La pasión está sobrevalorada
El hecho artístico dice que hubo un show, un concierto de rock . El hecho policial dice que hubo muertos y heridos. El hecho político dice que hay un intendente cuestionado. Pero todavía no está claro qué dice de nosotros el hecho cultural.
El público duro del Indio Solari es nuestro punk. Pero un punk real, no un punk de remerita y cresta de diseño. No es un disfraz. No es un homenaje estético al punk. No se hace el punk. Ni siquiera se llaman, a si mismos, punks. Es gente que quedó en los márgenes y no le gusta el estado de las cosas y tiene ganas de romper todo. Es cierto, son más lindos en las películas, porque cuando son tan reales significa que algo se está pudriendo ahí donde vivís. En tu sociedad, digamos. En tu país. Dice que tenemos punks, el hecho cultural. Es una primera verificación.
Dice que este es un país capaz de grandes pasiones, afortunadamente. Y de pasiones ciegas, desmedidas, lamentablemente. Dice que somos nobles y solidarios con el par que integra la misma tribu. Y que somos dogmáticos, gente imposible, con el otro que si es otro es enemigo.
Dice que somos capaces de entregar el cuerpo, de producir tonelajes de energía colectiva como el que ocurre cuando ocurre en vivo "Ji Ji Ji", ese desborde de fuerza arrolladora y fascinante, esos cinco minutos de un clímax eterno, esa experiencia formidable de los sentidos y el sistema nervioso que nadie podrá encontrar en ningún otro show de ningún otro artista argentino. Dice también que nos despreocupa el desborde, que nos desinteresa el paquete de normas que nos rigen -que nos cuidan- que sólo concebimos las relaciones personales, que no creemos en lo que no podemos tocar. La ley, por ejemplo.
Dice, el hecho cultural de Carlos Solari tocando en Olavarría para la cantidad de gente que tocó, que la pasión es la única validación consensuada entre las mayorías argentinas. No importa lo que hagas mientras lo hagas con pasión, parece ser el mandato de la época.
Ahora, la pasión está sobrevalorada. La pasión es cómoda, sólo exige entrega física, sacrificial. La pasión es fácil, es elemental, un procedimiento sin complejidades, por eso se volvió un lugar común de las narrativas publicitarias y entrega satisfacción inmediata, como las máquinas de abdominales que venden en la trasnoche de la televisión. Y no quedan rincones de la sociedad donde no llegue la televisión, y con la televisión la publicidad, y con ambas el discurso monolítico de la pasión. La razón crítica es un esfuerzo, pincha, te cansa. Mejor sentir. Más vago, también. El amor por una idea, por un artista, debería también poder derivar de una operación de la inteligencia.
Si cultura es lo que somos, entonces los grandes acontecimientos de la cultura y la sociedad nos dicen, nos enuncian. Preguntarse sobre ellos es preguntarse sobre nosotros. Y explicarlos es explicarnos.
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