“La pelota lo mató”: habló la hermana del joven fallecido tras agredir a un árbitro y vecinos denuncian un circuito de apuestas
Cómo era Williams Alexander Tapón, de 24 años, según la familia; los habitantes de la zona refieren que “los sábados se pican” en el complejo deportivo donde ocurrió el ataque
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Williams Alexander Tapón, el jugador de 24 años que atacó al árbitro Ariel Paniagua durante un torneo de fútbol amateur en un complejo deportivo de Sarandí, en Avellaneda, fue encontrado muerto de un balazo en la cabeza a un costado de las vías del ferrocarril Roca.
Fuentes del Ministerio de Seguridad bonaerense informaron que se habría tratado de un suicidio. Consultados por LA NACION durante una recorrida por la zona de Gerli, donde vivía, los hermanos del joven de 24 años hablaron sobre lo sucedido y contaron aspectos de la personalidad de Tapón.
“La pelota era su vida y la pelota le sacó la vida. La pelota me lo mató”, lamentó una de las hermanas menores de Williams Alexander Tapón, quien no quiso dar su nombre.
Entre lágrimas y un clima de angustia que se sentía en el barrio, la joven se acercó a dialogar con LA NACION y expresó: “No entiendo por qué lo hizo, tenía una familia que lo acompañaba en todo momento, siempre con amor. La vida de mi hermano no me la devuelve nadie”.
Según detalló la chica, el futbolista amateur era “una persona tranquila, con buenos valores y jamás había hecho algo así. El no era agresivo, ni violento, era muy tranquilo”, afirmó.
Otro de los hermanos de la víctima contó que ese día “Willy”, como lo llamaban, no tenía planeado ir a jugar a la pelota. “No iba a ir, pero viste cómo es la vida, por alguna razón fue y pasó lo que pasó”, detalló y aclaró: “El amaba jugar al futbol y le han pegado cada pata, jamás reaccionó de esta manera”.
Según contó su hermana, el futbolista amateur estaba muy arrepentido por lo que había sucedido con el árbitro Paniagua: “Dijo que fueron cinco minutos de furia y que después, automáticamente, se arrepintió”.
“Dos veces lo vi llorar en toda mi vida: cuando se murió mi mamá y esta vez”, insitió la chica. La joven contó que “Willy” era el típico hermano que “te hacía sacar una sonrisa en todo momento” y que nunca demostraba cuando estaba mal.
“Todo pasa por algo”, decía siempre él, según refirieron los hermanos. Pero ese algo hoy es inexplicable para sus familiares, quienes se encuentran reunidos en la calle, en la zona de General Paz y Heredia, compartiendo el dolor que sienten por la pérdida del joven de 24 años.
“La gente salió a decir que se suicidó por la muerte de mi mamá, pero eso pasó el 15 de noviembre, lo hubiese hecho antes”, dijo la hermana. Y luego denunció: “El acoso que él sintió, por parte de los medios y en las redes sociales, fue terrible. Hablaron sin conocerlo”.
Cabe recordar que luego de la agresión que tuvo lugar el sábado por la noche en pleno partido de un torneo amateur, el video en el que se ve la peligrosa patada que le pegó Tapón a Paniagua fue viralizado en las redes sociales.
LA NACION se comunicó con el árbitro agredido, quien no quiso dar notas debido a la angustia que siente, pero afirmó que lamenta mucho todo lo que está sucediendo.
La joven contó que todos los hermanos y la mujer del futbolista recibieron un audio antes de la tragedia. En este sentido, contó que esperaron a los médicos para confirmar que estaba muerto, pero que ya lo sabían desde que lo encontraron.
Elsa, una señora de 53 años, vecina de la familia, contó que nunca tuvieron problemas en el barrio. “No lo conocía, pero lo veía pasar por la calle y jamás hubo un conflicto”. También detalló que ayer a la noche se escuchó un disparo, pero no esperaban algo así, ya que escuchar tiros es “común en la zona”.
Milagros, otra vecina, se mostró conmocionada por la situación y estuvo de acuerdo en que nunca hubo conflictos con el joven de 24 años.
“Los sábados se pica”
El violento episodio ocurrió en un complejo de canchas de fútbol de césped sintético llamado “Estación 98″, situado en la avenida Bartolomé Mitre 3951 del partido bonaerense de Avellaneda. Durante la recorrida de LA NACION por la zona, los testimonios de los vecinos concordaron en que durante la semana es un lugar tranquilo y familiar, pero los sábados el panorama cambia rotundamente.
Sergio Rico, quien atiende un kiosco en las misma cuadra, contó: “Muchas veces vienen después de los partidos a comprar gaseosas y se quedan acá charlando en la vereda. Estoy muy asombrado porque siempre vi chicos respetuosos”.
“No es un ambiente feo. Yo siempre paso por acá y veo a los chicos jugando al fútbol. Jamás vi comportamientos agresivos, ni nada violento”, describió Rosa Angelini, una vecina que frecuenta la cuadra cuando va a hacer las compras.
Santiago, quien no quiso dar su apellido por motivos de seguridad, admitió que cuando se construyeron las canchas, el barrio “subió de categoría”, pero que durante este año, con el inicio de los torneos de los sábados, todo cambio.
“Los sábados se pica. Se pica a otro nivel. Llegan micros escolares repletos de muchachos que vienen no solo a jugar a la pelota, sino también a apostar”, reveló. Y lamentó: “Hacen apuestas, juegan por plata, y ahí se transforma todo. Se quedan hasta las doce de la noche y hacen quilombo”.
En esta misma línea, Maia, la empleada de un almacén del barrio que permanece abierto hasta la madrugada, refirió: “Los sábados ya no es un ambiente familiar lo que se ve. Vienen los pibes a copar toda la cuadra y no dejan circular a los autos. Se sientan en las veredas y gritan hasta pasada la medianoche. Todos sabemos que juegan por plata, no es por diversión, no es por el deporte, son todas apuestas”.
LA NACION se acercó al complejo deportivo en busca de declaraciones, pero desde la administración respondieron que no van a brindar ningún tipo de información ya que la responsabilidad recae en la organización del torneo. “Nosotros solo alquilamos las canchas, no tenemos información del torneo”, dijo un empleado del lugar.
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