La peor epidemia. Cómo se preparan la Capital y la provincia de Buenos Aires para enfrentar el pico de casos de dengue
Las autoridades sanitarias de la Nación prevén que en las próximas semanas se generen más contagios; no se espera un colapso en el sistema que, hasta el momento, responde bien en ambas jurisdicciones
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El pico en los casos de dengue, en la peor epidemia que atraviesa la Argentina en los últimos 15 años, está cerca y después de ese subidón los casos podían comenzar a bajar. Esa es la percepción de las autoridades sanitarias que prevén un incremento en los contagios y la demanda para ingresar luego en un descenso progresivo que debería estar acompañado con el contexto estacional.
El Aedes aegypti, el vector de la enfermedad, es un mosquito que se propaga más rápido y mejor en condiciones cálidas. Al revés, en las bajas temperaturas, su ciclo biológico se ralentiza. En este caldo de cultivo el agua y las lluvias tienen un protagonismo central. Y en toda el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), en las últimas dos semanas, hubo precipitaciones que provocaron el ámbito ideal para la propagación del insecto.
Son más de 100.000 los casos confirmados oficialmente y casi el doble notificado con sospecha de la enfermedad. Formosa, Chaco y Catamarca son las provincias con mayor problemática, con una tasa de 1327, 1318 y 1042 casos cada 100.000 habitantes, respectivamente. En la Ciudad de Buenos Aires la tasa es de 140 (con 4360 casos acumulados) y en la provincia de Buenos Aires es de 129 (con 22.721 casos acumulados). Las cifras analizadas contemplan el período entre el 1° de enero y el 17 de marzo pasados.
En este contexto, ¿cómo se atiende la prevención en la Ciudad de Buenos Aires y la provincia de Buenos Aires frente a lo que podría ser el pico de casos? Los sistemas de salud del AMBA, ¿tendrán algún riesgo de desborde por la demanda de pacientes y consultas o los sistemas están preparados?
La experiencia hasta acá muestra que después de un período de lluvias durante las tres semanas siguientes se observa alta circulación de mosquitos adultos. En los últimos 15 días se dieron varios procesos sucesivos, con algunas ventanas de buen tiempo y temperaturas bajas, lo que pudo haber dado cierto margen al sistema sanitario porteño y bonaerense.
Desde los ministerios de Salud de ambas jurisdicciones, ante la consulta de LA NACION, descartaron la posibilidad de un desborde en la atención durante el pico de la epidemia, al que hizo referencia el ministro de Salud de la Nación, Mario Russo, en una entrevista con este medio. Adelantaron que las tareas se concentran más en la prevención que en el fortalecimiento de la atención sanitaria aunque, advirtieron, estar preparados para un eventual aumento desmedido de la demanda.
“Si pudimos contener la pandemia de Covid, estamos en condiciones de hacerle frente al dengue”, coindicen, palabras más, palabras menos.
En la ciudad de Buenos Aires la estrategia se plantea en tres grandes ejes. Continuará el trabajo de 10 equipos en el territorio, en los barrios más complejos o donde se puede generar mayor cantidad de mosquitos transmisores. Tendrán la tarea de vaciar recipientes y eliminar el agua de aquellos sitios donde la larva puede completar su ciclo. “Es un trabajo de prevención porque si no hay agua, no hay larvas”, explican desde el ministerio que conduce Fernán Quirós.
Por otra parte, sigue activa la estrategia de contención de los focos, como ocurrió durante la pandemia, pero con metodologías diferentes. ¿Cómo se hace? Cuando se reportan enfermos de dengue en un domicilio una cuadrilla trabaja sobre la manzana afectada, fumiga, limpia los recipientes y se identifican todos los cuadros febriles. El procedimiento se repite todas las mañanas en las viviendas y manzanas de los casos reportados el día anterior.
El tercer elemento es el fortalecimiento de las 18 unidades febriles que funcionan en los hospitales públicos para atender a los pacientes febriles y, así, descomprimir la demanda en las guardias. El recurso humano, de enfermeros, médicos, bioquímicos y todo lo necesario, se amplió de acuerdo con la necesidad.
“No creemos que los hospitales se vayan a saturar; nos lo dijeron en la pandemia, y nunca pasó. Por supuesto que vamos a reforzar si es necesario, pero que haya colas no significa que la atención está saturada o colapsada”, dice una importante voz dentro del gobierno porteño.
