La nota de Rolling Stone sobre el asesino de Boston que escandalizó al mundo
La versión estadounidense de la revista retrató a Dzhokhar Tsarnaev, uno de los autores de la masacre que en abril dejó tres muertos y más de 200 heridos
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El 19 de abril, Peter Payack se despertó cerca de las 4 de la mañana y vio en la televisión la imagen borrosa de las cámaras de seguridad de un chico saliendo de un supermercado. El chico, identificado como "Sospechoso N°2" en el bombardeo de Boston, le sonaba conocido, pensó Payack, que es entrenador de lucha en la Rindge and Latin School de Cambridge. Por otra parte, hay un millón de chicos flaquitos con rasgos étnicos y buzos grises con capucha en Boston, y probablemente muchos en la ciudad estaban pensando que conocían al sospechoso. Payack, que había estado cerca de la línea de la meta el día del bombardeo y había perdido la mitad de su audición por el estruendo de la explosión, apenas había logrado dormir los últimos cuatro días. Pero estaba demasiado ansioso como para volver a la cama. Más tarde esa mañana, recibió una llamada de su hijo. ¿El chico de la foto? "Papá, es Jahar".
La gente en Cambridge pensaba que Dzhokhar Tsarnaev -"Jahar" para los amigos- era un chico hermoso de 19 años algo despeinado y dulce, con ojos marrones expresivos y una actitud un poco tímida y relajada que lo hacía "el tipo de chico con el que era copado estar", según uno de sus amigos. Había sido el capitán del equipo de lucha de Rindge and Latin durante dos años y un excelente alumno. Además, era "un chico norteamericano común y corriente", según lo describen sus amigos, al que le gustaba el fútbol, el hip-hop, las chicas, que estaba obsesionado con The Walking Dead y Game of Thrones y que fumaba bastante porro.
Una tarde, Payack habló con la CNN e hizo un llamado directo. "Jahar", dijo, "te habla el entrenador Payack. Ya basta de muerte y destrucción. Por favor, entregate".
En ese preciso momento, al oeste de Cambridge, en el suburbio de Watertown, Jahar Tsarnaev yacía herido en el piso de una lancha a motor estacionada detrás de una casa de listones de madera. Lo habían herido después de la medianoche en un enfrentamiento violento con la policía en que había muerto Tamerlan, su hermano, de 26 años. Durante las próximas 18 horas, se quedaría quieto en la lancha mientras amanecía y miles de oficiales de la policía rastrillaban un área de 20 cuadras a la redonda para dar con él. Lo encontraron justo después de las 6 de la tarde, aunque a los agentes del FBI les llevaría casi tres horas más de negociación convencerlo de que se entregara.
Cuando los investigadores finalmente pudieron acceder a la lancha, descubrieron una diatriba yihadista garabateada en las paredes. En ella, según la acusación de 30 cargos que se hizo a finales de junio, Jahar aceptaba la responsabilidad del bombardeo, aunque admitía que no le había gustado matar a gente inocente. Pero "el gobierno de los Estados Unidos está matando a civiles inocentes", escribió, refiriéndose probablemente a los musulmanes en Irak y Afganistán. "No puedo aceptar que tanta maldad quede impune. Los musulmanes somos un solo cuerpo, si lastiman a uno, nos lastiman a todos", continuaba, haciendo uso de un argumento tantas veces esgrimido por los militantes islámicos que se ha convertido casi en un cliché. Después se salió un poco del guión de siempre y escribió una frase que no dejó lugar a dudas sobre su lealtad: "Que Estados Unidos se vaya a cagar".
Pánico
El pánico se apoderó de la ciudad de Boston cuando se supo que los hermanos Tsarnaev no estaban, como muchos descontaban, conectados con algún grupo terrorista, sino que habían actuado de manera independiente. Emigrados de Rusia, habían vivido en Estados Unidos durante una década, y en Cambridge, una ciudad tan progresista que tiene su propia "comisión de la paz", que promueve la justicia social y la diversidad. Tamerlan, al que sus amigos llamaban "Tim", era un boxeador talentoso que alguna vez había querido representar a Estados Unidos en las Olimpiadas. Jahar, su hermano menor, se había ganado una beca para estudiar en la Universidad de Massachusetts en Darthmouth, y no sabía si estudiar ingeniería, enfermería u odontología; cambiaba de carrera todo el tiempo. Eran musulmanes, por supuesto, pero también eran norteamericanos, sobre todo Jahar, que se había naturalizado el 11 de septiembre de 2012.
