La paciente de Barcelona que tiene al VIH acorralado hace más de 15 años sin medicación e ilumina nuevos tratamientos
Un equipo de investigadores del Hospital Clínic aclara el mecanismo celular que le permitió a la mujer vivir sin rastro del virus a pesar de no tomar antirretrovirales
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CIUDAD DEL CABO.– Una mujer española portadora de VIH lleva más de 15 años controlando el virus de forma espontánea, sin tomar medicación y con una carga viral indetectable, en un caso que se presenta como “único” y “excepcional” de curación funcional de la enfermedad. El estudio de esta paciente –de la que no se divulgó ni su identidad ni edad para proteger su anonimato– fue realizado por un equipo liderado por médicos del Hospital Clínic de Barcelona y será presentado esta semana en la 24ª edición de la Conferencia Internacional del Sida en Montreal (Canadá). “Lleva más de 15 años sin medicación. Después de haber estado un período corto de tiempo con ella, controla totalmente el virus del sida y esto tiene una vertiente muy importante: pudimos averiguar cuál es el posible mecanismo que lo permite”, anunció durante una rueda de prensa desde la capital catalana Josep Mallolas, jefe de la Unidad de VIH-SIDA del Clínic.
La infección por VIH es una pandemia que afecta a casi 38 millones de personas. El sida, la etapa más avanzada de la infección, mata a 650.000 pacientes cada año. Cuatro décadas de avances científicos lograron salvar a millones de infectados gracias a la terapia antirretroviral (ARV), un cóctel de fármacos que evita la replicación del virus hasta el punto de hacer la carga viral indetectable y, por tanto, intransmisible. Este es el único tratamiento disponible para la inmensa mayoría de portadores de este virus que destruye el sistema inmunitario. En la actualidad, más de 28 millones de seropositivos pueden llevar una vida normal y de calidad gracias a la ingesta diaria de una pastilla.
No obstante, aún no se logró dar con una cura definitiva. Aunque los antirretrovirales son efectivos para suprimir la replicación viral, el VIH persiste en reservorios y se recupera después de suspender la terapia. Hay contadísimas excepciones: unas pocas personas a las que se les llama “controladores postratamiento” son capaces de mantener a raya el virus después de que se les retire la medicación. Además, también existen los llamados “controladores de élite”, que logran lo mismo a pesar de no haber iniciado la terapia antirretroviral. Estos también son escasos: menos del 1% de los infectados.
La bautizada como “paciente de Barcelona”, sin embargo, no pertenece a estos dos colectivos, pues fue diagnosticada en 2006 ya con una infección aguda, algo que no es típico de ninguno de ellos. Esta mujer fue incluida en un ensayo clínico dirigido por José M. Miró cuyo objetivo era saber si se podía reforzar el sistema inmunitario para que este controlara la replicación viral. De una cohorte de pacientes, un grupo recibió solo antirretrovirales y el otro recibió una serie de tratamientos inmunomoduladores adicionales, incluido un inmunosupresor, la ciclosporina A.
“Tras nueve meses desde que le interrumpieron el tratamiento, esta paciente dejó de tener carga viral detectable del VIH en plasma”, describe Núria Climent, investigadora del grupo Sida e Infección por VIH del Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer (Ibibaps). De hecho, esta mujer fue la única de los 20 individuos que reaccionó así. “No rebotó el virus, y no ha rebotado durante 15 años y más de 50 analíticas de carga viral. No es que a veces pudiera tener alguna pequeña presencia de bajo nivel: siempre fue indetectable”, completa Miró.
Una vez descubierta la reacción inmunológica de esta paciente, el siguiente paso fue infectar los linfocitos T CD4+, que son la diana principal del VIH. Y se comprobó que estos eran capaces de replicar el virus, lo que sugería que no había ningún problema en la entrada de este en los linfocitos T CD4+. En cambio, cuando Climent y Sonsoles Sánchez Palomino, otra médica del equipo, realizaron cultivos con otras subpoblaciones de células de la sangre, encontraron que sí había un control muy drástico de la replicación del virus. “Esto sugería que estas otras subpoblaciones eran las implicadas. Con ensayos in vitro demostramos que eran las células llamadas Natural Killer [NK, o “asesinas naturales” en castellano] y también los linfocitos T CD8+″, describe Sánchez-Palomino. Estas células NK son las que nuestro organismo utiliza para desencadenar una reacción inmunitaria cuando entra en contacto con el virus del sida y, si es potente, puede llegar a controlarlo.
La gran novedad de esta investigación es que se logró caracterizar qué subpoblaciones de NK y qué subpoblaciones de linfocitos T CD8+ son las que podrían estar implicadas en este fenómeno: son unas células NK que tienen memoria, y también otras que se llaman T Gamma-Delta y son de las que proporcionan inmunidad innata. “La paciente tiene niveles muy altos de ambas, y podrían estar bloqueando o destruyendo las que están infectadas”, describe Climent.
