La perspectiva de género, al diván: los pacientes ahora cuestionan a sus terapeutas
El rol de la mujer y del hombre como personas regidas por su género está puesto en discusión y, en la actualidad, es un tema que ocupa gran parte de la agenda social y mediática. Dentro del psicoanálisis no pasa desapercibido. La perspectiva de género es hoy un requerimiento instalado que los pacientes les demandan a sus analistas y en los consultorios no son pocos los cuestionamientos en el país con más psicólogos per cápita del mundo.
Alina, con 36 años, tuvo una experiencia que le hizo repensar el vínculo con su terapeuta. La profesional había sido recomendada, pero ella se sentía "incomprendida e incómoda": "Tenía que estar explicándole conceptos. Me empecé a indignar en algún punto porque debería estar averiguándolo, en vez de no entender lo que le estoy explicando, por ejemplo: qué significa transexual, por qué es importante la palabra pansexual, etc. No me decía directamente ‘esto tiene que cambiar’, pero de a poco empecé a entrever sus intenciones y sentía que estaba patologizando mi actitud. Le faltaba un montón de teoría y vocabulario que yo no iba a pagar para enseñarle, entonces decidí irme".
En Facebook, Alina encontró a la Red de Psicólogxs Feministas , se puso en contacto y arrancó otra terapia. Gisela Cassouto es psicóloga y cofundadora de la red. En diálogo con LA NACION, cuenta que junto a otros profesionales notaron que no era la excepción sino "bastante la norma" que en aquel lugar donde uno debería sentirse lo suficientemente cómodo para poder contar cosas que en otro lugares no cuenta, "la mayoría de la gente se sentía juzgada, ya sea por su elección sexual, por su modo de vínculo tal vez no monogámico, como si hubiese un camino a seguir de la ‘heteronorma’ y todo lo que era salido de ahí, era juzgado también dentro del consultorio".
Leticia Glocer Fiorini, psicoanalista, expresidenta de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), sostiene que las perspectivas de género "amplían la comprensión de muchos conflictos personales, de pareja, familiares y grupales vinculados a fenómenos de violencia de género, inequidades entre hombres y mujeres, así como a las sexualidades e identidades no convencionales. Estas perspectivas analizan la fuerte influencia de discursos y prácticas sociales, de orden androcéntrico, sobre los conceptos de diferencia sexual y de género y que tienen efectos en la clínica".
La especialista, autora de los libros Lo femenino y el pensamiento complejo y La diferencia sexual en debate, argumenta que "son importantes en todo tipo de terapia porque las problemáticas de género no responden sólo a motivaciones psíquicas internas, sino que reciben poderosas influencias del mundo externo: estructura social y cultural, creencias e ideologías colectivas imperantes".
Romina tiene 33 años y, como paciente, cree que es "la obligación del terapeuta estar actualizado en las discusiones de la sociedad, desde la responsabilidad y desde lo académico". Ella tuvo un paso conflictivo por el psicoanálisis: "Mi analista dijo que, como yo era fuerte, sabía lo que quería y lo expresaba sin pelos en la lengua, ocupaba así ‘roles de hombre’ en el momento de la seducción. Discutíamos un montón. Me pedía que no lo tome desde el feminismo pero mi respuesta era simple: vos me estás planteando el asunto en términos de género, que hay actitudes que son y corresponden al hombre y otras, a la mujer, y que si yo no respeto ese rol por ser mujer, estoy convirtiéndome en un hombre".
Alejandro Viedma, psicólogo especialista en diversidades sexuales, opina que no todos los psicólogos están preparados para escuchar ciertas situaciones, porque "la perspectiva de género lo que hace es ampliar la mirada y la escucha. Ninguna teoría ni disciplina ahora alcanza para tratar a un sujeto. Para hacerlo, con alguien que sea parte de las diversidades sexuales, hay que empaparse del tema". El especialista también explica que hay dos cuestiones básicas del psicoanálisis: la neutralidad y la abstinencia: "Estamos en un momento donde más que nunca uno tiene que ser neutral, no ir con sus opiniones al encuentro con el paciente".
Federico tiene 28 años y cuenta que cuando decidió empezar terapia, sintió que no podría hacerlo si el/la profesional no tuviera perspectiva de género. Esa era su exigencia principal a la hora de escuchar recomendaciones. "Muchas de las cosas que necesité plantear en las sesiones pueden interpretarse de distintas maneras y una respuesta que relacionara mi comportamiento con mi género no me hubiera servido o, por lo menos, partir de la base de que la construcción de género es algo más complejo que ser ‘mujer o varón’".
Efecto Ni una menos
Mariana, con 26 años, hace cuatro que va a terapia con una psicóloga 40 años mayor que ella. Ambas coinciden en que, a partir de la primera marcha en 2015 con la consigna Ni una menos, la lucha del feminismo en las calles cambió su análisis. "Las dos aprendemos constantemente una de la otra. Yo llevo situaciones cotidianas que quizás antes no pensaba tratarlas y ella se nutre con nueva bibliografía y especialistas. Creo que es la clave para seguir con el tratamiento", confiesa a LA NACION.
Llevado al psicoanálisis, Glocer Fiorini señala que su disciplina sostiene sus ejes en el papel del inconsciente, los itinerarios de la sexualidad y la transferencia: "La no inclusión de las perspectivas de género en una terapia puede conducir a puntos ciegos en el analista sobre este tipo de problemáticas que frecuentemente tienen efectos traumáticos de distinta índole. Si se piensa que las mujeres buscan y gozan de la violencia por "naturaleza", si se considera que el masoquismo es inherente a las mujeres y que esto explicaría la violencia de género se desembocará en fracasos de muchas terapias, más allá de las variantes individuales. De la misma manera, si se cree que la maternidad es la meta privilegiada de las mujeres, se perderá de vista que hay una pluralidad de subjetividades en las que la maternidad podrá o no ser una meta de máxima".
Para Casoutto no es obligatorio que todo el mundo se atienda con alguien que tenga esa mirada, pero cree que sería bueno e imprescindible que esa opción se pueda ofrecer desde las obras sociales y, sobre todo, desde el Estado.
La carrera de Psicología, cuestionada
En la actualidad, estudiar Psicología es complejo. Las teorías de Freud, Lacan y Jung son las más cuestionadas por el alumnado y pasan a ser una tarea difícil para los profesores que intentan explicarlas aún contextualizándolas.
En la Universidad de Buenos Aires (UBA) la carrera solo cuenta con una materia optativa llamada Introducción a los Estudios de Género. "Estamos peleando para que sea obligatoria, porque yo, por ejemplo, me recibí sin saber que existía", dice Casoutto. El cambio social también se nota ahí: desde el año pasado, en esa misma materia tuvieron que abrir más cupos porque se llenaba, mientras que otros años no llegaron al número mínimo de inscriptos.
Para Viedma, todavía falta mucha información y formación, algo que realmente ayudaría a los pacientes. Teoría a la que añade la expresidenta de APA: "La formación del psicoanalista y del psicólogo debe incluir estudios y perspectivas de género; en caso contrario, es incompleta".
En el país, hay profesionales que empezaron a debatir conceptos que aun resultan algo extraños para la sociedad y la época. "Se puede ser psicoanalista y feminista, el tema es atreverse a cuestionar eso que parecía incuestionable", sintetiza Casoutto.
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