La personalidad y la circunstancia, las claves
Los trastornos de ansiedad, acompañados o no por depresión, forman parte de una vasta problemática de salud pública en crecimiento, como lo indican los estudios de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La ansiedad es una vivencia subjetiva que puede estar acompañada con concomitantes somáticos como sudoración, palpitaciones, fobias, inhibiciones y/o agitación. Así como la fiebre indica que algo sucede a nivel corporal sin que se sepa necesariamente cuál es su origen, la ansiedad indica que algo está sucediendo en el psiquismo sin que se sepa, en principio, por qué se produce. Se puede manifestar en forma progresiva o como una crisis aguda. Punta del iceberg de una problemática más compleja, es importante tenerla en cuenta como señal que alerta sobre la emergencia de conflictos latentes, muchas veces inconscientes.
La lucha contra la ansiedad puede llevar a la depresión o la depresión manifestarse desde el comienzo. Ésta se encuentra asociada habitualmente a tristeza, irritabilidad, trastornos del sueño y del apetito, lentificación de la actividad motora, desmotivación, falta de energía, cansancio y sentimiento de culpa.
Las causas pueden ser múltiples, pero en general es el encuentro entre una personalidad previa y una circunstancia desfavorable. Así como el duelo es un proceso normal que no requiere necesariamente ayuda, la depresión, en cambio, es un proceso patológico que requiere ayuda terapéutica, tanto verbal, en el curso de una psicoterapia, como con psicofármacos, en algunos casos.
A veces la depresión no se manifiesta abiertamente con tristeza, sino en forma de lo que se llama depresión esencial, que es una forma en la que prevalecen los síntomas somáticos migratorios. Es decir, síntomas en el cuerpo que van migrando en forma aleatoria o que se expresan en un órgano de choque, variable para cada persona (el aparato digestivo y el cardiovascular, las vías respiratorias, entre otros). Si la desorganización psíquica se agrava, puede proseguir en forma de desorganización somática y ser causa de enfermedades orgánicas.
Es difícil sacar conclusiones sobre las motivaciones del aumento de la prevalencia de estas patologías. Es probable que en nuestro país la precariedad social, ligada a la violencia, a la falta de empleo o subempleo, a la incertidumbre en cuanto al futuro en los jóvenes, a la dureza de la vida cotidiana en las grandes ciudades, a la falta de redes sociales de contención para jóvenes y adultos mayores, al aislamiento y al aumento escalofriante del consumo de sustancias tóxicas contribuyan como desencadenantes a aumentar la ansiedad y la depresión. Pero el efecto de lo disruptivo del medio externo no impacta de la misma manera en cada persona. Siempre es el resultado del entrecruzamiento de una personalidad y de una circunstancia. Cuanto más disruptiva sea la circunstancia, mayor dificultad tendrá la persona para elaborarla. Si su sentimiento de impotencia para modificar las circunstancias agravantes aumenta, el riesgo de depresión y ansiedad aumenta correlativamente.
El autor es miembro titular de la Asociación Psicoanalítica Argentina
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