El día después a la masiva movilización universitaria, mezcla de emociones en las facultades de la UBA
Las sedes educativas amanecieron hoy con la rutina habitual, pero no es una jornada más, tras la multitudinaria convocatoria contra el recorte presupuestario
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Las facultades de la Universidad de Buenos Aires (UBA) amanecieron hoy como de costumbre, con corrientes de alumnos subiendo por sus escalinatas, entrando a las clases, reuniéndose en las cafeterías para terminar trabajos prácticos o hacer una última leída de sus apuntes antes de ingresar a un parcial.
Ayer por la noche, muchos de estos apuntes eran extendidos con orgullo en medio de la marea humana que componían los estudiantes encolumnados de la UBA, quienes, en medio de la multitudinaria marcha en defensa de la educación pública y contra el recorte presupuestario a las universidades, intentaban avanzar sin éxito por la Avenida de Mayo en sentido a la Casa Rosada.
Por eso, si bien hoy la rutina fue retomada como habitualmente en las sedes educativas, para los estudiantes, los docentes y demás empleados, algo cambió. En las aulas, en los pasillos, en las oficinas administrativas, sobrevuela una mezcla de emociones que van desde la emoción hasta la impotencia.
“Me conmovió muchísimo. No solo había alumnos y docentes, también exalumnos, médicos de la UBA con sus guardapolvos, algunos marchando con sus títulos en mano”, cuenta desde el comedor de la Facultad de Ciencias Médicas Ailsa Sullca, estudiante de enfermería de tercer año, quien ayer al mediodía partió junto a la columna de esa facultad desde la Plaza Houssay, situada frente a esta sede universitaria, en Recoleta, hasta el Congreso nacional.
La idea de la columna de la UBA, encabezada por una enorme pancarta que decía “Orgullo UBA” y secundada por las banderas de sus diferentes facultades, era llegar hasta la Plaza de Mayo, donde estaba ubicado el escenario para el acto central que coronó la masiva manifestación. Pero no le fue posible debido a la cantidad de gente que había. Es por eso que muchos de los estudiantes que participaron se quedaron con el sinsabor de no haber sido protagonistas de su propia marcha, que para muchos fue también la primera.
Este es el caso de los estudiantes del Ciclo Básico Común (CBC) Francisco Grecco y Facundo Vázquez, ambos de 19 años, a quienes LA NACION encuentra mientras toman mate en un pasillo de la Facultad de Ciencias Exactas antes de ingresar a una clase, en el predio de Ciudad Universitaria, junto al río.
“Las agrupaciones políticas se mandaban por calles internas y llegaban directo a la Plaza de Mayo. Entonces las universidades, que veníamos todas juntas, nos planchamos ahí”, cuenta Grecco. “La marcha de desvirtuó, se metieron un montón de grupos políticos que no tenían nada que ver. Después vimos en la tele que había hablado una madre de Plaza de Mayo. Hubiese estado bueno que no se mezclaran las consignas para que el mensaje fuera claro. Por eso nosotros llevamos un libro o apuntes”, suma uno de sus compañeros, que prefirió resguardar su identidad.
Grecco revela que votó a Javier Milei en las últimas elecciones presidenciales y que, de todas formas, participó en la marcha. “En esto se equivocó, yo lo sigo apoyando, pero también defiendo la educación pública”, sostiene el joven.
A poco más de cuatro meses de la asunción del Presidente, una de las más nutridas movilizaciones de los últimos tiempos reunió ayer a una multitud que salió en defensa de la educación pública. La Universidad de Buenos Aires dijo que hubo 800.000 personas; el gobierno porteño informó 150.000. La diferencia entre un número y otro se explica porque no es sencillo llegar al cálculo de cuántas personas caben en esas cuadras colmadas, tal como se vio en las imágenes aéreas. LA NACION envió a su equipo de infografía para estimar la cifra. La conclusión fue que hubo alrededor de 430.000 personas entre las 17.30 y las 18.30.
Grecco afirma que la facultad viene superando sus expectativas previas. “Estamos aprendiendo un montón”, dice, en representación de sus cuatro nuevos amigos del CBC que lo rodean, todos pertenecientes a diferentes carreras: Computación, Ciencias de Datos, Física y Química.
Pero no solo sucedió entre las columnas de las organizaciones sociales: dentro de la comunidad universitaria, especialmente en las facultades más politizadas, las consignas también se mezclaron.
Ayer, antes de la marcha, mientras jóvenes de distintas agrupaciones estudiantiles de la Facultad de Ciencias Sociales escribían sobre cartulinas y lienzos “Basta de Milei” y “Por un estudiantazo para derrotar el plan de Milei”, el docente Diego Muzio –uno de los organizadores de la movilización– explicaba a LA NACION que, al igual que sucede en cada marcha, las agrupaciones más radicalizadas intentarían “llevar agua para su molino” y remarcaba la intención general de no perder el foco, que fue el recorte del presupuesto universitario.
Hoy, antes de ingresar a dar clases en un aula de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UBA (FADU, también en Ciudad Universitaria), el profesor de Introducción al Pensamiento Científico Ricardo Ibáñez analiza con optimismo la convocatoria de ayer. A la vez que opina que la mezcla de consignas es habitual, comenta que nunca había sido parte de una protesta de tal magnitud.
“Hace más de 30 años que soy docente, fui a varias marchas universitarias en la época de De la Rúa [Fernando], de Menem [Carlos]. Recuerdo especialmente una muy grande contra el recorte de presupuesto universitario de López Murphy [Ricardo]. Pero esta fue la más grande, porque no fue solo la UBA: se unieron muchas universidades nacionales”, destaca.
En el primer piso de la Facultad de Ciencias Económicas, también frente a la Plaza Houssay, una empleada administrativa con más de 30 años dentro de la institución charla junto a un colega sobre su experiencia en la marcha de ayer. A diferencia de varios de sus compañeros de trabajo, que definieron la experiencia como emocionante y positiva, su perspectiva es más bien negativa. “Me indigna la utilización política de la oposición. Me molesta especialmente que haya ido Massa [Sergio], cuando él también le cortó plata a Educación y Salud. ¡Fue a la marcha a protestar, a mostrarse! Es una vergüenza que nos usen así”, afirma a LA NACION, con una mano sobre el pecho. La mujer, quien también es exalumna de la UBA, prefirió resguardar su identidad.
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