La mirada de los expertos: en el país de “la grieta”, ¿la selección genera realmente un sentimiento de unidad?
Los especialistas consultados por LA NACIÓN coinciden en que existe la necesidad social de superar las diferencias y destacan los aprendizajes que dejan los festejos
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Dibujos, canciones, memes, bailes, videos, arengas, disfraces: todo es válido para apoyar a la selección argentina en el Mundial de Qatar 2022. Las redes sociales, protagonistas indiscutibles de la fiebre colectiva por ver a Lionel Messi campeón, en estos momentos, son ajenas, en mayor o menor medida, a las discusiones cotidianas sobre los temas que usualmente siembran la división política, sobre los que se acrecienta “la grieta”. Parece que una suerte de tregua implícita se apoderó de la conversación y el discurso viró hacia la dicotomía de ser argentino o no serlo, de acuerdo a los vaivenes del ánimo del Mundial. En definitiva, se vive una especie de sentimiento de unidad nacional gracias a los resultados de la selección que se expresa, sobre todo, en masivos festejos por las victorias en las calles de todo el país.
Algo de este ánimo expuso el técnico del equipo, Lionel Scaloni, en conferencia de prensa, luego de la victoria (3-0) ante Croacia: “Cuando perdimos con Arabia Saudita, la gente estuvo con nosotros. Sentimos el apoyo de todos y eso es inigualable. Todos tiramos para el mismo lado. Todos queremos el bien común, todos somos hinchas de la selección”. La frase, cargada de emoción por haber logrado que su equipo se encuentre entre los dos mejores del mundo, funciona como un disparador para una pregunta que los expertos consultados por LA NACIÓN intentan contestar: en el país de “la grieta”, ¿la selección genera realmente un sentimiento de unidad?
Bajo el escrutinio de profesionales del psicoanálisis, la medicina y las ciencias sociales, este hecho podría leerse de diferentes maneras. Para algunos, esta unión destaca la “necesidad” que tiene una sociedad muy fragmentada, que sirve como un “analgésico” para atenuar la “enfermedad de la grieta”. Para otros, en tanto, esta situación demuestra que es con la búsqueda del “bien común” que se pone en funcionamiento a una nación, y no con el antagonismo. Además, hay quien considera que la “desesperación y el sufrimiento”, presente en el fútbol, es aquello que aglutina a la comunidad.
Una anestesia
“Efectivamente, cada cuatro años, el fútbol atenúa las grietas entre los argentinos, siempre y cuando al equipo le vaya bien. De lo contrario, puede profundizarlas”, señaló a LA NACIÓN el ensayista y escritor, Sergio Sinay, que advirtió que si bien mitiga las controversias, no las elimina: “Es como un analgésico. Una vez pasado el efecto que anestesió el síntoma, la enfermedad sigue allí porque nunca se ataca su origen”.
Para Ricardo Rubinstein, médico psicoanalista, autor de, entre otros, Deportes al diván (Letra Viva), el aspecto lúdico del fútbol permite evadirnos de la realidad cotidiana e introducirnos en otra, la del juego.
Respecto de la unión que genera el deporte en la sociedad, Rubinstein lo explica bajo el concepto de “identificación”, que permite sentirnos parte de los logros –o fracasos– de aquel equipo que seguimos: “La persona vive, gana, se apasiona y sufre en función de lo que ocurre en el juego. Este proceso, cuando es un evento con una selección nacional, hace que todos nos identifiquemos con quienes están vistiendo la camiseta. Si la selección argentina sale campeona del mundo, todos nosotros sentimos que salimos campeones, porque es un pedazo nuestro lo que se está jugando allí”.
Y sumó: “Se anulan las diferencias porque sentimos que hay algo de nuestra identidad como argentinos, con cada una de las cosas que nos definen, que se juega allí. Los rivales son los distintos, que, a su vez, nos mantienen fusionados frente a ellos”.
La desesperación y el sufrimiento, en tanto, son las claves de la unión para la psicoanalista Carina González Monier, que destacó que estas dos características “son las únicas que nos emparentan a todos en algo colectivo y común”.
Y ejemplificó: “El traspié fuera de cálculo [en el partido contra Arabia Saudita] creo que nos puso en la urgencia de la aparición de otras cosas, de una composición de fuerzas diferentes que no estaban ahí de antemano, porque había que torcer esa circunstancia. Es esta urgencia la que desata una temperatura que no estaba marcada hasta entonces y que se traduce en esa fiebre de inclinar los números a favor”.
