La muerte de Pelé: así es el imponente y exclusivo hospital de San Pablo donde estuvo internado el astro del fútbol
LA NACION recorrió el establecimiento, en la residencial zona de Morumbí, donde ayer falleció el exjugador; un edificio en el que conviven los últimos tratamientos médicos con un pequeño centro comercial
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SAN PABLO.— El Hospital Israelita Albert Einstein es un gigante de hormigón, hierro y cristal que, en medio de construcciones residenciales de dos o tres pisos, se impone en Morumbí, una de las zonas más exclusivas de San Pablo, Brasil. En la entrada del establecimiento, desfilan autos de alta gama de los que descienden los pacientes; como una mujer que baja rengueando de la parte trasera de un Audi último modelo en la búsqueda de ser atendida en la guardia.
Dentro, en los 27.000 metros cuadrados que ocupa el edificio, parece erigirse una pequeña ciudad. Por momentos, da la sensación que no se está dentro de un hospital, sino de un shopping. Allí, en un diseño algo laberíntico, proliferan restaurantes, bares, casas de ropa para niños, perfumerías y hasta una sucursal de la cadena de café Starbucks.
LA NACION pudo recorrer este centro médico a mediados de septiembre pasado, cuando fue invitado por la institución para participar de la séptima edición del Foro Latinoamericano de Calidad y Seguridad en Salud, que organizó el establecimiento junto con el Institute for Healthcare Improvement. Y fue en ese hospital, donde falleció, ayer por la tarde, el astro del fútbol, Edson Arantes do Nascimento, más conocido como “Pelé”, que estaba internado desde hacía meses como consecuencia de un avanzado cáncer de colon.
El Einstein es uno de los hospitales de referencia en los tratamientos oncológicos en Brasil. Incluso, como señalan en la institución, reciben pacientes de diferentes países de América Latina. Este año, su departamento de oncología se ubicó en el puesto 21 del ranking de los mejores hospitales especializados del mundo elaborado por la revista Newsweek y, si solo se tiene en cuenta a la región, el área se sitúa en la primera posición.
El hospital es tan grande que sin la guía de algún empleado es imposible no perderse. Hay cientos de pasillos, halls amplios con techos altos de los que cuelgan arañas, salas en las que exhiben cuadros y esculturas, y decenas de escaleras mecánicas y ascensores.
En uno de los pisos superiores, está uno de los motivos de orgullo de este lugar: los quirófanos dedicados a la cirugía robótica, a través del Da Vinci Surgical System. De hecho, hay cuatro de estos equipos –cada uno cuesta alrededor de dos millones de dólares–, que se destinan a operaciones mínimamente invasivas para urología, ginecología, y cardiología, entre otras especialidades. Según informaron desde el hospital, una intervención de próstata con este procedimiento tiene un valor de 18.000 dólares. Como explicaron, esta clase de operación tiene una menor duración, el paciente recibe el alta más rápido y presenta menos complicaciones en la recuperación.
En ese piso también se ubican los siete equipos de simulación de cirugías dedicados a la formación de profesionales, que reciben de diferentes países de América Latina, e incluso de la India. “Buscamos consolidarnos en un centro académico de cirugía robótica”, señalaron desde el hospital.
Un pequeño bosque interior
Detrás de la administración de este centro médico está la Sociedad de Beneficencia Israelita Brasileña Albert Einstein, una asociación civil sin fines de lucro, que se fundó en 1955, como se indicó, por “el deseo de la comunidad judía de retribuir a la población brasileña el buen recibimiento que le habían dado”. Dieciséis años después, el 28 de julio de 1971, la ONG inauguró el hospital.
Este año, al lado del establecimiento, la asociación civil estrenó el Centro de Enseñanza e Investigación Albert Einstein-Campus Cecilia y Abram Szajman, un edificio de 44.000 metros cuadrados, que tanto por fuera como por dentro impresiona por su diseño de vanguardia. El proyecto, que tuvo una inversión de 132.427.814 dólares (700 millones de reales), fue desarrollado por el arquitecto israelí-norteamericano Moshe Safdie, autor de megaobras como las del aeropuerto de Singapur, del Museo del Holocausto de Jerusalén y del Instituto de la Paz de Washington.
El edificio, que fue el lugar donde se hizo el foro de salud, tiene cinco pisos y tres subsuelos con una capacidad para 6000 personas. En el primer piso, hay una especie de “minibosque”, una superficie circular de 2500 metros cuadrados con vegetación. Alrededor de ella, en una suerte de estructura de anillos, se levantan los cinco niveles, que se coronan con un imponente domo vidriado.
En este centro, se despliegan 40 salas de enseñanza, laboratorios (de terapia celular, de biología experimental y de enfermería, entre otros), una biblioteca y hasta un patio de comidas con capacidad para 220 personas (para recorrer virtualmente y en 360 grados el espacio, hacer clic aquí).
Gestión pública
La Sociedad de Beneficencia Israelita Brasileña Albert Einstein, que está detrás del hospital de Morumbí, además administra tres centros públicos: los municipales de M’Boi Mirim, y de Vila Santa Catarina (ambos en San Pablo) y el de la ciudad de Aparecida de Goiânia (HMAP).
A solo 10 minutos en auto desde el Hospital Einstein se llega hasta Paraisópolis, una de las mayores favelas de San Pablo. Allí, también la ONG tiene presencia, gracias a un sistema de más de 600 colaboradores.
Telma Sobolh, la presidenta del departamento de Voluntarios de la fundación, fue quien acompañó a mediados de septiembre a LA NACION, junto a otros medios de la región, en un recorrido por esta favela en la que viven unas 80.000 personas. La realidad social de esta zona, como explicó Sobolh, está atravesada por la violencia en las calles y dentro de los hogares, el tráfico de drogas, y la inseguridad.
Por eso, el foco de los programas que funcionan allí están puestos en la educación (“Hay chicos que tienen nueve años y no saben leer ni escribir”, comentó una de las voluntarias), en la atención primaria de la salud, en el deporte, y en la formación de oficios (se dictan desde talleres de plomería hasta cursos de peluquería), entre otros.
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