto que desde Greenpeace exponemos una problemática invisible para muchos, para así generar toda la presión pública posible para que los gobiernos del mundo acuerden en la ONU un tratado global por los océanos para proteger a la vida marina a través de la creación de una red de santuarios", señaló Luisina Vueso, coordinadora de la campaña de océanos de Greenpeace.
La ONG sostiene que los pesqueros en esta región con frecuencia incurren en prácticas ilegales y desreguladas, y realizan actividades en contravención de las leyes nacionales, regionales e internacionales. Un claro ejemplo, dicen, es cuando los pesqueros entran en la zona económica exclusiva de forma ilegal, no reportan o informan todas sus actividades, operaciones o capturas y llevan adelante la pesca con embarcaciones sin bandera. Además de las técnicas que utilizan que resultan devastadoras para el ambiente.
“El agujero azul es un ecosistema fundamental para los mares patagónicos y para las especies migratorias. Es una zona donde se alimentan muchas especies y por eso es un imán para la industria. Muchas de estas especies se mueven por eso esto termia afectando a todos los océanos del mundo”, concluyó Vueso.
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