La visión en la Ciudad es que la demanda comenzó a ralentizarse en las últimas dos semanas después de un crecimiento exponencial. Aunque los mosquitos están presentes y podrían aumentar su población, la curva “comienza a crecer menos proporcionalmente, quizás porque ya muchas personas tuvieron la enfermedad y la inmunidad empieza a ser más grande”.
En la ciudad también destacan la campaña de prevención en medios de comunicación que comenzó al asumir Jorge Macri como jefe de Gobierno. La estrategia abarca piezas en televisión, radio, vía pública (cartelería en calles y subtes y pantallas led), gráfica en diarios y revistas, publicidad no tradicional en artística de programas de TV, banners web, redes sociales, mails, publicidad en boletas de ABL y mensajes a través de Boti, el Whatsapp de la ciudad.
Municipios complicados
En la provincia de Buenos Aires la situación es muy dispar entre los 135 municipios que la componen y no en todos se detectaron casos de dengue. José C. Paz (534,92 casos cada 100.000 habitantes), Lanús (453), San Miguel (402), San Isidro (364), San Martín (304), Lomas de Zamora (291), Avellaneda (238), Quilmes (233), Tres de Febrero (210) y Morón (193) son los diez más comprometidos, según el último Boletín Epidemiológico difundido por el Ministerio de Salud bonaerense, de entre el 10 y el 16 de marzo.
“La provincia tiene más de 3.000 trabajadores y promotoras de salud en la calle y en los 135 distritos. Todos realizan tareas de promoción, prevención, cuidado y descacharreo, que es la principal acción y opción que tiene que ser el ciudadano para eliminar la larva”, explican desde la cartera que conduce Nicolás Kreplak.
El ministerio, además, sostiene las mesas de trabajo que se iniciaron en el verano y formada por expertos en el análisis de la problemática para dar una respuesta rápida a la demanda. Además, las fuentes consultadas contestaron que el triage implementado en las guardias y hospitales es clave para la categorización del paciente que ingresa con síntomas de gravedad. “De esa forma podemos darle una atención más rápida a la persona que está más complicada. También en todos los hospitales de la provincia se montaron consultorios febriles para una atención específica”, cuentan.
Las previsiones para las próximas dos semanas, al igual que en la ciudad, apuntan a fortalecer el descacharreo y las medidas de prevención, la forma más efectiva de frenar el impacto del Aedes aegypti. La estrategia, por el momento, no contempla reforzar la infraestructura hospitalaria que está soportando la demanda. Aunque en caso de ser necesario, la ecuación cambiará.
Bajas temperaturas
Después de varios días de lluvia, calor y humedad, las últimas jornadas transcurrieron con temperaturas más bajas, aunque lo que resta del fin de semana podría volver a subir los registros. ¿Esta condición climática podría provocar la interrupción del ciclo de vida del mosquito? “Con las bajas temperaturas disminuye un poco la actividad, pero estamos empezando a ver que el dengue se mantiene mucho más tiempo en el año, por lo que la respuesta sería no, que unos pocos días de frío no alcanzarán para que la enfermedad desaparezca, aunque sí disminuirá”, explicó Alejandro Inti Bonomo, director de la carrera de Gestión Ambiental en la UADE.
“Tiene que haber un cambio de estación bien marcado para que disminuya la actividad. Probablemente disminuya el pico en estas condiciones, pero no se acabará la enfermedad en todo el año”, agregó el experto. “Buenos Aires pasó de ser una ciudad que tenía dengue esporádico a una ciudad donde el dengue está mucho más presente. Y si habrá temporadas más marcadas de casos, es muy importante descacharrear todo el año”, pidió Inti Bonomo.
Por su parte, Victoria Micieli, doctora en Ciencias Naturales e investigadora principal del Conicet, informó que el Aedes aegypti “es un mosquito tropical o subtropical adaptado a las altas temperaturas y a climas templados”. En el ciclo de su nacimiento “cuando la temperatura es mayor, menor será el tiempo para que eclosionen los huevos”, en una relación que acelera la reproducción. “Posiblemente haya menos temperatura, pero eso no afectará en nada al ciclo. Cuando empiecen a disminuir las temperaturas, las otoñales e invernales, bajará la cantidad de mosquitos picando y transmitiendo”, agregó Micieli.
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