La paciente de Barcelona es única no solo porque hay muy pocas personas con control del VIH tantos años después de haber interrumpido el tratamiento, sino también porque permitió caracterizar el mecanismo de control, y este es diferente al que presentan los “controladores de élite”, algo que abre nuevas vías para potenciar la actividad de esas prometedoras células NK y Gamma Delta. “Si fuéramos capaces, mediante un tratamiento, de repetir o replicar esa capacidad inmunitaria innata que tiene esta mujer, las ventajas serían enormes”, celebró Mallolas durante la videollamada.
El equipo médico también descubrió, a lo largo del tiempo, que se producía una caída “muy pronunciada y progresiva” del número de virus en el reservorio. “Es como si asistiéramos por primera vez a la victoria sin paliativos del sistema inmunológico sobre el virus. Es precioso ver cómo el reservorio viral cada vez es menor, es como si las NK tuvieran al virus acorralado. Y cada vez van eliminando más células infectadas. Probablemente, llegue un momento en que el reservorio llegue a cero”, añadió.
Curación funcional
Los investigadores recalcan que la paciente de Barcelona presenta una curación funcional, es decir, que sin ningún tipo de tratamiento controla la replicación del VIH, pero no es que no exista: cuando se analizan sus células, hay un virus viable capaz de provocar nuevas infecciones. Por esta razón, el suyo supone un caso diferente al de los mediáticos pacientes de Londres y Berlín, individuos que lo eliminaron completamente de su organismo gracias a un trasplante de médula ósea.
Juan Ambrosioni, médico de la unidad de VIH-SIDA del Clínic, subraya que esta medida es tan agresiva que no resulta extrapolable a otros pacientes: “No puedes utilizarlo para los casi 40 millones de personas con VIH. En cambio, si logras detectar a un grupo con un cierto sustrato genético que mediante ciertas intervenciones puede controlar espontáneamente el virus, estarías haciendo algo potencialmente mucho más sencillo de escalar”.
El siguiente paso de esta investigación es identificar exactamente qué conjunción de factores propios de la paciente, junto con aquellos otros que le administró Miró en el ensayo clínico, llevaron a este control del virus en ella, pero no en el resto de participantes. La idea final es replicar las condiciones que presenta esta mujer en otras personas que, a priori, no las tienen. “Lo que es muy importante es estudiar en profundidad a esta señora y que, una vez que conozcamos sus células y su inmunidad al 100%, seamos capaces de diseñar proyectos de investigación para otros, de tal manera que aunque no les podamos curar logremos que puedan estar sin tratamiento, con carga viral indetectable y sin posibilidad de contagiar durante muchos años. Ahora se abre un abanico fascinante de posibilidades de investigación”, reflexionó Mallolas.
Una de las próximas vías de investigación es analizar el resto de la cohorte del ensayo clínico para ver qué tiene la paciente de Barcelona respecto a los otros nueve participantes que fueron tratados con lo mismo. “Nos va a dar mucha información respecto de si el tratamiento hizo algo en ella especial y no en los otros, o si lo hizo con todos y solo se necesitaba que tuvieran unos ciertos factores genéticos para desencadenarlo”, comentó Climent.
En el seguimiento del caso y el estudio participaron investigadores del Hospital Clínic- Idibaps/Universidad de Barcelona, el Centro de Investigación Biomédica en Red Enfermedades Infecciosas (Ciberinfec), el Hospital Germans Trias i Pujol y el Instituto de Salud Carlos III. En el mejor de los casos, este equipo aspira a lograr que la mujer logre curarse definitivamente si el reservorio del virus cae aún más, como viene haciendo en los últimos 15 años. En el peor, podría volver a necesitar terapia antirretroviral. “Hay que ser muy prudente, podríamos tener 15 años de éxito, pero no 16″, advirtió Mallolas. El hecho de la edad avanzada también puede ser un factor negativo, pues Climent aclaró que no saben cómo puede afectar el envejecimiento de aquí a cinco o diez años, pero dado que la paciente tiene unos niveles inmunitarios normales y no sufrió ningún problema de salud en los últimos tres lustros, los médicos se muestran esperanzados.
Poco se sabe de la paciente de Barcelona, más allá de que es una mujer y que ya tiene “cierta edad”, según la descripción de los investigadores, ya que solicitó permanecer en el anonimato. También se sabe que se encuentra en un excelente estado de salud, y que su sistema inmunitario y sus análisis son perfectamente normales. Mallolas la describe como una persona que dio “todo” por la ciencia. “Es supercolaboradora y esto es de agradecer –elogió–, pues hay muchos voluntarios en el mundo del VIH que pasan desapercibidos y que son, sin embargo, los que permiten realizar estudios como este”.
Por Lola Hierro
©EL PAÍS, SL
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