La psicoanalista destacó que el tono de la pasión “representa lo que desborda cuando no ocurre lo que se espera, donde se erra más de lo que se acierta, donde se espera lo que aparece en pinceladas, y donde hay más insatisfacción que satisfacción”.
El después
José Eduardo Abadi, psiquiatra, psicoanalista y escritor, habla de un “macroequipo” cuando se da una identificación entre la ciudadanía y la selección argentina. “El resultado es buscado por todos de un modo humano, sabiendo que se puede ganar, pero que si se pierde eso no convierte a nadie en un culpable. Con esto, los jugadores son vistos como lo que son: seres humanos. Y eso permite que el equipo se mueva con lazos solidarios, sin rivalidades, con una alianza entre ellos, y en donde el resultado del equipo es más importante que la singularidad de cada uno. Eso hace mucho bien, une y quita angustias innecesarias”, explicó.
Para el especialista, además, esto debiera ser un aprendizaje para la sociedad argentina dado que “demuestra el daño que nos hace estar siempre en guerra el uno con el otro, así como la fuerza y la potencia a la que se llega al conformar un equipo”.
Como un “bien público” es cómo Adriana Amado, doctora en Ciencias Sociales, elige pensar tanto al festejo como a la tristeza de la derrota, al responder a la idea de que se percibe en igual cantidad y calidad por cualquier ciudadano argentino. “Son pocas las actividades sociales en las que hoy la sociedad argentina puede convocarse sin que entre la política, la clase social, y cada una de esas variables que marcan brechas, insalvables en muchos aspectos”, destacó.
Al respecto, Amado determinó que si bien es posible reunir a la sociedad a festejar o compartir un sentimiento al unísono más allá de las grietas políticas, se cuestionó: “La pregunta no es si solo lo hace el fútbol, la pregunta es por qué solo lo consigue el fútbol, y cuál es la razón por la que no logramos encontrar otros motivos convocantes”.
Y sumó: “Durante mucho tiempo la dirigencia política tomó cierto marco teórico que hablaba de la división como una forma de consolidar el poder, y muchos periodistas y analistas tomaron esta idea de que la dialéctica es lo que hace avanzar a la historia, cuando lo que estamos viendo es que lo que pone en funcionamiento a una sociedad es un objetivo común”.
Si bien la especialista opinó que no cree que el Mundial alcance para hacer el cambio de mentalidad, sí demuestra que la sociedad está más feliz cuando no hay grietas. “La Argentina no está dividida, a la Argentina quieren y quisieron dividirla”, enfatizó.
En la misma línea, Sinay determinó que el fútbol, usado como válvula de escape, tiene corta duración. “Esta unidad será temporal mientras perduren la intolerancia, la no aceptación del que piensa diferente, el hambre, la pobreza, los pensamientos sectarios y la búsqueda de las ventajas personales, sectoriales y corporativas por delante de la búsqueda del bien común”, destacó. Y advirtió, además, que para ello se requiere “que cada uno resigne algo en beneficio del conjunto del que forma parte. Eso vale para una selección de fútbol exitosa como para una sociedad en su conjunto. Si solo se cumple en la selección, no sirve”.
Las redes sociales
El Mundial de Qatar 2022 es el primero después de la pandemia de Covid-19. Para Amado, esto no es menor dado que, según señaló, “la gente se mudó al ámbito digital”.
“Hoy hay mucha más intensidad de debate, más conversación, y también una disponibilidad tecnológica mayor para que la gente comparta información de manera directa, que no era tan fácil en el mundial anterior [Rusia 2018]”, explicó la doctora en Ciencias Sociales. Y señaló que esta situación trae una novedad: “Nos muestra que también es posible que la gente comparta la emoción aun cuando va perdiendo. El tema es que no lo veíamos antes. Antes veíamos el triunfo y la gente que se mostraba para festejar, pero no llegábamos a ver qué pasaba cuando perdíamos”.
Bajo la lente de González Monier, Twitter “actúa como un lazo en donde uno puede percibir la sensación de estar sujetado a otros viviendo un acontecimiento que nos enlaza a todos, así como a lo disperso, y que nunca nos es indiferente”. Y sentenció: “Es una red que no admite neutrales”.
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