La pasión que despierta el fútbol tiene dos caras
Debate en La Nación sobre el último libro de Juan José Sebreli. El autor y el senador Cafiero expusieron distintas visiones.
A 16 días del comienzo del Mundial, las pasiones por el fútbol ya exceden el campo de juego.
En su último libro, "La era del fútbol", Juan José Sebreli presenta al más popular de los deportes como un instrumento utilizado por los gobernantes para manipular a la población.
Sus críticas llegan a los hinchas de fútbol, a quienes define en su libro como "autoritarios pasivos, dogmáticos y personas que carecen de espíritu crítico y de sentido del humor". Y sostiene que mientras en la sociedad política el fanatismo ha decaído, en el fútbol continúa y persiste.
El senador justicialista Antonio Cafiero, ferviente aficionado al fútbol e inveterado hincha de Boca Juniors, recogió el guante y, en un debate organizado por La Nación , discutió con el reconocido intelectual argentino sobre una pasión que, a pasos del siglo XXI, no conoce límites ni fronteras.
Café de por medio, el encuentro comenzó con una cuota de humor, cuando Sebreli, para ponerse cómodo, se quitó el saco. "Empezamos bien, así me gusta, que se acerque a los descamisados, a los peronistas", se animó Cafiero, en un intento por sacar ventaja.
"La gente me pregunta por qué me meto yo con el fútbol. Y yo no me meto. El fútbol se mete conmigo. Vivo en un mundo inmerso en el fútbol", atacó Sebreli, al fundamentar su ensayo.
Ejemplos emblemáticos
Tanto en su libro como en el debate, Sebreli no eludió nombres ni hitos que sostienen el nombre de nuestro país en lo más alto de la cumbre futbolística internacional.
"Un rasgo típicamente argentino es el acostumbramiento a la ilegalidad. Y hay dos ejemplos emblemáticos, que son trampas y muestran una aceptación de esa ilegalidad: el famoso gol con la mano de Dios de Maradona contra los ingleses, en 1986, y el triunfo del Mundial 78 en la Argentina, con el recuerdo del partido contra Perú", remató.
Con una salida elegante, Cafiero no esperó para contraatacar: "Aunque escribe cosas que a mí no me gustan, reconozco en Sebreli una trayectoria intelectual brillante. Pero en este libro, a partir de hechos relativamente menores, saca conclusiones tremendistas y catastróficas".
-¿Qué influencia tiene el fanatismo en todo lo que rodea al fútbol?
Cafiero: -No se puede asimilar el fanatismo en el fútbol al fanatismo religioso, racial o político. El hincha de fútbol no es alguien que intenta sacar algún beneficio. Por otra parte, el gol de Maradona a los ingleses no es un símbolo de la predilección argentina por la ilegitimidad. Fue simplemente una falla del árbitro. Me parece una exageración confundir esta ilegitimidad puntual de Maradona con el estado de ilegalidad que vivió el país durante muchos años.
Sebreli: -Yo no me baso en la trampa que hace Maradona. Me refiero a la inmensa mayoría de la sociedad argentina, que aceptó esa ilegalidad del gol con la mano sabiendo que era una trampa. Yo creo que el fanatismo no es tan inocente: lleva al asesinato.
Cafiero: -El fanatismo racial llevó al Holocausto. No me compare...
Sebreli: -No hay que esperar un holocausto. Pero ha habido catástrofes, como la de Heysel, en 1985. Yo diferencio al hincha de la barra brava, que es interesada. Ojalá yo pudiera pasar un mes en Francia con todo pago, hotel...
Cafiero: -Esa es la corrupción residual, en términos modernos. Hay gente corrupta y los barrabravas no cumplen la función del hincha.
Sebreli: -Pero el barrabrava es un protagonista hoy. Aporta dramaticidad, pintoresquismo, colorido. A veces es más entretenido lo que sucede en las gradas que lo que pasa en la cancha: los papelitos y todo eso.
Cafiero: -Pero eso pone colorido al fútbol. Eso es lo que usted se priva de ver. Las barras son la cosa más humorística que hay en el fútbol. Los duelos de estribillos entre las hinchadas le ponen una nota de color. No todo son gritos y amenazas. Surgen con espontaneidad.
-¿Hay una red de complicidades que protege a los responsables de los hechos de violencia?
Sebreli: -Yo distingo entre el hincha pasivo, que es arrastrado, y el barrabrava, que es el que arrastra al otro. Pero hoy la inmensa mayoría de los adictos al fútbol lo ve en el living de su casa, por TV. La predisposición a la violencia no está fabricada, surge por cuestiones de psicología social.