Desde el ataque, los amigos y conocidos de los Tsarnaev, como también el FBI y otros agentes de orden público, han estado tratando de armar la historia de los hermanos, que se enfoca en Tamerlan, de quien ahora se sabe que estuvo en las listas de personas vigiladas de Estados Unidos y Rusia antes de 2013, aunque ni el FBI ni la CIA pudieron encontrar razones para investigarlo un poco más. Jahar, sin embargo, no estaba en ninguna lista. Al contrario, después de varios meses de entrevistar a sus amigos, profesores y entrenadores, que todavía se están reponiendo del shock, la imagen que surge es la de un chico que vivía una vida tranquila, que no demostraba ninguna señal de enojo y menos de ser partidario de una ideología política radical o de creencias religiosas profundas.
Jahar idolatraba a Tamerlan, su hermano mayor, como el resto de los hermanos, y cuando era chico quiso seguir los pasos de él y aprender a boxear. Pero pronto se inclinó por la lucha, deporte que compartió con Baudy, un chico fuerte que competía en una categoría de peso más alta que Jahar, que pesaba 59 kilos. "Es típico de chechenos", dice Baudy. "Cuando fui a Chechenia a visitar a mis primos, lo primero que me preguntaron fue: '¿Querés luchar?'"
Jahar nunca negó que fuera musulmán, aunque a veces lo disimulaba un poco. Ayunaba durante Ramadán, lo que significaba también dejar el porro, que para él era un acto de inmenso autocontrol, dicen sus amigos. "Pero lo más religioso que alguna vez dijo fue 'No pronuncies el nombre de Dios en vano'", dice Alyssa, que es judía. "Sí", dice Jackson, "tal vez era religioso, pero si él no te lo decía, no te dabas cuenta".
"Nunca subestimen a un rebelde con causa"
Mucho de lo que se sabe de Jahar sobre los dos años anteriores al atentado viene de entrevistas a estudiantes de Darmouth, ninguno de los cuales eran muy cercanos a Jahar. También, de los tuits de Jahar, que, como los de cualquier chico de 18 o 19 años, son un muestrario de chistes de estudiantina, quejas sobre su compañero de cuarto, su impuntualidad, algunas letras de rap, algún que otro pensamiento profundo ("Encontrá tu lugar en el mundo y tu propósito hará el resto"), y algunas declaraciones que, cada vez más, son verdaderamente reveladoras. Extrañaba su casa. No podía dormir. Soñaba constantemente con zombies. Y extrañaba a su papá. "Veo lo parecido que soy a mi papá cuando era joven. Él también tenía una mata de pelo inmensa como yo", tuiteó en junio de 2012.
Ruslan, el tío de los chicos, esperaba que Jahar, que estaba en la universidad, escapara de la influencia de Tamerlan. Sin embargo, Jahar empezó a hacerse eco del fervor religioso de su hermano. El profeta Mahoma, escribió en Twitter, era su nuevo modelo de conducta. "Saber que estoy libre de hipocresía es más importante que el peso de todo el mundo en oro", posteó, citando a un sabio islámico antiguo. Empezó a seguir cuentas islámicas en Twitter. "Nunca subestimen a un rebelde con causa", declaró.
Según la acusación, los hermanos fueron a un polígono de tiro el 20 de marzo, donde Jahar alquiló dos pistolas, compró 200 rondas de municiones y practicó junto a Tamerlan. El 5 de abril, Tamerlan se conectó a Internet para comprar los componentes electrónicos para hacer la bomba casera. Algunos amigos de Jahar luego le dijeron al FBI que una vez había dicho que sabía fabricar bombas. Pero al parecer nadie se lo tomó demasiado en serio.
En Twitter
"La gente está en tu vida para ayudarte, lastimarte, amarte y dejarte, y eso moldea tu personalidad; te hace ser quien sos", tuiteó Jahar el 18 de marzo. Dos días más tarde: "El mal triunfa allí donde los buenos no hacen nada".
17 de abril: "Si tenés la sabiduría y la inspiración, sólo falta pasar a la acción".
11 de abril: "Los medios les lavaron la cabeza a la mayoría de ustedes".
Las bombas explotaron cuatro días más tarde.
Nunca pudieron comprender del todo qué pasaba por la cabeza de Jahar. Tampoco se entendieron sus motivos, algo que es muy común en terroristas acusados. "No hay un solo hecho que precipite el atentado", dice Neer. "Lo que vemos en la mayoría es que hay un proceso gradual de alienación o desconexión. Pero lo que todos tienen en común es una constelación de cosas que no funcionan bien".