Nueve médicos acusados: “Digan lo que pasó para poder llegar a la verdad”, el pedido de Mariano Cohn por la muerte de su hermano
Comenzó la ronda de testigos en la segunda audiencia del proceso oral contra los profesionales, imputados por homicidio culposo; declaran su familia, médicos y amigos del joven que murió en 2015
- 9 minutos de lectura'
Con la declaración como testigos de los familiares directos de Alejandro Cohn, el joven de 35 años que falleció el 29 de julio de 2015 dos días después de haber ingreso a una guardia médica por un episodio diabético, retomó el juicio en el que nueve médicos están imputados por homicidio culposo tras haber intervenido en la atención del paciente en el hospital municipal de San Isidro antes de su derivación al Hospital Italiano, donde finalmente murió. Además están acusados de hacer desaparecer material clave para esclarecer el caso.
En la segunda audiencia, que tiene lugar en los Tribunales de San Isidro, ya declararon el padre, la madre y el hermano de Alejandro, el reconocido cineasta Mariano Cohn. También dieron su testimonio las dos mujeres que asistieron a la víctima en la vía pública y luego hablarán los médicos que lo atendieron en el Hospital Italiano y otros testigos.
En el juicio se intenta demostrar qué ocurrió durante las últimas horas de vida de Alejandro, desde que ingresó por sus propios medios a la guardia del Hospital Municipal Melchor Posse, de San Isidro, hasta que fue trasladado al Italiano con muerte cerebral y donde se comprobó que tenía la clavícula fracturada, dos fracturas de columna con desplazamiento de médula y otras lesiones que no son compatibles con la atención de un paciente diabético.
“Voy a decir la verdad, es lo que se merece mi hijo…”, comenzó su testimonio Mario Cohn, el padre de Alejandro. Entre suspiros pidió disculpas al juez Facundo Ocampo, titular del Juzgado Correccional N°4 de San Isidro, por hallarse “un poco nervioso” a pesar de ser abogado, porque era la primera vez que declaraba en un juicio. “Tuve un hijo que llegó al hospital de San Isidro con una descompensación diabética y se llegó al resultado de su muerte. Jamás puedo emparentar a la diabetes con la muerte, me pregunto si alguien acá en la sala lo puede hacer”, indagó el hombre.
“Mi hijo, en 15 años, tuvo dos episodios diabéticos. Recuerdo uno cuando fue atendido en el sanatorio privado San Lucas. Allí nos atendieron bien, le dieron suero, se quedó un ratito y le dijeron: ´Bueno, ya está'. Esos episodios son normales en personas diabéticos. ¿Cómo íbamos a imaginar lo que le pasó?”, intentó descifrar el padre de Alejandro.
El hombre realizó un relato detallado de lo que ocurrió la noche del 27 de julio de 2015 cuando recibió la noticia de que su hijo estaba en la guardia del Melchor Posse. “Llamaron desde la ambulancia y nos relatan lo que había pasado. En ese momento le pasan el teléfono a Alejandro, que dice ‘Mamá, estoy bien´, lo que demuestra un grado de lucidez absoluto. Alejandro les dio la clave del teléfono a quienes lo asistieron para que lo desbloquearan. Por eso no podemos imaginar el fatal resultado al que se llegó por una suma de imprudencias y negligencias”, dijo.
“El ‘Ya va a ir la atención’ se convirtió en el latiguillo porque pasaba el tiempo y nadie lo atendía. Empiezo a ver mal a mi hijo, de repente, lo recuerdo con una tremenda tristeza porque comenzó a emitir ronquidos, gritos guturales, fuertes, inentendibles, nunca lo había visto en mi vida. Se lo llevaron de la guardia, a la media hora nos dijeron que había llegado con convulsiones y que le tuvieron que poner un respirador artificial. Me quedé duro, temblando, como estoy ahora. Les pregunté a los médicos ´Qué es lo que tiene´ y me respondieron que no sabían. El ´No sabemos´ se volvió habitual”, prosiguió el hombre.
El derrotero de Mario y su esposa prosiguió durante la madrugada del 28 de julio, según su relato, cuando seguían recibiendo algo de información sobre el estado de su hijo. La necesidad de realizar una traqueotomía, sangre en los pulmones, un catéter, problemas para controlar la presión y un traslado a la sala de terapia intensiva. “Nadie sabía qué le pasaba. ´Ah, no sé´, repetían todos los médicos que actuaban como departamentos estancos, cada uno en lo suyo, como en una industria”, sostuvo Mario.
“Se notaba la mala praxis enorme, lo digo como un padre dolido, partido, los facultativos no merecen seguir ejerciendo. Les pido que se pongan en mi lugar, de un padre partido que sueña por la noche, son momentos muy dolorosos”, admitió el padre de Alejandro.
Recién en el Hospital Italiano, donde llegó el 29 de julio, contó Mario Cohn, pudo saber la verdad sobre el estado de su hijo, una vez logrado el traslado a pesar de la reticencia de los médicos del Melchor Posse de entregar la epicrisis, el documento necesario para sacarlo de allí. “¿Ustedes sabían que Alejandro tenía fracturas? ¿A ustedes no les dijeron nada? Alejandro tiene líquido en el cerebro, Alejandro tenía muerte cerebral”, nos dijo el jefe de Terapia Intensiva, que lloraba a la par nuestra. Nos avisó que debía realizar una denuncia policial. ‘A este muchacho lo destrozaron’, nos dijo”, cerró Mario.
