La muerte de la elefanta Pelusa aceleró la reconversión del zoo platense
LA PLATA.- Lamuerte de la elefanta Pelusa, uno de los mayores símbolos del Jardín Zoológico de esta ciudad, generó tristeza, lamentos y muestras de cariño entre muchas familias que ayer se acercaron al paseo con flores, cartas y globos para despedirla. La pérdida del animal, además, aceleró una medida ampliamente esperada: el cierre del zoo para el público y su conversión definitiva en un bioparque.
"Queremos que la muerte de Pelusa no sea en vano y que su historia nos sirva para entender que los zoológicos no deben existir más como los conocemos", dijo el subsecretario de Gestión Ambiental, Germán Larrán. El funcionario, junto con el jefe de Veterinarios del paseo, Juan José Diario, y la referente en la Argentina de la Fundación Franz Weber, Alejandra García, brindó una conferencia de prensa y convocó a todos los sectores y organizaciones dedicados a la protección de los animales a avanzar juntos en ese proyecto.
El Jardín Zoológico de La Plata tiene 450 animales en cautiverio. Entre ellos hay dos leones, un tigre, un viejo oso de anteojos, monos de varias especies, un rinoceronte y un águila. Todos están encerrados en jaulas o espacios reducidos pensados bajo el concepto victoriano de conquista y exhibición de especies capturadas en "tierras exóticas".
Precisamente Pelusa, que tenía 52 años, era uno de esos ejemplares "exóticos", originaria de Asia. La elefanta (Elefhas maximus) había nacido en cautiverio en Hamburgo, Alemania, en 1966. Apenas cumplió dos años fue apartada de su madre y vendida al Zoológico de La Plata, donde apenas llegó se convirtió en la atracción del paseo.
Varias generaciones visitaron a Pelusa. Observaron cómo bailaba y se daba baños de tierra con la trompa en alto. Incluso en 1970 se filmó Un elefante color ilusión, película que la tuvo como protagonista. Aquel film fue uno de los primeros que se realizaron en colores en la Argentina y estuvo dirigido por Derlis M. Beccaglia.
En 2014, los médicos veterinarios descubrieron que sufría de pododermatitis crónica: una infección frecuente en los paquidermos que afecta sus patas, les provoca mucho dolor y, como consecuencia, reduce sus movimientos al punto de generarles inconvenientes para caminar y hasta mantenerse parados.
Ayer, uno de los cuidadores recordó, entre lágrimas, cómo ante sus llamados la elefanta dócilmente se acomodaba para ser asistida en los baños que llevaban algo de alivio a su estado. Es que la afección que tenía Pelusa es frecuente en elefantes asiáticos de su edad, especialmente si vivieron en cautiverio sobre un suelo inadecuado y sin posibilidad de caminar las distancias que necesita su especie, al menos un promedio de 10 kilómetros diarios.
Cuando se descubrió la enfermedad, en 2014, las autoridades del zoológico comenzaron a pensar en trasladar a Pelusa a un lugar más adecuado para su especie. La idea cobró más fuerza con la llegada de Cambiemos a la municipalidad de La Plata, en 2015, cuando se comenzó a trabajar en un plan concreto para llevarla a un santuario en Brasil donde pudiera vivir sus últimos años con mayor libertad.
El camión que trasladaría a Pelusa al santuario iba a llegar desde Brasil esta semana a La Plata. La autorización para que la elefanta pudiera ingresar en el país vecino se demoró casi un año, dijeron fuentes comunales. Ajena a los trámites burocráticos, el sábado pasado, Pelusa se recostó en su refugio y permaneció allí bajo al cuidado de especialistas y acompañada por todos los cuidadores, que no se separaron de ella hasta que su vida se apagó, anteanoche.
Scott Blaise, el experto internacional que dirige la organización Global Sanctuary for Elephants(GSE), destacó ayer: "Todos entendemos cuánto queríamos verla llegar al santuario, pero Pelusa finalmente decidió que no le quedaba más para dar. Era fuerte y estoica, demasiado, tanto que en ocasiones he deseado que no lo fuera. Lo intentó y resistió durante días, superando el punto en el que la mayoría se hubiera rendido, pero todos tenemos nuestro límite. Y ella encontró el suyo".
"Si bien no pudimos revertir el daño de medio siglo de cautiverio, este final reafirma que tenemos que seguir por el camino que iniciamos, que es generar conciencia y promover la enseñanza del bienestar animal y ambiental por sobre todas las cosas", dijo Larrán.
Sus restos fueron enterrados anoche en el interior de su refugio, donde pasó 50 años de vida. "Se hará un altar en una zona arbolada porque creo que era la esperanza que ella tenía. Además, queremos que las nuevas generaciones puedan llegar a ver lo que fue y lo que no debería haber sido", dijo Larrán.
Desde el municipio se insistió en que el zoológico no volverá abrir al público de la manera en que estaba. "Debemos trabajar todos juntos en el desafío de lograr un cambio cultural. Desde el municipio hace un año comenzamos a transitar el camino de terminar con el antiguo modelo de zoológico", agregó.
La municipalidad volvió expresar su voluntad de convertir el zoo en un bioparque y de regresar a su hábitat natural a los animales que puedan hacerlo. En los 30 meses del gobierno de Julio Garro, 80 animales fueron trasladados a entornos donde viven mejor.
"Lamentablemente, sabemos que hay otros que no podrán afrontar el cambio, que por su crianza en cautiverio no pueden recuperar la libertad. Con ellos nos comprometemos a seguir trabajando por mejorar su calidad de vida hasta el último día que estén en el predio", concluyó Larrán.
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