La pesadilla de ir a votar en sillas de ruedas
"Si tu mesa está en un primer piso, te podrán bajar la urna para votar en el cuarto oscuro accesible", se oye en un spot publicitario sobre el proceso electoral general del próximo domingo. Micaela Boldt conoce del tema. La joven, que se moviliza en silla de ruedas desde que era pequeña, no hace más que avisar a las autoridades de la escuela donde vota, en el barrio de Monserrat, y así puede sufragar. El problema lo tiene unos minutos antes cuando llega al inmueble, como le ocurrió en las últimas PASO. Debe ascender unos cinco escalones y la plataforma hidráulica no funciona, le dijeron. La mujer debió esperar la asistencia de efectivos de gendarmería para ingresar a la escuela.
"La gente piensa que con que te levanten se soluciona el tema, y lo cierto es que puede haber un accidente. Me puedo caer yo o alguien que me ayuda", reflexiona la estudiante de derecho de 21 años. Pero va más allá de eso, incluso. Todos los ciudadanos tienen el derecho de votar en similares condiciones y el Estado debe ocuparse de brindar las mejores alternativas para garantizarlo, indica la Dirección Nacional Electoral.
De acuerdo a la normativa vigente, cada establecimiento donde se vota debe contar con un cuarto oscuro accesible (COA) destinado al sufragio de personas con discapacidad o limitaciones, como así también a adultos mayores y mujeres embarazadas y/o con niños. Entre sus principales características debe ubicarse en el espacio más cercano al ingreso del establecimiento. ¿Pero qué sucede cuando lo que justamente se vuelve complicado es el acceso a ese lugar particular?
Como en otras jornadas electorales, en las PASO de agosto Boldt debió pedir ayuda para entrar a la escuela primaria pública ubicada en Tacuarí al 500. "Pregunté por qué no usábamos la plataforma hidráulica, pero me dijeron que la habían probado el día anterior y que no entraba una silla de ruedas", cuenta la mujer. Finalmente pudo sufragar, aunque la disposición del cuarto oscuro accesible le dejó algunas dudas: "Es una especie de garita formada por tres paneles azules, pero la gente que está alrededor basta que de vuelta la mirada para que pueda ver lo que estas votando".
En Colegiales, Milagros Shaw también tuvo que buscar colaboración para entrar a la escuela a votar en agosto pasado. Unos 10 escalones la separaban del ingreso al establecimiento. Se trataba de otra institución que no era accesible, recuerda la joven de 23 años. "Tener que conseguir que alguien me ayude es súper incómodo", resalta la mujer. Para ingresar al inmueble de la entidad educativa privada, ubicada en Céspedes al 3100, la auxiliaron un policía y otro hombre que estaba en el lugar.
Una vez adentro, Shaw cuenta que esperó entre 15 y 20 minutos para poder emitir su voto. Como su mesa estaba en el primer piso, solicitó que le acercaran la urna al cuarto oscuro accesible. "Tardaron bastante en bajarla ¿Por qué tengo que esperar tanto cuando yo había llegado en horario?", se pregunta. La mujer, a la que le faltan rendir algunos finales para recibirse de psicóloga, decidió que haría valer su derecho y recurrió a la fundación Acceso Ya, que lucha por mejorar la calidad de vida para quienes transitan por la ciudad con discapacidad motriz y/o movilidad reducida. "Es importante que se denuncien este tipo de situaciones para hacer hincapié en la accesibilidad", resaltan desde la organización.
Tras una presentación legal de la ONG ante la Secretaría Nacional Electoral, el juzgado nacional en lo Criminal y Correccional Federal N°1 resolvió modificar el lugar de sufragio para Shaw y le asignó otra institución. La joven está conforme: "Este domingo votaré en el colegio Julio Argentino Roca. Ya lo había hecho antes y sí era accesible". Y resume: "La sociedad todavía está en un proceso para que todos podamos movilizarnos con normalidad".
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