“No puedo dejar de pensar en Alejandro”
También declaró Beatriz Arroyo, la madre de Alejandro. “No puedo dejar de pensar en Alejandro, tenía un vínculo muy especial con él, estaba por volver del trabajo y recibía el mensaje de él. Alejandro estaba perfecto, había hablado esa tarde, el día anterior habíamos ido a almorzar, estuvimos toda la tarde mensajeándonos y el lunes, el 27 de julio, me mandó un mensaje que le había llegado su pasaporte. Le dije ‘Qué lindo, vamos a poder hacer ese viaje’, le puse un corazón y un avioncito. Ese fue mi último mensaje con Alejandro”, contó la mujer.
“Mi hijo era sano, corría maratón, sabía llevar su enfermedad... En el hospital de San Isidro nos dijeron que nuestro hijo corría riesgo de vida. Entré a la sala de terapia intensiva, le di la mano, pero no tenía reacción. Y en el Italiano nos confirmaron la muerte cerebral, un momento terrible porque había que pensar en desconectarlo....”, dijo la madre de Alejandro, haciendo una pausa y con la voz quebrada. “Había que pensar en donar los órganos... se pudieron donar las córneas de él. Alejandro miraba en colores, miraba como pintaba”, recordó Beatriz.
En la continuidad de los testigos pasaron Mariana Masotti y Cecilia Sanguinetti, madre e hija, que asistieron a Alejandro, llamaron a la ambulancia y lo acompañaron durante el traslado al Melchor Posse de San Isidro. Ambas mujeres confirmaron que el joven se encontraba lúcido, más allá de su episodio diabético, que intercambiaba diálogos y que la moto en la que se trasladaba se encontraba en buen estado. Una de las hipótesis que se intentó plantar es que todas la lesiones habían sido producto de un accidente de tránsito.
A su turno Mariano Cohn, el cineasta, también brindó su relató del día del hecho y las horas posteriores. “[En el hospital de San Isidro] no había ningún tipo de parte ni informe médico. Esperamos cuatro horas, teníamos un policía de seguridad que actuaba como interlocutor, pero no había respuestas, hasta que nos avisaron que Alejandro iba a ser trasladado a terapia intensiva. Ahí nos dieron un primer parte, que estaba luchando por su vida, que no sabían, que podía ser meningitis, que lo habían tenido que intubar...”, contó.
“En el Italiano nos confirman que Alejandro tenía muerte cerebral y múltiples lesiones. Cuando decidimos donar los órganos, nos dijeron si queríamos despedirnos, fui a la habitación, me enfrenté a que mi hermano estaba muerto y me despedí. Volvimos a mi casa y recibí un llamado de un médico del hospital de San Isidro: “Yo soy el médico de terapia [era Maximiliano Ragazzoli] que atendió a tu hermano en la guardia. Me preguntó: ‘¿Cómo está él?’ Le respondí que estaba muerto, que siempre estuvo así, lo cual lo sorprendió”, recordó Cohn.
El cineasta contó que dos años después del hecho, durante la premiación en un festival, hizo público el tema. “Dos días después me llama el exintendente Gustavo Posse, y me insistió que situaciones como estas se resolvían en el fuero civil, pero yo no quiero plata, sino que las personas que mataron a mi hermano vayan presas”, esgrimió. En el cierre de su testimonio, les habló a los acusados: “Quiero pedirles que declaren, que digan lo que pasó para poder llegar a la verdad. Sería importante que rompan ese pacto de silencio, si les queda algún rasgo de humanidad”.
Junto con Ragazzoli, en el juicio están imputados los médicos Darío Ricardo Campos, Marina Vogelin, Martín Montagna, Ana Sánchez, Marcelo Toro Solano, Carla Setti, María Quiroga y Soledad Seijo, quienes estuvieron involucrados, en distintos momentos, en el recorrido del paciente dentro del hospital de San Isidro.
La noche del 27 de julio de 2015 Alejandro Cohn iba a jugar al fútbol con amigos, pero nunca llegó a destino porque sufrió una descompensación diabética. Estacionó su moto, se bajó y fue asistido por Mariana y Cecilia.
Al hospital de San Isidro entró consciente y junto a Cecilia a la guardia del hospital municipal, y pasó varias horas en diferentes sitios de atención, como el shockroom y la unidad de terapia intensiva. Ese tiempo se convirtió en un agujero negro en el que no se sabe qué le pasó porque desapareció el libro de shockroom, al igual que los estudios médicos realizados a Alejandro, fueron arrancadas hojas en los libros de protocolo y las grabaciones de las cámaras de seguridad no aparecieron durante la etapa de instrucción.
Lo que vino después fueron dos días sin diagnósticos claros, sin explicaciones concretas sobre el estado de Alejandro, y una marcada resistencia a efectuar el traslado a otro hospital. Hasta que se produce su derivación al Italiano, donde se constata una luxofractura de vértebra cervical, una luxofractura de vértebra torácica, fractura de clavícula, fractura de costillas y muerte cerebral.
Temas
Otras noticias de Mariano Cohn
Más leídas de Sociedad
“Un aumento sostenido”. Las tres razones por las que un hospital universitario registra un boom de demanda
Quejas y mucho enojo. Ya comenzó el paro escalonado de subtes: a qué hora interrumpe el servicio cada línea
¿Quién es Andrés Palau? La “oveja descarriada” heredera de un legado que convocará a una multitud en Mendoza
Crisis educativa. Preocupa que menos de la mitad del país cuenta con datos fehacientes de sus estudiantes