La mujer en la historia argentina
Orígenes: nuestros próceres vivieron grandes amores, cuya contracara fueron las guerras que se libraron para crear el país.
En la historia argentina, el amor entre los héroes que forjaron la patria y las mujeres que, a su sombra, contribuyeron a edificar sus cimientos tuvo como contracara una trama donde se mezclaron el poder, la guerra, la política y la violencia. En su reciente libro "Historias de amor en la historia argentina" (Editorial Norma), la escritora Lucía Gálvez recorre amores inolvidables que, en su mayoría, recogen el nudo de la tragedia shakesperiana. Los amores trascendentes son siempre trágicos y, por ende, los más poéticos.
Gálvez dice que, entre otras historias, la conmovió la de Martín Güemes y Carmen Puch, "por las diferencias que había entre ese héroe que estaba en su mayor gloria y aquella muchachita, la más linda de Salta, que lo amó mucho". Por causa de la guerra, la joven se vio obligada a sortear peligros y privaciones, hasta sufrir la pérdida de un hijito. Apenas diez meses después de la muerte de Güemes, Carmen falleció tras una depresión profunda.
"El amor y la guerra están muy unidos en nuestra historia. Creo que hoy ya no se muere de amor. La mujer ha aprendido a separar los afectos de su vida profesional", comenta la autora.
Gálvez sostiene que es inexacta la idea de que, cuanto más atrás se vaya en el tiempo, mayor es el sojuzgamiento de la mujer. "Eso no depende de la antigüedad, sino de la mentalidad -afirma-. En épocas de crisis la mujer asume otros roles, porque se la necesita. En las guerras civiles o en las de la Independencia, hasta se les permitía ser espías y jugaban un papel muy activo. Fue a fines del siglo XIX, con la burguesía, cuando la mujer se convirtió en un objeto por proteger: el sexo débil".
Gálvez dice que hoy, felizmente, la hipocresía de aquellos tiempos ha sido reemplazada por un sinceramiento en las relaciones. "El vínculo entre la mujer y los afectos es más sincero. Es muy raro que se tolere la infidelidad sin que se rompa una pareja", subraya la autora.
Los gozos y las sombras
En un mundo donde los sentimientos parecen degustarse como fast food , con sabor light y al ritmo del vértigo, no parecen sobrar las ocasiones para vivir el amor con hondura.
La escritora admite: "Es verdad que no están dadas las condiciones para vivir amores profundos. Me pregunto qué mujer estaría dispuesta hoy a pasar cuatro años con su marido en la cárcel y tener dos hijos, como lo hizo Margarita Weild, la esposa del general Paz. Creo que, además, se ha perdido el misterio del sexo. Estamos en el otro extremo".
En España, un reciente ensayo titulado "Solas", de la escritora Carmen Alborch, ex ministra de Cultura de Felipe González, bate récords de venta y se agota en librerías. La obra aborda, novedosamente, la soledad femenina como una elección de vida y no como consecuencia de situaciones no deseadas.
"El ejemplo más próximo que tengo al respecto es el de mi abuela, Delfina Bunge -dice Gálvez-. Ella solía preguntarse por qué la opción de vida sólo debía ser el matrimonio. Prefería ser soltera y trabajar, para no depender de su familia. Tenía amigas que pensaban como ella. Luego se enamoró y se casó."
Pese al antecedente familiar, la autora sostiene que "los afectos son lo más importante de la vida y la elección de la soledad proviene de no hallar lo óptimo."
Como desafío de cara al próximo siglo, Lucía Gálvez propone rescatar a las mujeres de las clases más humildes, a quienes observa muy sumergidas y a merced de un machismo que es necesario corregir. "Hay muchos resabios machistas también en los hijos", comenta.
Al mismo tiempo, sugiere "modificar esa tendencia de la mujer-orquesta, porque eso produce un trabajo brutal. Quizás es hora de hacer un paréntesis".
La familia
A la par que la mujer avanza en su realización personal y profesional, la institución familiar parece expuesta a la lupa.
Para Lucía Gálvez, "el concepto tradicional de familia está en crisis. No sé qué pasará en el futuro. Creo que, como ideal, siempre va a quedar la familia monogámica, formada por los padres con sus hijos. Quizá, porque es lo menos peor. Como la democracia".
La escritora sostiene que "tiene algo de bueno que muchas parejas jóvenes de hoy vivan sin casarse. La mujer ya no se siente frustrada. Aunque también tiene sus desventajas".
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