La otra AFA: cómo opera la Asociación Felina Argentina, dedicada a los gatos de raza
Tiene las mismas siglas que una de las organizaciones más populares del país, pero su público es completamente distinto y mucho más específico: se trata de la Asociación Felina Argentina, o "la AFA de los gatos", como la llaman los felinófilos locales cuando ven la necesidad de hacer la aclaración.
Desde 1978, la institución se dedica fundamentalmente al registro y a la difusión de los gatos de raza. Esto último se hace a través de exposiciones, concursos, conferencias y todo lo que logre visibilizar la cultura del gato de raza, que se distingue del denominado "gato común".
Un "gato común" es una mezcla de varias razas, por lo general más de dos. "Una mezcla de dos razas es un desliz en un criadero. El gato sin raza es el gato de la calle, que ha tenido varias cruzas, aunque en su árbol genealógico seguramente habrá algún gato de raza", explica Elena Pérez a LA NACIÓN, quien preside la Asociación Felina Argentina (de ahora en más, AFA) hace siete años. También es expositora y criadora, especializada en el gato Británico.
El 2020 fue un año difícil: vino a cortar de cuajo la posibilidad de llevar a cabo las competencias, que bajo ningún aspecto pueden realizarse de forma virtual. En ellas participan jueces, criadores y expositores, pero los verdaderos protagonistas son los gatos.
Los humanos los anotan y ellos concursan. Tienen un número con el que los llama el juez que los va a evaluar, en principio según los cánones de cada raza. "Cada raza tiene su respectivo estándar. Por ejemplo, el Persa es un gato de patas cortas", clarifica Pérez. "Hay una comparación y una relación al estándar. Si viene un Persa con patas largas va a tener menos posibilidades de éxito que si viene un Persa con patas cortas. Y hay otros montones de rasgos. Hay que ajustarse al estándar, que obviamente conoce el juez y también el criador".
Pero la morfología de cada raza se va adecuando a las nuevas tendencias. "Los estándares también van cambiando. Los gatos van adquiriendo otros rasgos. Por ejemplo, el Siamés era un gordito oscuro con ojos azules y ahora es un flaco de patas largas, finitas, con cabeza alargada", comenta la especialista.
Aún así, la evaluación no es solamente estética. "Otra de las cosas que se tienen en cuenta es el carácter. La posibilidad de ser tocados, abrazados, mostrados. Esto depende, por un lado, de las características de la raza; por otro lado, del criadero de donde surgió", detalla Pérez, y advierte que en los últimos 20 años se mejoró mucho en este aspecto gracias a la acción de los criadores.
"Hay gatos que no se pueden acariciar y otros que son súper franeleros. Eso depende de si cuando era chiquito el criador lo abrazó, lo besó, lo tuvo en brazos. Son comportamientos que se van haciendo costumbre y el gato crece y los mantiene, incluso si pasa a manos de un comprador. Los gatos que tienen un comportamiento afectivo y doméstico en casa, lo prolongan a la nueva casa. Cuando tienen caricias desde que nacen es muy difícil que sean poco simpáticos", asegura.
Así como la "AFA del fútbol" depende de la FIFA, la AFA también tiene una entidad madre: la FIFe, o Fédération Internationale Féline, cuya sede central está en Luxemburgo. Ser miembro de la FIFe posibilita que los certificados extendidos por la AFA tengan validez internacional. Estos certificados son nada menos que los títulos que los gatos premiados van obteniendo a medida que van ganando concursos.
"Hay una carrera de 19 certificados en donde el gato empieza por ser Champion, después pasa a ser International Champion, Grand International Champion y así sucesivamente", indica Pérez sobre el ranking que hace que cada felino sea más valorado en el ámbito.
Un caso de éxito local es "Jade Jeanette", un gato Bosque de Noruega multigalardonado que tiene su propio Instagram, su perfil de Facebook y le ha otorgado varios premios a su dueña, la expositora Andrea Rial.
— ¿Una raza que está de moda?
— El gato Bengal. Es atlético y tiene fama de movedizo y saltarín, sobre todo cuando es cachorro, porque tiene patas largas y puede saltar bastante. El Bengal fue concebido como raza por la cruza de un animal silvestre que una genetista había adoptado y un gato común. Después, el gato común fue variando a un gato de otra raza, porque se le quería dar mejor color. Al tener su origen en un animal silvestre, antes su carácter no era tan doméstico como lo es ahora. Hoy en día el Bengal puede dormir con el dueño, sentarse arriba de las piernas; nada que ver con veintipico de años atrás, cuando no les gustaba que los tocaran.
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