La odisea del argentino al que un avión de la fuerza aérea chilena sacó del infierno venezolano
Mario Solís tuvo que dejar a su perro y su casa en Venezuela y salir solo con dos "maletas" y su esposa Yulimar Briceño. Hay miles de historias de migrantes venezolanos que dejan su tierra asediados por la crisis económica y social. Pero en este caso, se trata de un argentino que padecía la grave situación que se vive en el país caribeño.
Solís pudo salir junto a su pareja venezolana en un avión de la Fuerza Aérea chilena, a través de las gestiones de la Embajada argentina en Caracas que le consiguió dos lugares en ese vuelo que lo "sacó del infierno" y lo trajo de nuevo a su Rosario natal.
"Solo nos trajimos dos maletas -cuenta Solís en una mezcla de modismos argentinos y venezolanos-. Dejamos ropa, muebles y hasta a mi perro Safiro, que está al cuidado de un amigo. Apenas pueda juntar unos pesos lo traigo en un vuelo directo a Buenos Aires".
Hacer la América
Esta historia comienza en el 2007, cuando el joven Solís, con 27 años por ese entonces, hizo un viaje de 10 días para llegar al Caribe venezolano. "Fui de micro en micro por toda América hasta llegar -le cuenta Mario a LA NACIÓN, ya instalado en la casa de su padre-. Pude disfrutar las playas hermosas y había mucho trabajo. Fui herrero, carpintero, gastronómico y hasta masajista".
Solís se instaló en Trujillo, en el interior de Venezuela y allí conoció a la que es según sus propias palabras "el amor de su vida". En esos momentos la calidad de vida era muy buena: "Había trabajo, teníamos las playas cerca y hasta me pude comprar un auto", recuerda Solís.
Todo cambió para peor tras la muerte de Hugo Chávez, el 5 de marzo del 2013. Con Nicolás Maduro en el poder, se complicó la vida cotidiana para Solís y su pareja. "Si lo veo desde hoy, todo se fue deteriorando de a poco. Pero siempre para peor -relata Solís-. Primero empezó a faltar alimentos y papel higiénico en los mercados. Pero lo peor eran los medicamentos. Empezaron a faltar y te cobraban cualquier precio en el mercado negro. Por eso tuve que vender el auto, en un momento no lo pude mantener más".
En el último año y medio, al desabastecimiento y la inflación se agregó la falta de agua y los cortes de luz. "En Trujillo por la cañería mandaban agua una sola vez a principio de mes –recuerda Solís-. En ese momento, había que usar todos los recipientes posibles para cargarlos y tener líquido para bañarse y cocinar durante todo el mes. Pero el agua muy pocas veces alcanzaba para los 30 días. Por eso también aprovechábamos para juntar el agua de lluvia en los patios o los balcones. Nos bañábamos con un tarrito y agua fría".
Y antes de su vuelta a Argentina habían empezado con los cortes de energía. "Teníamos una hora de luz por día. En ese momento había que aprovechar para cargar el celular y no quedar incomunicado. Muchas personas usaban las lámparas de gasoil que generan humo. Por eso, en los últimos tiempos mucha gente se enfermó de los pulmones".
Solís explica que no participó de las protestas en contra de Maduro. "Es una localidad muy chica. Y a las personas que iban a las marchas, luego las seguían policías o gente del gobierno de civil", explica
Volver
La idea de volver a la Argentina empezó a rondar en la cabeza de Solís, pero no podía dejar a su esposa sola en Venezuela. Empezaron a juntar dinero, pero todo se les hacía cuesta arriba, "porque los pasajes están en dólares y eran inalcanzables".
En un momento, hace apenas dos semanas, a Yulimar se le ocurrió que podían escribir a la embajada Argentina en Caracas, contando la situación en la que estaban. Recibieron respuesta a los pocos días y les prometieron tenerlos en cuenta cuando surja alguna chance.
Una semana después, aparecieron asientos en un avión de la Fuerza Aérea chilena. Solís viajó junto a su esposa y otros seis argentinos. "Fue casi de un día para el otro. Hicimos dos valijas con algo de ropa y nada más –recuerda Solís-. Dejamos la casa intacta con los muebles, las sábanas, las toallas y toda la cocina armada. Espero en algún momento poder recuperar algo, pero lo importante es haber podido salir de Venezuela".
Ya en Rosario, tras darse un abrazo con sus padres, que hacía 12 años que no veía, Solís ya se puso en campaña para conseguir trabajo. "Estoy enviando currículums a todos lados. Quiero aprovechar mi experiencia en todos los trabajos que hice en Venezuela", cuenta.
Pero antes cumplió con un sueño que tenía postergado desde que arrancó su viaje en el 2007. "Si hay algo que extrañé con toda mi alma es el asado del domingo de mi viejo. Y compartir ese momento con la familia", se emociona Solís.
Yulimar, en tanto, está haciendo los trámites para poder tener DNI argentino. La venezolana es docente y apenas tenga su documento podrá buscar trabajo en las escuelas de Rosario.
Argentinos en Venezuela
Según la organización Internacional para las Migraciones (OIM), en Venezuela residen 8153 argentinos con datos a febrero del 2019. Algunos de ellos están empezando a salir por la mala situación en la que se encuentra el país.
En tanto, datos del Ministerio del Interior indican que en los últimos dos años se radicaron en Argentina unos 114.000 venezolanos. En un hecho histórico, en 2018 fueron por primera vez los extranjeros que más llegaron al país, superando a los paraguayos.
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