Cafiero: -Es la violencia que se vive en el mundo y en la sociedad argentina. Los partidarios de la violencia eligen el fútbol para exteriorizar su ánimo violento, su personalidad violenta. No por causa del fútbol. El fútbol es el único que conquista multitudes en el mundo entero, sin diferencia de raza, de religión.
Sebreli: -Pero los encuentros internacionales son una expresión de nacionalismo, de xenofobia. El primer Mundial de Fútbol, en 1930, casi lleva a la guerra a la Argentina y el Uruguay.
Cafiero: -Fue la pasión de un momento.
Sebreli: -Casi se rompen relaciones.
Cafiero: -Pero usted toma un caso y lo universaliza. El mundo se puede ver desde la racionalidad, pero también desde los sentimientos, la inteligencia emocional. Sebreli, ¿usted sabe lo que se ha perdido en la vida? Yo recuerdo cuando gambeteaba en el baldío.
Sebreli: -Yo tengo muchas minusvalías. También me está vedada la emoción que siente un pintor al terminar un cuadro. El fútbol tiene la estigmatización del que no participó. Cualquiera que diga que le interesa más leer un libro que ver un partido de fútbol es por lo menos ridiculizado.
-¿Los políticos usan el fútbol para distraer a la comunidad y tapar problemas?
Cafiero: -Esa es una de las tesis que sostiene Sebreli. Pero yo creo que el fútbol es democrático y abierto. No hay ningún político o funcionario que tenga alguna acusación de corrupción que se atreva a mostrarse en una cancha de fútbol. Porque el rechiflido que recibiría sería la muerte. No es cierto que el fútbol empobrece o debilita la pasión política. Tan popular se ha vuelto que en el Mundial, por ejemplo, estaba Amalita Fortabat agitando una bandera argentina y cantando la tonada de la marcha peronista.
Sebreli: -Eso habla en contra del fútbol.
Cafiero: -Con esto le quiero explicar la subyugación del fútbol. Cuando los hinchas aplauden o silban a alguna persona, están haciendo un juicio popular. Esto no lo pueden hacer desde el living de su casa o en su lugar de trabajo.
Sebreli: -Lo corrijo con respecto al carácter contestatario de las gradas. Y voy a poner un solo ejemplo: el dictador siniestro Videla y el almirante Massera fueron aclamados en el Mundial 78. La Plaza de Mayo se llenó y el grito era "Videla corazón".
Cafiero: -A Galtieri también lo aplaudieron. Pero, ¿se atrevieron a ir a la cancha de fútbol?
Sebreli: -Está la famosa foto...
Cafiero: -Los aclamaron en la Plaza de Mayo, pero no en la cancha de fútbol.
Sebreli: -Está la famosa foto en la que gritaron el gol en el Mundial, en el estadio.
Cafiero: -Pero fue un momento hábilmente aprovechado.
Sebreli: -Son los tres grandes momentos del deporte del siglo XX: el Mundial de Fútbol de Mussolini, las Olimpíadas de Hitler y el Mundial 78.
Cafiero: -Hitler, como usted, no sabía lo que era el fútbol.
Sebreli: -No es casual que dos de las figuras de los propulsores del deporte moderno y del fútbol, el barón de Coubertin y Jules Rimet, creador de la Copa Mundial de Fútbol, hayan sido admiradores de Hitler.
El tiempo dijo basta y, lejos de irse derrotados, ambos se retiraron confiados en que pusieron en el debate toda la fuerza de sus convicciones.
Qué dice "La era del fútbol"
El libro de Sebreli, editado por Sudamericana, contiene, entre otras, las siguientes afirmaciones:
- "El deporte en la democracia esclavista griega tenía un carácter netamente oligárquico y discriminador. En los Juegos Olímpicos no podían intervenir los esclavos, las mujeres ni los pobres."
- "El fútbol, paradójicamente, fue traído a la Argentina por los ingleses e impuesto por la oligarquía, las dos bestias negras del nacionalismo populista."
- "El hincha es una variante de la personalidad autoritaria. No pueden faltar en él el racismo ni la xenofobia."
- "En los últimos años, las mayores fuentes de ganancias para los clubes son el sponsoreo , la transmisión televisiva de los partidos y la compraventa de jugadores, un verdadero tráfico de seres humanos en el que algunos dirigentes ganan altas comisiones."